El intercambio de parejas existe hace décadas y Escobar no está ajeno a la expansión de esta tendencia. DIA 32 entrevistó a un matrimonio que pasó la prueba inicial y asegura gozar de “una vida sexual más plena”.

Por MARCOS B. FEDERMAN
mfederman@dia32.com.ar

El movimiento swinger existe en Escobar, en Argentina y en todo el planeta. Durante la Segunda Guerra Mundial, el intercambio de parejas fue una práctica muy extendida entre los pilotos de la Fuerza Aérea estadounidense. En épocas de guerras, el gobierno yanki construía barrios enteros para que militares de altos rangos y aviadores vivieran con sus familias, a pocos metros de las bases desde donde despegaban para ir a la batalla.

Nunca se sabía cuánto tiempo estarían los hombres fuera de casa y lejos de sus esposas. Era entonces que los varones que quedaban en el barrio se acercaban a las esposas de los otros combatientes. Las acompañaban a tomar el té o las invitaban a tomar unas cervezas.

La vida social estaba acotada a las decenas o centenas de personas que vivían en esos complejos habitacionales. Poco a poco se tornó aceptable ver a las esposas de unos con los maridos de otras. Los bares fueron punto de encuentro de esas “parejas alternativas”, que en el fragor del alcohol y la nostalgia empezaron a satisfacer sus necesidades más íntimas.

A tal punto se extendió esta modalidad que algunos militares -junto a otras mujeres, que no siempre eran sus esposas- inventaron un juego que consistía en poner dentro de un sombrero las llaves de sus habitaciones y, azar mediante, intercambiaban sus parejas. De ahí que la cerradura y las llaves formen parte de la simbología del movimiento.

Revolución sexual

“Puca” y “Che” son marido y mujer. Viven en Escobar, son swingers y se presentan a DIA 32 con pseudónimos para protegerse de las miradas malintencionadas de algunos vecinos. Ambos trabajan, tienen hijos y llevan, de cara a la sociedad, una vida normal. Pagan sus impuestos y votan en las elecciones. Pero puertas adentro el estilo de vida que profesan tiene matices que gran parte de la población no comparte.

Nuestro país es escenario de cierto auge de esta cultura. “No tenemos estadísticas, pero en el ‘ambiente’ se comenta que tuvo un crecimiento muy grande en los últimos años. Básicamente, desde el afianzamiento de la vida democrática, ya que en otras épocas las libertades eran mucho más restringidas”, explica “Puca”.

La institución del matrimonio está fuertemente arraigada en Argentina. Según nuestras costumbres, la monogamia es el correlato sexual de esa institución. Es por eso que el movimiento swinger tiene una vida de bajo perfil, silenciosa, clandestina. Quienes eligieron ese camino sienten el prejuicio y la intolerancia social dirigida a las elecciones que ellos hacen en sus alcobas.

“Nos interesa la difusión de esta forma de vida, porque nos gustaría que toda la sociedad abra su cabeza y pueda entenderla o, por lo menos, tolerarla. Es muy incómodo tener que estar en las penumbras por el rechazo que existe”, señala el matrimonio.

Ambos aceptaron la entrevista bajo el juramento de que sus nombres verdaderos no serían revelados, por razones que explican convincentemente. “La discreción es un pilar fundamental para nosotros. La sociedad todavía no acepta nuestra forma de vida, por lo tanto, debemos preservar todo lo posible nuestras identidades. Hay moralistas e inquisidores rastreándonos por todas partes”.

No se nace swinger

Las parejas no nacen con la idea de ser intercambiadas de vez en cuando. A “Che” y su esposa les pasó lo que muchas parejas piensan y no expresan.

“No hay como el primer beso”, dice un sabio refrán, y con el paso de los años muchos sienten decaer la libido que les provoca su monogámica vida sexual. Algunas parejas deciden hablar al respecto después de mucho tiempo. Se miran a los ojos y dicen la verdad de sus emociones.

“Puca” y “Che” sienten que superaron un umbral: “Nos atrevimos a expresarnos como personas deseantes, mas allá de nuestro vínculo de amor”.

Cada pareja que ingresa al “ambiente” tiene detrás de sí un camino hecho. No fue fácil ni automático para ninguno.

“Sabemos que muchas parejas atraviesan y manejan diferentes etapas para ingresar. Algunos solo quedan en la etapa de la fantasía, otros empiezan a hacer contactos para averiguar de qué se trata. Muchos de ellos desisten, pero los más decididos llegan a tener un encuentro con alguna pareja swinger y se toman un café. De estos, algunos concretan la experiencia y otros no. En algunos casos se arrepienten segundos antes o minutos después del intercambio”.

Una vez adentro puede haber dudas, como las que existen en todas las parejas y por miles de motivos. “Nosotros lo decidimos y lo concretamos en unos días y, a pesar que hemos pasado momentos de dudas, seguimos convencidos de que fue una muy buena decisión y lo disfrutamos mucho”.

Experiencias distintas

“No todos los casos son iguales. Algunas parejas se fortifican y otras se terminan descomponiendo. Es decir, son experiencias fuertes de ser vividas y no pasan desapercibidas en una pareja. Es muy claro aquí ese viejo dicho que dice “lo que no te mata, te fortifica”. Solo hay que arriesgarse y ser consciente de que en ese momento hay que ser fuerte. La pareja pasará por una prueba fundamental”.

El transe que atraviesan los participantes es intenso y esencial. En ese momento de disfrute nuevo, cargado de adrenalina y sensaciones encontradas, se juega el futuro de la relación. Puede ser maravilloso, o no ser.

La salud sexual de la pareja tiene mucho que ver con la salud general del binomio. Las relaciones sexuales son uno de los mayores disfrutes de los seres vivos y, por ende, la felicidad diaria está influenciada por la presencia o ausencia de ese disfrute, y por el grado de intensidad del mismo.

El placer del evento sexual es necesario para que el acto fundamental de la reproducción de la especie tenga atractivo y sea deseable de ser practicado periódicamente.

“Los que superamos la experiencia tenemos una vida sexual más plena”, aseguran sus cultores.

A un paso

Para los más decididos, el camino para experimentar este nuevo estilo de vida está al alcance de la mano. Hay páginas en internet con contactos y suscripciones gratuitas, revistas y, por supuesto, boliches swingers. “En el ambiente conviven muchísimas propuestas: parejas, hombres solos, mujeres solas e infinidad de combinaciones, depende de la experiencia que quieras vivir”, explica “Che”.

La motivación sexual tiene un trasfondo ideológico, una convicción del valor de la libertad y la autodeterminación de cada individuo a vivir su vida como quiera, sin afectar a los demás.

Dentro del movimiento swinger son todos iguales. No hay distinción de piel o condición socioeconómica. Las parejas se intercambian “tanto en grandes mansiones como en casitas humildes”.

“La sexualidad es parte de nuestras vidas y vivirla y disfrutarla de esta manera es una decisión absolutamente nuestra. Nadie tiene derecha a restringirla. Ojalá no falte mucho para un verdadero cambio de mentalidad social. Estamos esperando ese día, por nosotros y por nuestros hijos”, concluye el matrimonio.

Variantes

Las actividades de intercambio de pareja incluyen distintas alternativas. Por ejemplo, observar a otros relacionarse sexualmente; tener sexo con la pareja propia mientras se es observado; besar, acariciar o tener sexo oral con una tercera o cuarta persona. Pero la definición comúnmente entendida de swinger consiste en tener penetración sexual con otra persona, además de la pareja.

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