El emblemático Pontiac de los bomberos voluntarios de Escobar está cumpliendo noventa años. Fuera de servicio hace varias décadas, es un símbolo de la institución y una atracción en desfiles y exposiciones.

Dicen que cada familia tiene su joya, que puede ser desde un automóvil desvencijado hasta un integrante superdotado, pasando por una mascota adorada, un viejo mueble o una simple prenda de vestir, por mencionar algunos ejemplos. El cuartel de bomberos voluntarios de Escobar tiene la suya y, cada vez que puede, la exhibe con orgullo: un Pontiac descapotable modelo 1928, el primer vehículo y actual coche insignia de la institución.

Habían pasado dos años de su creación, en mayo de 1959, y la entidad todavía no tenía una autobomba para combatir los incendios. Para saldar esa deuda, además de gestionar diferentes subsidios con el también incipiente gobierno municipal, la comisión directiva encabezada por José Ingratta inició una campaña de recolección de fondos que movilizó a toda la comunidad: cartones, botellas y todo aquello que tenía valor era vendido por los vecinos y donado al cuartel.

Tan masiva fue la solidaridad del pueblo que dos años después -el 26 de mayo de 1961- el jefe del cuerpo activo, Omar Caro, recibió las llaves de la anhelada unidad, que estaba prestando servicio para los bomberos de Bernal y antes había estado en el cuartel de Tigre.

Como su aspecto no era el mejor, antes de recalar en Escobar pasó por un taller de Capital Federal, donde el reconvertido coche de origen estadounidense, fabricado por la empresa General Motors, fue arreglado totalmente y quedó preparado para empezar a funcionar a las pocas semanas. A partir de entonces se convirtió en el “Móvil A-1”.

La unidad ofrecía todas las características técnicas de un autobomba de su época: un tanque para almacenar hasta mil litros de agua, asientos de madera para transportar personal en ambos costados, una cabina descubierta para dos personas, una bomba de incendio construida en bronce y dos expulsiones laterales para mangueras de dos pulgadas y media.

Sin embargo, el Pontiac 1928 tuvo muy poca actividad en la ciudad. Apenas solo tres años: el 3 de mayo de 1964, la llegada de un coche más moderno, denominado K.B.5, lo dejó fuera de servicio. Es que, pese a los cuidados que se le brindaban, tenía los palieres rotos, fallas mecánicas y otras averías propias del uso.

De todas formas, quedó en el cuartel central hasta 1972. Fue cedido a los bomberos de Ingeniero Maschwitz, que se encontraban en plena formación, pero que nunca llegaron a emplearlo.

“Cada vez que pasábamos por allí lo veíamos en un rincón al aire libre, bajo condiciones climáticas adversas, abandonado y deteriorado. Entonces, un grupo de bomberos, cadetes y miembros del Consejo Directivo decidió traerlo nuevamente para volver a ponerlo en servicio, ya no para su función específica sino como unidad de reliquia”, explica a DIA 32 el comandante mayor Víctor Ponce, actual jefe del cuartel local.

Para rescatar el pintoresco y emblemático móvil, los servidores públicos volvieron a apelar a la solidaridad del pueblo escobarense, al igual que sus antecesores lo habían hecho más de veinte años atrás, cuando querían comprarlo. Y la estrategia funcionó otras vez: gracias a las donaciones recibidas y los festivales y rifas realizadas entre 1985 y 1986, el histórico Pontiac 1928 fue recuperado y restaurado hasta dejarlo “tal cual” había llegado en 1961.

Desde entonces, “la unidad mimada del cuartel” descansa en uno de los garajes de la calle Colón 726 y es despertada solamente para abrir cada año el desfile de carrozas de la Fiesta de la Flor y engalanar cuanto evento especial la requiera. “Lo que más nos llenó de orgullo fue haber sido invitados a desfilar en la avenida 9 de Julio para los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo”, confiesa Ponce.

“Es todo para nosotros… Nuestra vida, nuestra historia… Significa Bomberos Voluntarios de Escobar”, afirma. En pocas palabras, es la joya de la familia.

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