Por DAMIAN FERNANDEZ
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A los cotidianos hurtos, robos, balaceras, entraderas y demás embates delictivos que mantienen en vilo a la localidad de Garín, ahora se sumó otro y aún mayor flagelo: el de matar por matar. La muestra más cabal es el salvaje crimen de Juan Carlos López (16), quien falleció el martes 18 a la noche a metros de su casa, en Roma y 2 de Abril, luego de que un sujeto que circulaba en moto junto a dos más le asestara un disparo mortal en la nuca, sin mediar palabra ni motivo. Simplemente por gusto.
“Es muy injusto que no valoren la vida de los demás, ellos también tienen una madre. Es muy doloroso, son tantas las cosas que se me cruzan por la cabeza que no puedo hablar. Todavía no caigo. Para mí no están reclamando por mi hijo, para mí él me está esperando en casa”, expresaba la madre de Juan, Graciela Santillán (41), durante la marcha que el jueves 20 organizaron amigos, vecinos y familiares para exigir justicia y que el caso no quede impune.
Una semana después del asesinato, la familia López recibió a DIA 32 en su domicilio para recordar a Juan. “Le gustaba hacer reír a todo el mundo. Era un chico muy inteligente, incluso me llamaban la atención en la escuela porque teniendo tanta capacidad le gustaba más estar con los amigos”, cuenta Graciela mientras se le dibuja una sonrisa al evocar al único varón de sus cuatro hijos.
Juan estudiaba en la Técnica Nº2 del barrio 24 de Febrero, donde ella es preceptora, y había hecho la primaria en la Escuela Nº30 del barrio La Loma, en la que Graciela da clases. Amante del rap y el rugby -jugó en el Club San Andrés-, además de criar, pasear y dormir con Mía, la pitbull de la familia, “Juancito” había cosechado una innumerable cantidad de amistades “porque para él todas eran buenas personas, sólo había que conocerlas”, señala su madre.
Sus íntimos lo describen como alguien muy simpático y querido por todos. “Ayudaba a los vecinos y hasta jugaba al truco con el viejo más cascarrabias del barrio”, comenta Christian López (40), quien esa fatídica noche tuvo la desgracia de ver como su hijo perecía en sus brazos. “No me voy a olvidar nunca de esa imagen: él mirándome y yo sin poder hacer nada”, atestigua con una tristeza gigante.
Hincha de Boca, anhelaba ser técnico electromecánico como su padre, pero tanto ese sueño como el de comprarse un auto y el más inmediato de empezar a trabajar en un boliche de Campana –para el que repartía tarjetas la noche de su muerte- quedarían truncos por la voluntad de una mente asesina.
Tres días después del crimen que conmocionó a Garín, la Policía detuvo en el barrio La Madrugada a un joven de 19 años a quien se presume autor del homicidio. Su nombre es Franco Emanuel Moyano (19) y los detectives dijeron que cuando lo detuvieron estaba por fugarse a Entre Ríos.
Dicen que en su cuenta de Facebook publicó en la noche de la muerte de Juan una frase incriminante: “Un cheto menos”. Y que una persona “le escuchó decir que estaba arrepentido del crimen”, según indicaron fuentes de la comisaría 3ra. Sus allegados, en tanto, afirman que es inocente, que a la hora del hecho estaba jugando al fútbol y que la Policía lo detuvo para bajar la presión social sobre el caso.
“Quiero confiar. Yo enfoqué todo mi dolor en la cruzada para que se haga justicia por Juan, pero tengo miedo de que todo lo que estamos haciendo no sirva para nada”, confesó Santillán, en relación a la causa y a las manifestaciones realizadas en la última semana de marzo para exigir el esclarecimiento de la muerte de su hijo y reclamar seguridad.
El asesinato de Juan López no hizo más que colmar la capacidad de paciencia de la gente ante una escalada de violencia y asaltos que tiene atemorizada a toda la comunidad. Horas después del crimen que conmocionó a la ciudad, un joven recibió un balazo por la espalda mientras escapaba de un robo y otro sufrió un puntazo en plena plaza Belgrano. La inseguridad dejó de ser una “sensación” hace tiempo y Garín está más que nunca al rojo vivo.