Durante casi un mes, tres escobarenses vivieron en la India, formando parte de la Selección Nacional que disputó el Mundial de una disciplina desconocida para la gran mayoría de los argentinos. Se trata del prokabaddi, de origen indio y cuyo objetivo es que un jugador de uno de los dos equipos entre al campo contrario para tocar adversarios y volver a su rectángulo (de 13 metros por 10) en un lapso menor a los 30 segundos. Si logra tocar a algún jugador y regresar a su terreno, los rivales tocados serán eliminados y sumará tantos puntos como jugadores haya alcanzado.
El campeonato se hizo en la ciudad de Ahmedabad, en la provincia de Guyarat, al oeste indio. Rafael Acevedo, Matías Martínez y Nahuel Villamayor fueron los deportistas del partido de Escobar que se pusieron la camiseta celeste y blanca en una experiencia increíble. El lugar donde se jugó es la meca de este deporte y para ellos la importancia de representar al país en un Mundial “no tiene precio”.
A nivel deportivo, “Los Yararás”, como se autodenominan sus integrantes, estuvieron en el Grupo A, el más difícil de los dos que había, donde fueron vencidos por Corea del Sur, Australia, Inglaterra, India y Bangladesh. Pero el grupo de jugadores quedará en la historia al ser el primer seleccionado argentino que juega un mundial indoor (bajo techo) de kabaddi.
Anteriormente hubo presencia argenta en circle kabaddi, al aire libre y sin límites de peso por jugador; acá el máximo era de 85 kilos.
“Fue una experiencia muy asombrosa. Si bien yo había competido en torneos de taekwondo, esto fue muy diferente. Convivir con compañeros que terminamos haciendo una amistad, aprender kabaddi con el coach indio BC Ramesh y viajar todos los días del hotel al estadio fueron experiencias únicas”, cuenta Acevedo, uno de los pioneros en empezar este deporte en el distrito a través de su carrera como estudiante de Educación Física en el Instituto Juan Pablo II de Maquinista Savio.
“Fue increíble representar a Argentina en un Mundial, algo único, un sueño cumplido. Debo admitir que superó mis expectativas, fue mucho más de lo que imaginé”, confiesa Martínez, quien, al igual que Acevedo, juega como defensor en el equipo nacional.
Villamayor, uno de los atacantes del plantel, también le contó a DIA 32 sus sensaciones post Mundial: “Lo viví como una experiencia inolvidable, tanto en lo deportivo como lo cultural. Con una camaradería excelente de todos y dejando todo en la cancha y en cada entrenamiento”.
Los tres coinciden en que la experiencia les sirvió mucho para el futuro, todo el plantel y cuerpo técnico argentino sabía perfectamente que iban a aprender y a tener roce internacional ante países que practican este juego desde tiempos ancestrales.
“Siempre mantuvimos un rendimiento y los otros competidores nos felicitaban luego del partido, todos alababan el hecho de que aprendiéramos en tan poco tiempo el deporte. Para el próximo Mundial nos tienen mucha fe”, declara Acevedo, ya pensando en la posibilidad de un nuevo viaje a otra copa. En esta edición el campeón fue India, que superó en la final a Irán 38 a 29.
“Tuvimos un muy buen desempeño teniendo en cuenta la juventud de nuestro equipo y el nivel y la trayectoria de los rivales. Aprendimos mucho de cada uno que nos tocó enfrentar y nos dimos el lujo de jugar contra las cuatro principales potencias a nivel mundial”, sostiene Martínez, quien demuestra que a pesar de las derrotas el ánimo del grupo no decayó nunca sino que trataron de absorber conocimientos.
Villamayor completa la idea: “En la Argentina se trata de un deporte alternativo, que a través de la difusión queremos que se convierta en algo amateur y se practique más. El nivel de nuestro equipo va en aumento, tenemos jugadores muy fuertes y hábiles que aprenden muy rápido”.
El prokabaddi es ignoto en Sudamérica, pero en Asia es milenario y quienes lo practican son muy valorados. Tanto es así que los jugadores argentinos eran reconocidos por su vestimenta oficial y requeridos a la hora de las fotografías en la calle.
“El hecho de que te paren para pedirte una foto es una de las cosas más locas que nos pasó a todos. Sumado a eso, una vez me pidieron una foto y me hicieron hablar por teléfono con toda una familia… Fue algo muy raro, pero agradable a la vez”, detalla Martínez, que se sintió un verdadero personaje popular por las calles de Ahmedbadad.
A través del kabaddi los escobarenses tuvieron su viaje inolvidable, jugando el Mundial de un deporte para entendidos, pero que a ellos les cambió la vida para siempre.
[wppg_photo_slider id=»16″]
Picantes con las comidas
La prolongada estadía en suelo asiático -llegaron el 26 de septiembre y se quedaron hasta el 20 de octubre- dejó un sinfín de anécdotas al tener que adaptarse a convivir con costumbres tan disímiles a las argentinas y difíciles de asimilar en tan poco tiempo, entrenamiento y concentraciones mediantes.
“El primer enemigo al que le hicimos frente fue el cambio de horario y el segundo ¡la comida! Era muy fuerte, le ponen muchas especias a todo, eso resultó cansador y no fue nada placentero al comer”, cuenta Villamayor, quien estuvo internado por una intoxicación, previo al encuentro con los ingleses. “Me costó mucho adaptarme nuevamente a la comida y seguir el ritmo de los entrenamientos”, revela sobre una anécdota imperdible de su excéntrico diario de viaje.
Los escobarenses dicen que los indios no comen carne vacuna y usan picantes en todas las comidas. Así, elegir el plato de almuerzos y cenas se hizo más complicado de lo que hubieran imaginado. “El menú fue el mismo en toda la estadía: pasta, verduras y mucho helado para sacar el sabor a picante”, confiesa el “Mencho” Acevedo, poniéndole una cuota de humor al hecho de haber comido casi todos los días lo mismo durante un mes.