A lo largo del tiempo, la plaza central de Belén de Escobar atravesó distintas transformaciones e intervenciones que modificaron su aspecto. Algunas más sustanciales y otras más superficiales. Algunas más recordadas que otras. Pero pocas tan controvertidas como la que ocurrió el 3 de junio de 1996, hace ya 25 años, cuando el entonces intendente Luis Patti ordenó tirar abajo el monumento al Bombero Voluntario que había sido inaugurado en 1989, con motivo del aniversario de la creación del cuartel de la ciudad.
El origen de esta pintoresca y poco recordada historia -pero en su momento muy célebre- se remonta a 1984. Comenzó con una propuesta impulsada por la Asociación de Entidades de Belén de Escobar, que en esa década tuvo una marcada participación social: además de proponer y construir el malogrado monumento en la plaza San Martín, fue artífice de la plazoleta América Latina, que está en Tapia de Cruz y Colón.
Presidida por Héctor “Bebé” Álvarez -reconocido vecino y comerciante local, fallecido en 2017-, la asociación presentó su proyecto al Concejo Deliberante, donde proponía hacerse cargo no sólo de la construcción sino también del mantenimiento de la fuente y el mural que se erigirían en la plaza principal.
La idea, que ya contaba con un amplio respaldo de la comunidad, tuvo aceptación entre los concejales radicales -en ese tiempo oficialismo- y los peronistas. Ambas bancadas coincidían en la importancia simbólica de este reconocimiento.
Así, en la lluviosa noche del martes 19 de junio de 1984 se sancionó la ordenanza que autorizaba el homenaje. La votación fue ovacionada por el numeroso público que atiborró el recinto de sesiones, según retratan crónicas periodísticas de la época.
“Esta cautivante decisión ha sido un acto de fe, donde radicales y peronistas, junto al pueblo al que representan, brindan un reconocimiento a la abnegación y al coraje de aquellos que ofrendan su vida por los demás”, celebraba en su portada la revista semanal La Hoja de Escobar. Otros medios locales aplaudían con el mismo ímpetu.
Pero el monumento no se llevó a cabo, porque días después de aquella sesión el intendente Oscar Larghi vetó la ordenanza. Entre otras razones, consideraba peligroso que haya una fuente del lado de la avenida Tapia de Cruz, frente al salón parroquial. “No es lógico ubicar un espejo de agua en una zona de tránsito de vehículos rápido e intenso”, alegó en su decreto, que causó un gran revuelo.
Espera y revancha
Cinco años después de aquel polémico veto, la Asociación de Entidades volvió a la carga con su proyecto, que corrió la misma suerte en el Legislativo: fue aprobado por unanimidad en la sesión del martes 7 de febrero de 1989.
A diferencia de su antecesor radical, el intendente peronista Fernando Valle no se opuso y promulgó la ordenanza, que quedó registrada bajo el número 635/89.
El monumento se inauguró el 7 de mayo de ese año, en coincidencia con el 30º aniversario de la creación del cuartel de Belén de Escobar. La llamativa obra consistía en una fuente con un juego de luces de colores y un mural con la figura de dos hombres apagando un incendio.
El mosaico de cerámicos fue realizado por la artista plástica local Adriana Álvarez, hija de “Bebe” Álvarez. De ahí en adelante, cada 2 de junio se celebró en ese lugar el Día del Bombero Voluntario.
El estilo del dibujo generó opiniones encontradas en el gusto de los vecinos. Para algunos, la ilustración era demasiado simple, casi infantil. Para otros, en esa simpleza radicaba su encanto. “Para mí era muy lindo. Los bomberos estábamos contentos y felices, porque lo importante era el reconocimiento por parte de la comunidad”, le cuenta a DIA 32 quien en ese tiempo era jefe del cuartel de la ciudad, Gustavo Rodríguez.
«A lo Patti»
Lo cierto es que el monumento duró apenas siete años. A pocos meses de haber asumido la Intendencia con el 70% de los votos, el ex policía Luis Patti ordenó tirarlo abajo. Pero no lo hizo cualquier día, sinó el 3 de junio de 1996: 24 horas antes, en ese lugar se había festejado el Día del Bombero.
Rodríguez recuerda ese momento con nitidez, tristeza e indignación: “Patti, por su cuenta, mandó a la gente con una maza y una máquina cargadora. Decía que era muy grande, que el monumento estaba muy céntrico y que tapaba la figura de San Martín. Yo lamento que en ese tiempo no tuviéramos celulares para filmarlo. Lo arrancaron a mazazos. Nos sentimos bastante mal todos los bomberos”, afirma el ex comandante mayor.
En su intempestivo proceder, Patti no se tomó la molestia de mandar a derogar la ordenanza sancionada en 1989 -de hecho, aún sigue vigente-; básicamente, la pasó por arriba. Tiempo después, en su segundo mandato, intentaría enmendar aquella decisión con un busto que se inauguró el 2 de junio de 2000, del otro lado de la plaza.
La escultura, que está sobre la calle Estrada, fue realizada por el escobarense Eduardo Noé. La imagen del bombero orienta su mirada hacia el cuartel, atenta al llamado de la sirena y ajena a una controversia que ya es parte del anecdotario pueblerino.