Corría el año 1888 cuando un grupo de acaudalados empresarios con apellidos de alta alcurnia compró más de 500 hectáreas al suroeste de lo que hoy es Miramar, en la Costa Atlántica. El boom de Mar del Plata como ciudad veraniega por excelencia del país impulsó a estos entusiastas a idear un emprendimiento inmobiliario y crear un pequeño poblado llamado Mar del Sud.
La construcción de un hotel de diseño simple, una sola planta y un patio precedido por un pórtico de tres arcos era el comienzo de un lugar que esperaban que explote de visitantes con la anunciada llegada del tren. Pero eso nunca sucedió. Y la crisis derivada de la Revolución del Parque, que eyectó al presidente Miguel Ángel Juárez Celman en 1890, más el surgimiento de un proyecto paralelo y similar a tres kilómetros -Boulevard Atlantic-, dieron por tierra con esta iniciativa, que apenas duró dos veranos.
A partir de entonces, la edificación se fue erosionando con el paso del tiempo y los médanos de a poco comenzaron a cubrirla. Para principios del siglo XX su existencia ya no era visible.
“El Hotel Mar del Sud siempre fue motivo de polémica entre los vecinos. Estaban los que decían que nunca había existido; los que recordaban que había sido desguazado por los habitantes del lugar y los que aseguraban que se lo había tragado el mar, durante una noche de olas gigantes”, le explicó al diario La Nación Laureano Clavero, documentalista argentino radicado en Barcelona, que encontró el sitio casi de casualidad mientras estaba de vacaciones y develó un misterio centenario.
Recientemente Clavero publicó un libro sobre el mito revelado del viejo hotel fantasma. Lo hizo junto a Pablo Griguera, quien también llegó accidentalmente al lugar de los hechos por haber encajado su cuatriciclo en la arena.
Además, Griguera encabezó un informe sobre el descubrimiento para el Centro de Arqueología Urbana, dependiente de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Según la investigación, este hospedaje fue la primera gran construcción realizada más cerca del mar argentino, del que estaba separada por solo 100 metros. Las leyendas, mitos urbanos e historias relacionadas a la ubicación de sus ruinas fueron moneda corriente durante décadas.
En el trabajo se revela que había pocos datos del hotel por la falta de población local a lo largo del tiempo, aunque se sostiene que muchos lugareños solían entrar y trepar las paredes e, incluso, algunos vecinos aprovecharon para llevarse rejas y ladrillos disponibles.
Ante la escasez de información, para determinar la ubicación exacta tuvieron que recurrir a las imágenes satelitales. Al ver la zona hay un médano de enormes dimensiones que, pese al viento y los cambios que estos montículos viven constantemente, siempre mantuvo su forma rectangular, a metros de un arroyo.
“Existen en nuestro territorio decenas de estas grandes construcciones que al poco tiempo de inauguradas dejaron de usarse: modas, cambios, problemas económicos, sea lo que haya sido lo sucedido, quedaron abandonadas y muchos desaparecieran”, explica el informe de la FADU.
El atractivo de estos casos reside en la prácticamente inexistente posibilidad de comprobarlos. Sin embargo, cuando -de manera ocasional- esto sucede, el resultado puede ser asombroso.
Así, la leyenda de un hotel fantasma en un lugar despoblado fue revelada. Un mito argentino menos para descubrir.