Por FLORENCIA ALVAREZ
falvarez@dia32.com.ar
El mismo día que estallaba en los medios la noticia de que el cuerpo de la joven Ángeles Rawson había sido encontrado en una bolsa de residuos en un predio del Ceamse, comenzaba el calvario para una madre escobarense cuya hija, de 15 años, había desaparecido. Una semana después, el incierto paradero y la búsqueda de Camila Rajoy se convirtieron en un tema de interés nacional, hasta que su aparición sana y salva distrajo nuevamente la atención general hacia el taquillero asesinato de la calle Ravignani.
Sin embargo, durante 36 horas Camila estuvo en boca de todos. Los principales canales de televisión enviaron sus móviles a Escobar para entrevistar a sus padres, las radios y los medios gráficos también dieron permanente difusión al caso y en las redes sociales no hubo usuario que no se haya plegado a la campaña por encontrarla. Incluso se crearon grupos de Facebook para aportar datos y amplificar la búsqueda.
Muchos imaginaban lo peor. Que podría ser víctima de una red de trata que la tendría secuestrada o que la habrían asesinado eran algunas de las hipótesis que se echaron a correr durante su ausencia. El alivio llegó el martes 18, cuando Camila dio señales de vida enviándole a su madre un mensaje al celular en el que le decía que estaba embarazada. Con su posterior aparición, a las pocas horas, la adolescente del barrio Stone había dejado de ser noticia para retornar al más absoluto anonimato.
Así, nadie contó, por ejemplo, que Camila, al final, no estaba embarazada. Ese y otros aspectos no menores de esta historia fueron revelados a DIA 32 por sus padres y la joven, a quienes esta revista entrevistó en el puesto de venta de tuppers que tienen en el caminito de la plaza de la estación. Sus testimonios desnudan la trama de una familia que vive siendo acusada, y acusándose entre sí, de cuestiones tan graves como el maltrato y el abuso sexual.
Una familia muy normal…
Desde hace más de una década, María Concepción Rajoy (50) está en pareja con Rubén Aguilar, quien terminó convirtiéndose en el padre de Camila. La mujer y la nena son formoseñas y vinieron a Escobar buscando trabajo cuando Camila era una beba. Según la pareja, no habían tenido ninguna discusión con la chica antes de que ella decidiera marcharse.
“Cami es una nena linda, tiene un hermoso cuerpo, bien formado, porque practica hockey y todos los deportes. Por eso pensamos que la habían secuestrado los de trata de blancas”, dice el hombre.
El martes 11 de junio, temprano, Camila se puso el guardapolvo, guardó sus carpetas en la mochila y partió como todos los días a la escuela Nº17, ubicada a media cuadra de la plaza. Le avisó a su mamá que a las 9.30 había una reunión de padres en el colegio y se fue. “Chau mami, te amo”, dijo antes de cerrar la puerta de su casa de la calle Sargento Cabral al 1700.
“Cuando llegué a la supuesta reunión -que todavía no me explico por qué la inventó- la preceptora me preguntó si Camila estaba enferma, porque no había ido ni ese día ni el anterior”, cuenta la madre de la joven. “Me agarró la desesperación y empecé a llamar por teléfono a todos los que conozco. Vine al puesto para ver si ella venía, como todas las tardes, después del horario escolar. Pero pasaban las horas y no volvía. Mi hijo escuchó en la radio que habían encontrado el cuerpo de una menor y llegó descompuesto, hasta se trompeó con un policía. Pensó que era su hermana… A la noche fuimos a la comisaría de Escobar, pero no nos dieron pelota. Un sargento me agarró la foto de pasada y después de tenerme dos horas esperando me tomaron la denuncia por averiguación de paradero”, relata.
“Sentía que me moría. No comía, no dormía, no podía hacer nada. Nunca pensé que me iba a pasar esto, mi hija no es una pendeja que anda por la calle. Nosotros buscábamos pistas, a cualquier hora íbamos adónde sea. Hablamos con las compañeras. Me llegaban mensajes diciendo que la habían visto maniatada o que fuéramos a buscarla a tal lado, y cuando llegábamos era mentira”, cuenta la mujer repasando sus horas, y días, más difíciles.
¿Travesura? adolescente
El padrastro de Camila asegura estar en contacto con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner por Facebook y el domingo 16 decidió escribirle. “A las seis de la mañana del día siguiente teníamos a toda la DDI de Zárate, al comisario de Escobar, al intendente Guzmán y a la señora Garrone -secretaria de Desarrollo Social- en la puerta de nuestra casa. Montaron una base de operaciones y nos aseguraron que Camila iba a volver pronto”, cuenta el hombre.
El martes 18, a una semana de su desaparición, María Concepción recibió en su celular un mensaje de texto de su hija: “No me busques mamá, estoy embarazada y soy feliz”. Al otro día, Camila apareció. Estaba en Manuel Alberti, partido de Pilar, en la casa de su novio, un joven de 22 años que trabaja en el supermercado Coto de Escobar y con quien mantiene una relación desde hace un año a escondidas de sus papás.
El padre del chico reconoció a Camila por la foto en la portada de un diario y ahí se enteró de que era menor: “Prepará tus cosas que te llevo”, le dijo.
El inesperado remate de la historia que llegó a tener en vilo al país es que lo del embarazo de la adolescente finalmente era mentira y que sus padres, pese a todo lo que pasó y a la corta edad de Camila, dicen estar dispuestos a autorizar su casamiento con el muchacho.
“Camila no está embarazada. Yo le controlaba todos los meses su período y hacía diez días que lo había tenido, era imposible que en ese tiempo supiera que estaba embarazada. Y fue la primera vez que tuvo relaciones, el novio mismo lo reconoció. El chico está re enamorado y ahora le vamos a dar la autorización para que se case, ese es el final de la película”, dice María Concepción, a lo que su marido acota: “Para mí fue que le hizo una mala pasada la cabeza, por esas ansias de querer tener la primera vez”.
¿Por qué ustedes no sabían que Camila tenía novio y no lo conocían?
Parece que él hasta quería conocernos, pero ella me pintó a mí como una mala, como una golpeadora. El año pasado yo le pegué a ella en la estación porque hacía un mes que no iba al colegio, se rateó y se quedó libre. Cuando fui a retirar el boletín, me entero de todo eso, y ella me empezó a gritar y a decir de todo porque estaba con un grupo de pendejas que son de terror. Y ella estaba yendo por el mismo camino, entonces agarré y le pegué. Ahora circula una cadena de mails diciendo que yo le tengo que pedir perdón a mi hija porque por culpa mía se fue. Me dicen de todo. Pero yo ya le había prometido que nunca más le iba a tocar un pelo, y así fue. Al contrario, siempre le hablamos. Tiene todo: ropa, cariño, todo para ella.
Sin embargo, trascendió que su marido tiene una denuncia de hace unos años por haber violado a Camila…
Eso fue cuando Camila estaba en cuarto o quinto grado. Tenía una infección urinaria terrible y la maestra nos mandó a una médica porque creía que estaban abusando de ella. La médica mintió y dijo que había sido penetrada, pero al final la llevamos al Garraham y ahí desmintieron todo. Si yo me entero que mi marido viola a mi hija, lo mato.
Camila presenció gran parte de la conversación de sus padres con DIA 32 y a todas las preguntas contestó escuetamente. Dijo que fue una “boludez” haber dicho que estaba embarazada, que se fue porque “lo venía pensando y ese día se dio”, y que no miró la televisión ni se enteró de que la estaban buscando, pero que “no podía dormir”.
Es como si madre, padrastro e hija hubieran sellado un pacto para justificar los hechos de una forma que suena hasta naif. “Es un enamoramiento a los 15 años”, argumenta Aguilar, simplificando lo complejo y cerrando así la posibilidad de entender que llevó realmente a Camila a tejer una red de mentiras tan grande y esconderse de sus padres durante una eterna semana.
Angeles y demonios
Contra lo que mucha gente supone, las fugas de hogar por parte de menores son un hecho de lo más frecuente. En el partido de Escobar se calcula que hay un promedio de un hecho de esta naturaleza cada tres días. Pasa que no todos llegan a conocerse públicamente, ya sea a través de los medios de comunicación, las redes sociales o por marchas organizadas por sus familias
A nivel local, uno de los hechos más resonantes en lo que va del año fue la desaparición de Yamila Aquino, de 14 años, que se esfumó de la faz de la Tierra el 1º de marzo tras haber concurrido al polideportivo de Garín. Sus familiares realizaron marchas, se manifestaron frente a la comisaría y hasta llegaron a cortar la Panamericana. A los pocos días, Yamila apareció en Matheu. Como en la mayoría de los casos, los pormenores de la historia quedaron guardados como secreto de familia.
En enero, una adolescente entrerriana desapareció de la terminal de ómnibus de Belén de Escobar, donde estaba junto a su tía. Marisol Bogado, de 16 años, se fue de un momento para otro. La investigación del material de las cámaras del Centro de Monitoreo Municipal logró establecer que la joven se retiró sola del lugar, sin que mediara un tercero. Al tiempo la encontraron.
En septiembre del año pasado ocurrió en Garín un caso con características muy similares al de Camila. Su protagonista fue una chica de 13 años, Carina Maidana, que se escapó de la casa sin dejar rastros durante dos semanas para irse a vivir con su novio, ocho años mayor que ella. La Policía logró ubicar al joven y así llegar hasta la pequeña.
El único antecedente que escapa a la regla es el de Yanina Gerez (18), de Maquinista Savio. La chica lleva casi dos años desaparecida, sospechan que pudo haber sido víctima de una red de trata de personas o de esclavitud sexual. Hasta el día de hoy no se sabe nada de su paradero, a pesar de los reclamos realizados por la familia meses atrás.
“Hay padres que son monstruos”
En la Dirección de Niñez, Adolescencia y Familia del Municipio, historias como la de Camila Rajoy son de lo más frecuentes. Su titular, José Laso, señala que el abuso sexual y la violencia doméstica son los motivos más recurrentes por los que un chico decide escaparse de su casa. “Ahí los adolescentes toman la decisión de irse y aunque estén en situación de calle prefieren no volver más”, apunta a DIA 32.
No obstante, cada familia es un mundo y un chico también puede irse por otros impulsos. “Puede ser por un capricho o porque les ponen límites y no los dejan ver al noviecito, salir a bailar, fumar, etcétera y deciden huir. En estos casos, generalmente, terminan volviendo”, señala Laso.
Para el funcionario, la familia es la principal problemática de la sociedad. “No hay que buscarla en otro lado, porque está ahí. Hay muchos padres que se rasgan las vestiduras y salen en los medios pidiendo ayuda, pero son monstruos. Cuando nosotros hablamos con ellos, ya sabemos que mienten desde el vamos. Porque a los hijos los violó o los maltrató no se sabe quién, pero ellos no fueron, son angelitos. Entran denuncias de los colegios, de policía, de fiscalía, pero ellos nunca son culpables. Y hacen mentir a los chicos. Un pedófilo, por ejemplo, puede reprogramar la mente de un chico en 24 horas para que no hable o para que cambie la versión”, afirma.
Según Laso, este tipo de problemáticas atraviesan a todas las capas socioeconómicas. “Acá hay casos que vienen de lo más bajo y de lo más alto también. Lo que pasa es que los que tienen algo de dinero pueden pagarse un psicólogo o un psiquiatra y mantener en silencio los problemas hasta que no se sostienen más. Hoy las escuelas privadas están denunciados estos casos como nunca”, advierte.