Por FLORENCIA ALVAREZ
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El reencuentro, las charlas, la música y el asado terminaron cerca de las dos de la mañana. Claudio Krajnik se había reunido con unos amigos a despedir el año, en Belén de Escobar. Dijo chau, subió a su moto y emprendió el camino de regreso a su casa, en Ingeniero Maschwitz. Pero no pudo llegar: en el kilómetro 45 de la Colectora Este, murió al chocar contra el guardarrail. Ocurrió en la madrugada del 21 de diciembre de 2010 y desde entonces su familia pide justicia, porque dice tener motivos suficientes para desconfiar de que haya sido un mero accidente.
Consumido por el dolor y aún en estado de shock, Miro Krajnik intentó buscar respuestas a la muerte de su hijo en el lugar del hecho. Mientras merodeaba desconsolado se le acercó un indigente que le aseguró haber visto lo que pasó. “Me dijo que había dos tipos en un coche, que cree que eran policías de civil, coimeando a los automovilistas, y que cuando mi hijo pasó le hicieron señas para que parara pero él siguió de largo. Entonces lo corrieron con el auto”.
Pero el ciruja, que vivía bajo unos arbustos al costado de la ruta, le dijo que no quería declarar, por miedo. “Decía que lo iban a hacer boleta”. Entonces, el padre de Claudio contó en la fiscalía de Escobar lo que había averiguado: “Insistí tanto que finalmente me dijeron que lo buscara y lo llevara”. Así, se pasó días enteros buscándolo, preguntando por él en el barrio San Luis, hasta que le dijeron que lo había atropellado un tren. Sus sospechas aumentaron.
Los 21 de noviembre y diciembre pasado, la familia organizó marchas para pedir justicia, recorriendo las calles principales de Maschwitz. “Queremos saber qué pasó realmente con mi hijo. Hay demasiadas irregularidades en las investigaciones y por momentos sentimos que nos están cargando”, expresó la madre de Claudio, Clara Isabel Ferreyra.
Por su parte, la fiscal Irene Molinari desechó de plano los interrogantes de la familia y afirmó a DIA 32 que las pruebas de alcoholemia realizadas al cuerpo del joven dieron positivas. “No digo que haya chocado por ese motivo, pero es un indicio muy importante, y se lo dije al padre. Se pueden pensar, imaginar e inventar veinte mil hipótesis, pero yo sólo atiendo a las que pueden inferirse a través de la prueba que hay”, expresó la funcionaria.
Además, Molinari anticipó que antes de archivar el expediente ordenará una pericia accidentológica para descartar toda duda. Esa prueba será la última palabra de un caso con ribetes inquietantes.
Padre y mozo
Claudio tenía 29 años y trabajaba de mozo en Hotel Sofitel de Los Cardales. Era padre de un chico de 4 años, Alejandro, que pronto quedará bajo la tutela de sus abuelos paternos.