Por ARIEL J. SPADARO
aspadaro@dia32.com.ar
Acaba de iniciarse otro ciclo lectivo, pero no uno más: en el año del Bicentenario una nueva reforma de la escuela secundaria se pone en vigencia, que deja atrás la herencia menemista -léase Ley Federal de Educación- y apunta, al menos en la teoría, a mejorar la formación de los jóvenes para que al egresar encuentren más oportunidades para desarrollar sus potencialidades como ciudadanos.
El cambio fundamental parte de eliminar gradualmente la EGB y el Polimodal, que se reemplazan por dos ciclos obligatorios de seis años. A esto se agregan un nuevo diseño curricular basado en terminar con la fragmentación del conocimiento -también se incorpora Educación Sexual entre los contenidos- y acciones tendientes a desplomar los índices de bajo rendimiento escolar, de ausentismo y de abandono.
El debate ya está instalado y se discute si la prioridad es lo que debe saber un adolescente cuando termina la secundaria o cuántos de ellos llegan a completarla. En la actualidad, casi el 70% de los alumnos asiste a escuelas estatales. Entonces, algo empieza a quedar claro: si el objetivo es incluir, el nuevo esquema tendrá que enfrentar la realidad social en todo su contexto.
Políticas de inclusión
Para mejorar la relación con los casos más críticos se potenciarán los Centros de Escolarización de Adolescentes y Jóvenes (CESAJ) y el Plan Provincial de Finalización de Estudios y Vuelta a la Escuela.
Para la permanencia, continúan las becas y tutorías. También se prevé la apertura de escuelas y secciones en contexto de encierro, además del incremento de ambas en zonas rurales e islas. Se desarrollará, en general, la educación secundaria hospitalaria y domiciliaria, así como la instalación de salas maternales en escuelas. Otro punto importante es la integración de adolescentes y jóvenes discapacitados.
Piedras en el camino
La falta de estructura edilicia y de personal docente, así como el corto tiempo de adaptación a los nuevos contenidos, aparecen como los principales escollos para la implementación de la reforma. A estas carencias, la respuesta en las altas esferas es una sola: “No podemos dejar a nuestros niños a la deriva”.
Los que cruzaron el río
Hace veinte años, la secundaria bonaerense egresó a jóvenes que se educaron bajo situaciones particulares. Unos 200.000 manuales de Kapelusz -ícono de una época nefasta- fueron los más leídos por los alumnos. En otras provincias no fue mejor: en San Luis, el ego de “el Adolfo” Rodríguez Saá aparecía fotografiado 17 veces en los libros de estudios; y en la Ciudad de Buenos Aires regenteada por Carlos Grosso se intentó que los establecimientos educativos se convirtieran en escuelas-shopping; “consumismo desde la cuna” que no tuvo buen fin.
Tampoco pueden quedar de lado los años de la Carpa Blanca, ni la marcha del 3 de julio de 1992, donde 100.000 argentinos se movilizaron a Plaza de Mayo para evitar que la Cámara de Diputados sentenciara la gratuidad de la educación pública.
En medio del río
Sin embargo, los adolescentes todavía se encuentran en lo profundo de una edad difícil. Y, justamente, el medio más consumido por ellos, la televisión, les ofreció durante su niñez una programación ociosa y con un sentido banal de la vida: Gran Hermano, la supervivencia a costillas del prójimo; Toy Story, con un personaje malo, desordenado y que no desarrollaba actividad intelectual; Los Simpsons, donde el hijo llama “viejo” a su padre, demostrando falta de límites; o El Rey León, donde al leoncito blanco (el bueno) lo acompaña la familia, mientras que el león malo casualmente está solo y es negro.
Todo este bagaje histórico tuvo y tiene un porqué. Y es de esperar que haya sido tenido en cuenta si la nueva secundaria planea construir una realidad social distinta, porque a río revuelto ya se sabe quien gana.
Democracia escolar
El régimen disciplinario de la nueva secundaria estará regulado por la implementación de Acuerdos Institucionales de Convivencia en todas las escuelas. Como forma colegiada de gobierno escolar se crearán Consejos Consultivos. Del mismo modo, se promoverán y formarán Centros de Estudiantes en todos los colegios, tanto de gestión estatal como privada.
De entrada, siete opciones
En su primer año de implementación, la nueva secundaria solo funciona en siete de las veintiocho escuelas públicas de ese nivel con que cuenta el distrito: tres en Garín, dos en Belén, una en Savio y la restante en Maschwitz. A todas luces, pocas opciones, aunque hay otras en estudio que podrían habilitarse durante el transcurso de 2010.
La escasa oferta estatal de cuartos años del secundario “se traduce en muchas familias que no cuentan con recursos económicos para costear un colegio privado, aunque aún si pudieran tampoco va a alcanzar la oferta escolar privada, siendo que la nueva ley dice que todos tienen que cursar la secundaria”, advirtió la inspectora areal Diana Yacuzzi.