Lleva más de tres décadas al frente de su academia, una marca registrada en la ciudad. “No tengo fecha de jubilación. Quiero estar acá hasta mi último día”, sostiene.

Hay determinadas situaciones de la vida que pueden marcar el camino para siempre, en distintos aspectos, como laborales, sociales o sentimentales. A la protagonista de esta historia le sucedió algo que abona esta teoría, más allá del dolor que significó una pérdida familiar muy importante a temprana edad.

Marta Cots sufrió el fallecimiento de su padre, José Antonio, cuando tenía apenas dos años. Hija única, porteña de ley, su mamá (Wilda Añazco) observó que ella no tenía relación con otros chicos y se criaba entre personas grandes, junto a su tía y su abuela. Tras la pérdida se habían mudado al microcentro, sobre la calle Paraguay, y no había actividades para aquella nena.

“Entonces mi mamá decidió mandarme a un colegio bilingüe, el Instituto Leach. En aquel momento no era algo tan común, recién había cumplido dos años. Mis maestras eran inglesas y yo aprendí a decir todo en inglés, a pedir para comer, para dormir, ir al baño… Me identificaba con ese idioma”, cuenta la profesora, que recibió a DIA 32 en su academia de idiomas de la calle Mitre, frente al teatro Seminari.

Después de terminar sus estudios llegó el momento de elegir una profesión y optó por algo que era poco usual en esa época: ser traductora de inglés. Se anotó en la Universidad de El Salvador y empezó la carrera, enfocada hacia la rama de traductora pública. Así empezó a trabajar con empresas porteñas y clientes que pedían traducciones laborales. Ella debía escribir todo a máquina, sin poder borrar ni corregir, porque eran documentos legales.

Marta Cots en su academia
Trayectoria. Marta Cots empezó a hablar inglés en el Instituto Leach cuando tenía 2 años.

“Llevaba mucho tiempo el trabajo, nada que ver a lo que es ahora. Seguí en eso y después de varios años entré a trabajar a Hughes Tool, en Escobar. Era secretaria bilingüe en la parte de ingeniería de productos. Estuve de 1978 a 1988, cuando nació mi segundo hijo. Primero pedí licencia y después dejé. Además, la compañía estaba a punto de cerrar”, explica, recordando su paso por aquella empresa internacional.

A principios de los ‘90 incursionaría en lo que terminó siendo su gran pasión y donde aún continúa: las clases de inglés particulares. Entró como profesora en el Instituto Cultural Belén y luego en el colegio Carlos Maschwitz. “Veía que los chicos estaban contentos. Después empecé a dar clases en mi casa, así esto fue creciendo y creciendo. Para mí es una pasión, no tengo registro del tiempo, no es que estoy esperando que termine una clase para irme”, confiesa.

Acostumbrarse a Escobar

En su adolescencia Marta Cots había conocido a Carlos Ranne, quien fue su novio y hoy es el padre de sus hijos (Carolina y Juan). Como la familia de ella tenía una casaquinta en El Cazador, solía venir a Escobar todos los fines de semana. Allí fue el flechazo de una relación que lleva décadas de amor, permanencia y compañerismo.

El inmueble de la calle Mitre al 400, donde desde hace tres décadas funciona su academia, era su hogar de casada, en el que se criaron sus chicos. “Estoy segura de que el día que me vaya de acá esta casa se convierte en un edificio, una lástima. Es muy cómoda y llena de cosas originales”, señala, orgullosa de su lugar de enseñanza.

Marta Cots en la puerta de su academia
Anfitriona. En la puerta de su academia de Mitre al 400, que abrió hace más de 30 años.

“La transición de haberme mudado de Capital a Escobar fue terrible, me costó mucho acostumbrarme. Todo era muy distinto. Nos pusimos de novios con Carlos, nos casamos, tuvimos hijos y me quedé para siempre”, repasa, haciendo un rápido resumen de su adaptación.

Marta cuenta que el salón donde se realiza la entrevista era su dormitorio matrimonial. Que fue ocupando uno a uno cada ambiente de la espaciosa casa para terminar armando una academia que cuenta con seis salones preparados para que los alumnos tomen sus clases. Hasta lo que era el garaje tomó forma de aula, para que el lugar sea más amplio y pueda entrar más gente en cada turno.

“Para mí esto es una pasión y se nota. Eso fue lo que me hizo crecer así. Fue todo progresivo. Se dan las cosas y no te das cuenta que pasa tanto tiempo”, reflexiona.

-¿A qué atribuís el crecimiento que lograste a lo largo de los años?
-Al boca a boca. Entiendo que la tecnología, el marketing e internet ayudan, como las redes sociales, pero acá viene la gente y me dice que le recomendaron el lugar, que le pasó el contacto un ex alumno, un familiar que había estudiado conmigo…

Recibiendo una distinción de manos del intendente Ariel Sujarchuk
Vecina destacada. Marta Cots recibe la distinción de manos del intendente Ariel Sujarchuk.

-¿Qué buscan los padres que anotan a sus hijos en tu academia?
-En los últimos años se tomó conciencia de la importancia del idioma como herramienta para el futuro, eso pasa más en los últimos años. Antes era más que el chico sepa y no se lleve la materia, porque en los colegios lamentablemente no hay buen nivel de inglés. Es muy básico.

-¿Por qué crees que inglés es la única materia en donde los padres mandan a sus hijos para reforzar el conocimiento?
-Porque los títulos internacionales tienen mucho peso, muchas entrevistas laborales son en inglés y si vos en ese momento no sos solvente y fluido en la comunicación, adiós. Es excluyente el hecho de no saber un idioma. Mis alumnos dan un examen que no se corrige en Argentina, es internacional. Tienen un diploma que les abre la puerta en el mundo. Más alto sea el nivel que hayan estudiado, más herramientas tienen para encontrar una buena salida laboral.

-¿A los chicos les cuesta aprender inglés?
-Sin dudas. Aparte, todo lo que implica hacer un esfuerzo lo rechazan. Tiene que ver mucho la tecnología, en internet tienen la respuesta para todo. Es rápido y tienen la solución. Si tenés que procesar algo, como aprender una lengua extranjera, tenés que dedicarle tiempo, y eso cuesta…

-¿Un egresado de tu academia puede dar clases?
-Sí, totalmente. En el nivel First hay chicas que trabajan en colegios bilingües. Tengo muchas generaciones y muchas han seguido el profesorado. Haber sembrado esa semillita es una satisfacción enorme para mí. Hace unos días me encontré con una ex alumna que me contó que se va a Estados Unidos a trabajar a una empresa, con contrato. Eso para mí es hermoso. Y en la academia, la mayoría de las profesoras fueron alumnas mías.

Marta Cots en su academia
Diplomas. En un espacio de la academia, donde cada día disfruta de su pasión por la enseñanza.

-¿Ahora sí te gusta vivir en Escobar?
-Sí, creció mucho y me gusta. Yo soy un bicho de ciudad y hay una diferencia abismal de lo que era cuando llegué hasta hoy. Era muy pueblo antes. Yo había dejado todo cuando conocí a mi marido, compañeras, amigas, todo por amor…

Cerca del final, Marta Cots muestra su coquetería al negarse a contar su edad. “Mis años no los sabe nadie, imposible. Una vez, unas alumnas fueron al padrón electoral para ver y no me encontraron. Fue muy cómico”, relata entre risas.  

“No tengo fecha de jubilación, hasta mi último día quiero estar acá. No sé qué haría sin todo esto. Hasta las vacaciones me cuestan. Me gusta estar acá, soy muy sociable”, afirma. Una apasionada del inglés que se pone feliz cada vez que alguien egresa de su tan preciada academia.

Marta Cots en un salón de su academia
Apasionada. “No tengo fecha de jubilación, hasta mi último día quiero estar acá”, afirma Marta Cots.

DE ESCOBAR A CAMBRIDGE

Viajes para enriquecer el idioma

Un clásico de la academia de inglés de Marta Cots son los viajes de egresados. Inglaterra es el lugar más visitado, y más precisamente Cambridge, la ciudad donde está la mítica universidad fundada en el año 1209, a 80 kilómetros de Londres.

“Nuestros exámenes se corrigen en Cambridge. Estuve ahí en viajes con mis alumnos. También en Londres, Canadá, Sudáfrica, Estados Unidos, Bélgica, Francia… Nos alojamos en casas de familia, vamos a un colegio todas las mañanas y a la tarde hacemos actividades. Son viajes de estudio”, señala la docente.

El último fue en 2018. Después, entre la pandemia y la situación económica, quedaron en pausa. “Pero ya vamos a retomar los viajes, son muy enriquecedores”, asegura, entusiasmada por seguir sumando experiencias junto a sus alumnos.

Comentar la noticia

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *