Con la vuelta a la fase 3 a partir del lunes 20, Escobar recuperó en la segunda quincena de julio algo de la movilidad urbana, social y comercial que había tenido el mes anterior. Una cuarentena escalonada, con menos restricciones y más actividades habilitadas, incluyendo algunos servicios que hasta ahora estaban prácticamente paralizados desde marzo.
Atrás quedó el séptimo mes del año, el más duro en lo que va de esta pandemia, que recrudeció especialmente en el Conurbano aunque sin llegar a poner en riesgo, al menos por ahora, la capacidad de un sistema sanitario que sí está al borde del estrés por la tensión y la demanda causada por el Covid-19.
En el partido de Escobar, a nivel estadístico, algunos indicadores epidemiológicos acentuaron la evolución favorable que ya habían tenido en junio, especialmente las tasas de incidencia (porcentaje de infectados cada 100 mil habitantes) y de letalidad (porcentaje de infectados fallecidos). Puede sonar raro, hasta contradictorio, que esto ocurra mientras los casos aumentan, pero es una verdad incontrastable al analizar el mapa de la provincia.
Al término de la primera quincena de julio, Escobar ocupaba el 24° puesto en cantidad de casos positivos de coronavirus cada 100 mil habitantes. Algo que concuerda con su población, que es la 25º más numerosa de la provincia. En este apartado, había llegado a estar cuarto a principios de mayo. Y desde entonces empezó a bajar.
La tasa de letalidad también tuvo un descenso muy pronunciado. Era de 3,4% y ocupaba el 15° puesto a nivel provincial. A mediados de mayo había llegado a ser la más alta, con un escalofriante 15,9%. Fue cuando se produjeron los contagios masivos en el sanatorio San Carlos, que derivaron en una decena de muertes.
No obstante, el indicador actual de Escobar sigue siendo alto si se lo compara con la tasa nacional (1,85%), provincial (1,68%) y regional (2,15%).
La ocupación de camas en el sistema sanitario local, en tanto, rondaba el 80% al cierre de esta edición. “Estamos ahí, casi a tope, por eso apelamos muchísimo a la conciencia social colectiva y al cuidado de las personas”, afirma el intendente Ariel Sujarchuk al hablar de la variable que más se tiene en cuenta ahora, en medio del invierno.
La vuelta a la fase 3 de la cuarentena, que en los primeros días coincidió con un nuevo repunte en la curva de contagios, funcionó como válvula de alivio para descomprimir los efectos del encierro y la parálisis laboral, a pesar de todas las restricciones que siguen vigentes.
“La gente estaba necesitando volver a salir, retomar la actividad social y económica, por más que el nivel de contagios sigue siendo alto en toda la provincia. Por eso tenemos que apelar muchísimo a la conciencia colectiva y al autocontrol social. Esta apertura implica un mayor grado de cuidado personal”, insiste Sujarchuk.
En ese sentido, enfatiza que “hay que tratar de que no haya juntadas. Más mensajes de los que hemos enviado, no puede haber. Hay que tomar conciencia de lo que está pasando”.
Consultado sobre el cumplimiento de estas recomendaciones en el distrito, el jefe comunal evalúa que “en general la población cumple con el aislamiento, en buena medida, pero siempre hay una porción de irresponsables que no se dan cuenta que se pueden transformar en un arma biológica”.
En el largo camino hacia la nueva normalidad de la fase 5 y la pospandemia, la pregunta que sobrevuela es tan remanida como inevitable: ¿Ya pasó lo peor?