Hay chicos que se someten a tests vocacionales, que intentan con un par de carreras antes de decidir a qué quieren dedicarse, que consiguen un trabajo y ahí se quedan por siempre. Otros, simplemente, toman algo que les llama la atención y hacen de eso una forma de vida. Así le pasó a Germán Federico Ramón (30): un día, uno de sus amigos le mostró tres pelotas para hacer malabares y a las pocas horas ya había dilucidado cómo hacer varios trucos.
Su nombre artístico es Bob Limón, define al humor “como la medicina de todos nuestros males” y explica que la risa libera toxinas, genera endorfinas, activa algunos músculos, relaja otros, oxigena los pulmones y el cerebro, fortalece lazos afectivos y la confianza en uno mismo. “La risa nos contagia, nos alarga la vida, nos hace sentir más felices y despreocupados. Al desvalorizar la imagen que tenemos de nosotros mismos, le damos valor a lo que verdaderamente importa, el aceptar que todos somos seres humanos”.
Después de entenderse con las pelotas de malabar tomó clases de yoga, expresión corporal, danza, teatro y clown. Un Día del Niño de hace nueve años fue con su mejor amigo a la plaza del barrio, frente a la biblioteca popular de Saavedra, en Capital, y allí realizó su primer espectáculo: “Fue tan malo que a mi amigo hasta le robaron un triciclo”, recuerda en diálogo con DIA 32.
Sin embargo, luego de aquella primera y desastrosa experiencia no hubo vuelta atrás, y show tras show fue adquiriendo conocimiento en el mundo del arte. No solo hace presentaciones callejeras sino que pone su cuota de humor en casamientos, despedidas de solteros, divorcios, nacimientos, funerales y “demás fiestas, donde lo importante sea ser feliz”.
Vive en Loma Verde y su padre en Ingeniero Maschwitz. Es por eso que desde hace varios años todos los feriados presenta su espectáculo Bob Limón en: Despertando pesadillas en el Paseo El Dorado. “Es increíble la energía que se genera en un show, la gente grita, aplaude, participa constantemente. A diferencia del teatro clásico, los payasos buscamos comunicarnos directamente con el pueblo, hablar cara a cara, sin filtros. En todas las civilizaciones han habido payasos y siempre los habrá, porque nos ayudan a ser más libres y mejores”, afirma.
Formación y desafios
Cuando se le pregunta quiénes fueron los personajes que le dejaron una huella y lo impulsaron a convertirse en payaso, menciona primero a grandes maestros de todos los tiempos como Jesús, Buda, Krishna y Gandhi. Asegura que son los que “han transmitido la simpleza de la vida en un pequeño acto, ser. Y el ser nos lleva directamente al amor incondicional, al dar sin esperar nada a cambio”.
“Con respecto al mundo del teatro y el circo, he encontrado grandes maestros que han sido motivo de inspiración, como el gran Charles Chaplin, quien ha logrado con el humor exponer las grandes tragedias de la humanidad. Pero desde chico me ha atraído el humor, nunca dejaría de ver a Tom y Jerry, Los Tres Chiflados, La Pantera Rosa, siempre vuelven a causarme risa”, señala.
Además, es parte del Colectivo Cultural y allí, en el ex cine Gloria de Maschwitz, da un taller de clown y otro de juegos teatrales para niños. Hace poco estrenó La Liga de los súper héroes: Súper hippie vs Agrotoxina. La Batalla Final, un espectáculo que realiza junto a Caro, su gran compañera, que todos los sábados presentan en el teatro Espacio Abierto, en Capital. Además, con Bob Limón al desnudo gira por diferentes espacios culturales.
Su gran desafío es expandir esta magia y “llegar a cada rincón del planeta”, recorrer el país llevando la alegría a lugares donde no han conocido nunca un payaso. “Sueño con un mundo feliz, donde podamos mirarnos a los ojos sin preconceptos, donde podamos abrazarnos y desearnos la paz los unos a los otros. Sueño cada día con un presente que se hace realidad”, concluye, entusiasmado.