Hostigado por el poder político, buscó otros horizontes fuera de Escobar. Las vueltas de la vida lo llevaron a trabajar en Portugal y Emiratos Arabes. Pero siempre vuelve a visitar el pago.

Con la ansiedad y la pasión de todo comienzo esperado, Fernando Moura dio en su ciudad natal los primeros pasos en el campo del periodismo. Pero las múltiples dificultades que encontró para desarrollarse como profesional lo llevaron a pensar en otros horizontes. Quizás mucho más allá de lo que hubiera imaginado, las oportunidades aparecieron en lugares tan lejanos como el Portugal de su padre y el Medio Oriente de los jeques árabes. Hace unos días, una vez más, estuvo de regreso en casa, donde le contó a DIA 32 sus andanzas por el mundo, sus proyectos y sus impresiones del Escobar actual.

El currículum vitae de Fernando Carlos Moura dice que tiene 38 años, cursó en la UBA la licenciatura en Ciencias de la Comunicación Social con orientación en periodismo y se ganó sus primeros pesos como productor general de un programa que Eduardo Aliverti hacía en FM Escobar (Mínimo plomo en Educación, se llamaba). Entre sus trabajos, escribió en las redacciones de la efímera pero inolvidable revista Eugenia y del diario regional El Candil -circulaba en Baradero, San Pedro, Campana y Zárate, además de Escobar-, donde conoció a otros dos jóvenes de buena pluma y ascendente futuro: Roberto Tassi y Facundo De Palma. También participó en otros ciclos periodísticos radiales y condujo noticieros en la televisión local.

Nadie es profeta

Sin proponérselo, Moura se convirtió en una persona no grata para el poder político local. La causa eran algunas de sus notas, en las que tocaba temas incómodos o se permitía opinar. Revelar que el primer caso de cólera de la provincia se estaba dando en Escobar, cuestionar la instalación de un basural en Loma Verde -ese mismo que después se asentó camino al Paraná- y anticipar que el Concejo Deliberante iba a concesionar por cuarenta años -como mal lo hizo- la red de agua y cloacas, entre otros casos puntuales, le valieron seguidos dolores de cabeza.

“Cuando (con Tassi) hicimos una nota de tapa anunciando la posibilidad de que Luis Patti fuera candidato a intendente en la interna justicialista se generó un gran revuelo en la Municipalidad y sacaron un comunicado anónimo que se titulaba “Más que periodistas, pasteleros”, diciendo que éramos “unos imbéciles y unos estúpidos, que estábamos manipulados”. En algunas radios se hablaba mal de nosotros. Dos días después me rayaron la camioneta de mi viejo y le pincharon las gomas. Ahí me di cuenta de que no era bueno hacer periodismo en Escobar. Básicamente, por eso me fui”, explica Moura.

En esa misma retrospectiva, lamenta: “De mi generación, los que estudiamos, los que teníamos un pensamiento crítico, o nos fuimos o dejamos. Y la verdad es que había gente interesante. Pero la pasábamos mal”.

Nuevos horizontes

De la mano del escobarense Julio Bertolotti, a Moura se le abrió la puerta de América 2, donde en 1997 entró como productor y periodista del talk show Frente a frente, que conducía Alejandro Rial. “Después tuve otros varios trabajos: estuve muchos años con Juanse (Stegmann) haciendo Insólito TV, con (Mario) Sapag, Reina Reech, con Víctor Hugo (Morales). Hasta diciembre de 2000, cuando Torneos y Competencias compró el 2. Ahí despidieron a todo el mundo y yo entré a Editorial Atlántida, a la revista y el site de Chacra”.

En abril de 2001, sin poder hacer pie laboralmente en el país, Moura decidió viajar a Portugal. Cuando pensó en regresar, la crisis económica argentina de fines de ese año lo hizo cambiar de planes.

“Me fui porque gané una beca para hacer una maestría, pero me tuve que quedar allá porque me agarró el corralito y Atlántida, donde había pedido licencia, cerró y me quedé sin trabajo. Allá hice de todo: mundial de fútbol y de rugby, dos eurocopas, estuve en la Unión Europea cinco o seis veces, en Francia, Inglaterra, Irlanda, Escocia, Italia, Eslovenia, Hungría. Siempre tuve la suerte de trabajar como periodista”, agradece. Y así, la tierra que vio nacer a su padre (Carlos Cabral Moura) se erigió en su segundo hogar.

Al otro lado del globo

A mediados del año pasado se le presentó la impensada oportunidad de conocer Medio Oriente. La propuesta era ir como productor ejecutivo de la compañía española Media Pro, que tiene cuatro canales de deportes en la cadena All Jazeera. Pasaporte en mano, el 3 de septiembre aterrizó en el aeropuerto de Abu Dhabi (Emiratos Arabes Unidos), donde hasta el 23 de marzo de 2009 vivió experiencias verdaderamente únicas.

– ¿Qué cosas te pasaron que te hayan resultado increíbles?
– Creo que lo más loco fue esperar 44 minutos y medio para que empezara el segundo tiempo de un partido de fútbol. En el mundo árabe la religión organiza la vida, hasta la del fútbol televisado. Ellos rezan seis veces por día y los partidos, por lo general, se hacen entre la caída del sol y el rezo. En todos los vestuarios tienen una mezquita, se sacan la ropa, van a rezar, se cambian y juegan el segundo tiempo. Y en Dubai, lo más complicado, a nivel laboral, fueron las carreras de camellos, que son el deporte nacional, en el medio del desierto, a 50 grados y con una extensión de diez kilómetros.

– ¿All Jazeera es como la CNN de Medio Oriente o es menos parcial?
– A mí me tocó estar allá cuando fue la última guerra en la Franja de Gaza y lo que vi en las imágenes nunca lo hubiese visto en Occidente. Como todos, los tipos tienen una tendencia, que en este caso está claro que es árabe, pero son super profesionales, hacen cosas interesantes y tienen la mejor tecnología que existe en este momento.

Hermanar naciones

Una década después de haberlo iniciado, Moura pudo terminar de filmar en 2008 un documental de una hora (Na diáspora, os lusos na Argentina) sobre la inmigración portuguesa a la ciudad de la flor. El mediometraje se estrenó en octubre del año pasado en el festival internacional “Cine Eco” -obtuvo mención especial- y fue presentado el sábado 9 de mayo en la Casa de la Cultura de Escobar, ante 200 asistentes. Sobre este fenómeno, en los próximos meses Moura expondrá su tesis de doctorado en la Universidad Nova de Lisboa.

Como broche de oro de este largo trabajo, además, se propone generar un hermanamiento entre el partido de Escobar y la ciudad portuguesa de Seia, de donde vino el grueso inmigratorio. Se trataría, en pocas palabras, de establecer un movimiento de colaboración cultural y política entre ambas ciudades, a través de un protocolo bilateral suscripto por sus intendentes. Y la primera concreción sería la creación de una biblioteca portuguesa en Escobar, para lo cual el Fondo Social Europeo desembolsaría diez mil euros.

El eterno retorno

– En este último regreso, ¿qué diferencias notas entre el Escobar actual y el que habitabas todos los días?
– Si quisiera ser poco diplomático diría que, visualmente, está peor que en los últimos veinte años, muy degradado, más sucio. En la década del ’90 hubo una inversión municipal muy grande, pero creo que no conseguimos sustentar lo que se había generado. Quizás haya otras prioridades.

– ¿Cuándo estás afuera extrañás algo de Escobar?
– Creo que siempre se extraña. Se extraña la familia, los domingos con los ravioles caseros de la abuela… Antropológicamente se define como el mito del eterno retorno, uno siempre quiere volver, y volver al pueblo es fundamental. Pero no me siento identificado con este Escobar, no es el Escobar donde yo crecí. Cuando camino por sus calles me siento un extraño en mi pueblo.

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