Las luces se apagan lentamente. Aparece en el escenario una mujer con las manos sudorosas. Le tiemblan un poco las piernas. Un foco le ilumina la cara y mil doscientos pares de ojos se clavan en los suyos. El público nota que está nerviosa. Hay una tensión palpable en la sala. Ella carraspea y empieza a hablar. Lo que ocurre a continuación es asombroso”. Este fragmento del prólogo del libro de Chris Anderson, director del ciclo de charlas TED, explica perfectamente este universo de cátedras en vivo y en directo y al alcance de millones de personas en todo el mundo.
Una organización que se originó en los ‘80 con el fin de divulgar ideas relacionadas a la tecnología, el entretenimiento y el diseño (de allí sus siglas) en selectos grupos de asistentes, superó esas fronteras con el arribo del nuevo milenio para ampliarse a campos de lo más diversos y llegar a través de Internet a hogares en todo el planeta. Desde ciencia y política hasta deportes y espectáculos. Todos, absolutamente todos, tienen una idea interesante para contar.
“La comunicación entre seres humanos es una de las auténticas maravillas del mundo. La ponemos en práctica todos los días, de manera inconsciente. Y alcanza su forma más intensa sobre una tarima, en un escenario público”, explica el periodista estadounidense que encabeza esta ONG y tuvo la visión de expandirla internacionalmente.
Los especialistas en el tema afirman que hablar en público es un arte antiguo. Las fogatas eran el epicentro en el que las sociedades de antaño se congregaban a escuchar los relatos de los “oradores” de entonces.
En la actualidad, para muchos hablar en público es un desafío prácticamente imposible de superar, como para los escritores puede llegar a serlo la hoja en blanco. ¿Cuántas veces se critica que jugadores de fútbol, artistas o políticos digan lo justo y necesario ante las cámaras? Los flashes y la mirada pública no son tan buenos partenaires.
Sin embargo, cada vez son más los que se animan a participar de este fenómeno “millenial”.
La voracidad del tiempo y la escasez de concentración frente a tantas distracciones digitales marcan la pauta del formato TED auténtico: las charlas duran menos de 18 minutos y la dinámica es su aspecto primordial para evitar que los espectadores huyan de la sala.
Versión vernácula
Desde 2009 se otorgan licencias gratuitas para quienes estén interesados en hacer sus propios eventos TEDx (la x es por ser un evento independiente de la organización original). Así, con un interés que crece exponencialmente, las charlas se desarrollan en más de 150 países. Uno de ellos es Argentina.
TEDx Río de la Plata es una de las series de charlas que año a año tienen lugar en Buenos Aires. Gerry Garbulsky es su director y uno de los ideólogos. “Nos interesaba sembrar nuevos temas de conversación y ayudar a identificar a gente que haya estado haciendo cosas increíbles para hacerlos más conocidos”, le cuenta a DIA 32 sobre la motivación inicial para encarar este proyecto.
En la evaluación de los disertantes se tienen en cuenta tres aspectos: “Que estén haciendo o hayan hecho cosas increíbles, que lleguen a toda la audiencia y se mueran de ganas de ser oradores. Buscamos hacedores, no opinólogos”, explica Garbulsky”.
Las entradas para las charlas -las próximas serán este sábado 21, en el anfiteatro de Tecnópolis- son gratuitas. La gente se registra y después se realiza el sorteo. El año pasado había 10 mil lugares disponibles y la lista era de 37 mil.
Corporizadas en los oradores, las ideas innovadoras se suben al escenario en las charlas TED.