Por JAVIER RUBINSTEIN
Director de El Deportivo Magazine y El Deportivo Web
Podría estar horas y horas hablando sobre Guillermo Vilas, comentando tal o cual partido o discutiendo acerca de las virtudes de John McEnroe. Sabe cómo terminó cada final de la Copa Davis o con qué raqueta Jimmy Connors fue número 1 del mundo. Memoriza todo, se apasiona y aún hoy sigue aprendiendo. Además, colecciona cualquier tipo de objeto que alguna vez haya estado en una cancha. Lo que sea: guarda hasta un almohadón que le dieron en la platea del Buenos Aires Lawn Tenis, allá por 1980. Así de apasionado y loco por el tenis es Diego Aguerrebere.
Esta especie de museo privado le ocupa una habitación entera de su casa. “A veces me paso horas acá, ordenando, mirando cosas, poniendo, sacando”, le cuenta a DIA 32 en la lluviosa tarde del viernes 17 de agosto. “¿Sabés quién cumple años hoy?”, pregunta el anfitrión. “Vilas, 60 años”, afirma, mientras le brillan los ojos al hablar de su máximo ídolo deportivo.
Su abuelo le empezó a regalar El Gráfico cuando él tenía 8 años. Desde la década del ‘50 hasta la actualidad tiene absolutamente todas las ediciones de la revista, ordenadas por número de ejemplar y año. “Ahora me los regala mi viejo, porque a él también le gusta la onda de que coleccione. De tenis tengo revistas americanas, españolas, francesas, hasta holandesas, que las compraba en el 1 a 1 del peso con el dólar, solo por los resultados, porque no entiendo el idioma. Pero sino las leo todas, las releo y las vuelvo a leer”, confiesa sin ponerse colorado.
Este escobarense de 46 años tuvo su pasado como tenista. “Fui un jugador frustrado. Empecé a jugar por mi tío (Oscar Domenech), que también jugaba, pero en esa época lo jugaban pocos, no era un deporte muy común. Yo era de tercera categoría, no más que eso, sí tenía un muy buen estado físico, las corría todas. Después empecé a dar clases a los 19 años y dejé”.
Su pasión por el “deporte blanco” lo llevó a viajar dos veces al US Open, en los años ‘96 y ‘97. Antes también había estado en los torneos de Barcelona, Conde de Godó y Montecarlo. “En el ‘91 vi la final de Sabatini-Seles en Roma. Si tuviera guita iría a todos lados, me queda un sueño pendiente que es estar en Roland Garrós”, asegura con cierta resignación.
Piezas de museo
Más de 150 raquetas -la mayoría de madera-, tubos de pelotas, entradas, raqueteros, fundas, decenas de casettes VHS grabados u originales, comprados por pedido. Fotos junto a Agassi, Kuerten, Ivanisevic, Pat Cash y un cuadro en blanco y negro de Guillermo Vilas, autografiado por el propio “Willy” cuando vino al club Independiente de Escobar en abril de 2009. Todo forma parte de la colección que muestra Aguerrebere.
“Mi raqueta más preciada es la que Vilas usó el día que estuvo en el club, me la pidió, es una Head con la que ganó el US Open y Roland Garrós del ‘77, firmada por él. Después hay una medio exclusiva, la fabricó con madera de afuera que trajo especialmente y llegó a utilizarla a nivel mundial, es otra de las que más me gustan. En el podio también pongo a la Vilas Argentina, es un flash. La compré a un flaco de Mar del Plata por Mercado Libre”. Y así, cada una de las raquetas que fue adquiriendo a partir de 2009 está envuelta en una historia.
Su máximo sueño es que Vilas conozca su “templo”, algo de lo cual no pierde las esperanzas: “Tengo el mail de él, pero nunca le escribí. Un muchacho de Pilar lo iba a traer y podría llegar a venir, porque está buscando cosas suyas que no estén editadas y yo tengo mil recortes guardados. Me encantaría que venga”, concluye con un destello de ilusión.