Tímidamente, hablar de cannabis va dejando de ser mala palabra. Y no solo eso, sino que desde los organismos estatales se empieza a tomar en serio su estudio para conocerlo a fondo. El objetivo es investigar los beneficios que esta planta milenaria, presente en la farmacopea china desde hace unos 5.000 años, aporta a la calidad de vida de quienes sufren diversas enfermedades.
Hasta principios del siglo XX su uso no estaba criminalizado. De hecho, se utilizaba para muchísimos fines, además del medicinal o el recreativo. Por ejemplo, como biocombustible de bajo costo, alternativo al uso de hidrocarburos. O como papel, ya que la fibra del cannabis no se amarillea, se conserva por más tiempo que el realizado con árboles y se recicla con mayor facilidad. Y también para fabricar textiles, porque las sogas o ropa realizadas de cáñamo son más fuertes y resistentes, incluso que el algodón.
La prohibición a nivel mundial se dio en 1961 en la Convención Única de Drogas de las Naciones Unidas. El tratado proponía eliminar totalmente su uso en 25 años. En aquel entonces, la Organización Mundial de la Salud afirmaba que no había ninguna justificación para la utilización médica del cannabis. Los intereses económicos de empresarios mega poderosos eran muchos. La historia es larga, quedará para otra oportunidad.
Más de medio siglo después, los intereses son otros. Desde hace años que en países de Europa, varias ciudades de Estados Unidos e incluso en Uruguay fueron flexibilizando las leyes para permitir el uso de la marihuana, con distintas modalidades.
Argentina se prende
Si bien las leyes al respecto tienen sus contradicciones y no terminan de estar claras ni acá ni en ningún país, se empiezan a dar pasos, aunque de tortuga, para llegar a un acuerdo.
El 12 de noviembre de 2020 el gobierno nacional reglamentó la ley 27.350, con el objetivo de establecer un marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico y paliativo de la planta del cannabis.
Autorizó su cultivo con fines medicinales y obligó a las obras sociales y prepagas a garantizar el acceso. Por su parte, el Estado debe proveer gratuitamente derivados de la planta en los casos de prescripción médica.
A partir de este avance, más de una decena de municipios bonaerenses y de varias provincias pusieron manos a la obra para enfocarse en la temática. Pero sobre todo para darles respuesta a todas aquellas personas y familias que utilizan el aceite de cannabis desde la ilegalidad y que vienen pidiendo, hasta ahora infructuosamente, que el Estado de una solución.
La marihuana medicinal es muy usada en chicos con autismo, pero también por quienes padecen Alzheimer, esclerosis lateral amiotrófica, VIH, cáncer, enfermedad de Crohn, epilepsia, convulsiones, glaucoma, esclerosis múltiple y espasmos musculares, entre otras tantas afecciones.
Escobar, capital nacional de la Flor, es uno de los municipios que se interesaron en el asunto. A tal punto que el lunes 13 de agosto, un día después de las elecciones primarias, el intendente Ariel Sujarchuk firmó un convenio con la presidenta del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Susana Mirassou, para desarrollar estudios e investigaciones sobre el cultivo de cannabis con fines medicinales.
El proyecto estará coordinado por el INTA, mientras que el Municipio aportará insumos, infraestructura y el predio donde se llevará a cabo la investigación. Desde la Secretaría de Salud solo esperan la aprobación de Nación para comenzar con esta prueba piloto.
El rol del Estado
El subsecretario de Salud escobarense, José Luis Pérez, cuenta que su primer acercamiento al tema fue hace tres años, cuando una mamá le pidió que por favor hiciera algo porque sus dos hijos tienen autismo refractario y necesitaban la medicina.
Pérez no estaba al tanto de la implicancia del uso del cannabis en el área médica, pero se puso a investigar y se sintió impactado cuando descubrió como esta pócima cambia la calidad de vida de los chicos y de su entorno familiar.
Se acercó al intendente con la inquietud y se puso a trabajar para darles una solución a esas personas.
“El problema es que, al ser ilegal, el producto que los padres les dan a sus hijos viene de una cadena de elaboración que no está controlada ni regulada por nadie. Entonces, asumen el riesgo de suministrarles algo que les puede hacer mal”, explica el funcionario, entrevistado por DIA 32.
Siguiendo esa línea, sostiene que “el Estado tiene que ponerse al frente de la problemática y garantizar la elaboración de un producto que sea trazable desde la plantación hasta la elaboración del aceite, con una firma que les garantice calidad”.
A falta de equipos técnicos con expertise en el tema a nivel local y nacional, el apoyo lo encontraron en quienes ganaron en Uruguay la primera licitación estatal para plantar cannabis. Además de tener el conocimiento técnico que ayudó a elaborar el proyecto para producir aceite en el partido de Escobar, que implica todo el proceso -desde la plantación, el procesamiento de la planta y la producción-, dieron una mano enorme para lidiar con las cuestiones burocráticas y administrativas.
Así se elaboró también un convenio de trabajo colaborativo con el INTA. Finalmente, será el Conicet el organismo encargado de darle el visto bueno al producto final.
Una vez que consigan la llave que les permitirá comenzar con el proyecto -es decir, la autorización del Ministerio de Salud-, se instalarán tres contenedores en el polo educativo de Ingeniero Maschwitz, donde además está la Escuela de Policía.
“Nos resulta un lugar potencialmente aceptable, principalmente por la seguridad”, destaca Pérez.
Por otra parte, están cerrando un convenio con la Facultad de Agronomía, ya que hay estudiantes que desean hacer su tesis de graduación sobre el tema, aportando así la pata investigativa.
Un proyecto innovador
La experiencia local implicará un cultivo indoor en hidroponía, una técnica que es utilizada con otro tipo de especies pero no con el cannabis, que generalmente se planta en la tierra, ya sea en espacios abiertos o en invernaderos.
“En un cultivo normal, el mismo suelo se encarga de controlar los aportes de nutrientes. Con este sistema, la planta solo consume lo que se le da; por lo tanto, se puede ser muchos más preciso”, explica a DIA 32 el director del INTA en el AMBA, Andrés Polack.
“Tenemos que lograr una buena producción de flores y de moléculas cannabinoides, que es el principio activo que necesitamos. En segundo lugar, evaluaremos la cantidad de luz artificial que se necesitaría, ya que el tipo de iluminación puede influir en el contenido de cannabinoides”, señala. Es que se requiere de variedades con altos porcentajes de CBD y bajo THC, que es lo que le da la psicoactividad a la planta.
Cada uno de los tres contenedores que se utilizarán para esta experiencia tendrá diferentes funciones: en el primero se realizará la plantación, en el segundo se procesará la planta y en el tercero habrá un laboratorio donde se producirá el aceite.
“La idea es hacer proyectos escalables. Al ser un método modular se pueden ir agregando contenedores a medida que la producción demande expandirse”, comenta Pérez.
Son muchas las organizaciones sociales interesadas en trabajar y avanzar en el tema. Esta iniciativa es la punta de lanza para poner orden y comenzar a ubicarse dentro de un marco legislativo que no lleve a la cárcel a quienes encuentran en el cannabis la forma de sobrellevar más livianamente sus duras dolencias.
Por otra parte, el cannabis abre un universo de posibilidades a nivel científico. Y, como si fuera poco, podría convertir a Argentina en un importante productor de aceite para exportar mundialmente.
ARIEL SUJARCHUK
“Hay que dar el debate de la despenalización”
En una entrevista que le dio a El Día de Escobar en la semana previa a las elecciones primarias, el intendente Ariel Sujarchuk dejó en claro su postura sobre la despenalización del cannabis, tanto con fines medicinales como recreativos.
“En Argentina hay que dar los debates. Así como se dio el debate de la IVE (Interrupción Voluntaria del Embarazo), hay que dar el debate de la despenalización”, afirmó.
Además, señaló que sobre la marihuana “se crearon culturas, prejuicios y creencias, que con el tiempo se fue modificando”.
Por eso, remarcó su posición “a favor del debate sobre el cannabis medicinal y sobre el uso recreativo de la marihuana”.