Por GUSTAVO CEJAS
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Cinco jóvenes rapados, vestidos con un largo atuendo marrón y crucifijos de madera ingresan a una panadería del centro de la ciudad. Amablemente piden un kilo de pan, hablan entre ellos, pagan y se van. Son desconocidos y su singular apariencia despierta la atención de los clientes. Es enero de 2007 y los monjes del Instituto Religioso Clerical Hermanos Discípulos de Jesús de San Juan Bautista acaban de arribar a Garín.
Siete años después, su presencia ya es habitual en la comunidad, tanto como las procesiones, los acompañamientos espirituales y la divulgación de Dios que realizan por las calles.
“El hábito lo usamos porque es un signo de consagración y un testimonio de pobreza. El color marrón claro recuerda la tierra donde la palabra de Dios es sembrada, y el marrón oscuro representa la tierra fértil, tierra humilde que sabe esperar el tiempo de Dios”, explica Abraham de Jesús a DIA 32.
Actualmente los monjes son 38, de distintas nacionalidades: hay mexicanos, peruanos, chilenos y argentinos de diferentes provincias. Ellos se preparan para el sacerdocio y por ese motivo estudian Teología y Filosofía en la Universidad Católica Argentina (UCA).
En esta “casa de estudio” montada en la parroquia Santa Teresa también conviven tres monjas: dos mexicanas y una argentina. También estudian en la UCA y pertenecen a la rama femenina del mismo instituto religioso.
En 1986, en la capital de Salta, el padre Agustín Rosa fundó la congregación, que también se encuentra en San Nicolás, Campana, 9 de Julio, en las provincias de Santiago del Estero, Santa Cruz y otros países sudamericanos y europeos.
Abraham de Jesús es mexicano, hace once años que está iniciado. Antes estuvo en Chile, Bolivia y el interior del país, pero desde 2010 se radicó en Garín. “Nosotros somos, enseñamos y formamos comunidad de discípulos. Sobre todas las cosas acompañamos a los chicos que se encuentren con Jesús”, señala.
Las reuniones entre jóvenes, a las que llaman Koinonías, “son para mantener encendida la llama de la oración” y que la transmitan en sus casas como meta principal.
Uno de los aspectos más destacados desde la llegada de los monjes a Garín es la participación de los fieles en las procesiones que realizan por las calles, como las de San Expedito, en marzo, la del Corpus Christi, en junio, y las fiestas patronales de la Virgen Santa Teresa, en octubre.
Asimismo, en las misas, que son celebradas por el párroco Juan de Jesús, implementaron guitarras, panderetas y otros instrumentos con los que alegran el ambiente litúrgico.
También es habitual la venta ambulante de tortas, panes, galletas y hasta tacos mexicanos por parte de los propios discípulos, quienes buscan así llegar a establecer un vínculo espiritual con la comunidad y recursos para solventar los gastos de los viáticos a la facultad, en Villa Devoto.
Siguiendo los preceptos del Papa Francisco, los monjes preparan su vida religiosa en Garín remarcando en su doctrina aquello que el sumo pontífice argentino dijo en julio de 2013 en la Jornada Mundial de la Juventud, en Río de Janeiro: “Quiero que se salga afuera, quiero que la Iglesia salga a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos, las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir, sino salen se convierten en una ONG”.