La gobernadora volvió a mostrarse en Garín junto al intendente, por tercera vez en dos años. Una relación que denota la coincidencia entre ambos por correrse de la grieta y apostar al diálogo.

Que sí. Que no. Y que sí. La visita de María Eugenia Vidal al partido de Escobar iba a ser el lunes 25, justo el día del paro general. Pero 48 horas antes se canceló porque debería acompañar al presidente Mauricio Macri a su Tandil natal. Casi al mismo tiempo, su llegada se reconfirmó para el martes 26. Y así fue que la gobernadora volvió a mostrarse junto a Ariel Sujarchuk, uno de los intendentes opositores con los que mejor se lleva.

El encuentro surgió a instancias del jefe comunal, que a mediados de mayo la llamó para invitarla a la reinauguración del teatro Seminari. Vidal le agradeció el gesto, pero se excusó por compromisos que ya tenía para esa noche. No obstante, le prometió que en cuanto pueda haría una escala en el distrito. Y no tardó en honrar su palabra.

La gobernadora recorrió junto al intendente la Unidad de Diagnóstico Precoz (UDP) y la ampliación del Centro Municipal de Monitoreo. Después, ambos mantuvieron una reunión privada de la que también participó un amigo en común: el subsecretario provincial de Asuntos Municipales, Alex Campbell.

Es imposible pasar por alto que la visita de la mandataria se dio en el marco de un impactante operativo de seguridad, que incluyó la colocación de un enorme vallado en la zona de la estación y el boulevard, junto a una fuerte presencia policial.

Esto, según trascendidos, se debió al presunto temor de un escrache por parte del sindicato docente Suteba, que ya le había hecho pasar un mal momento durante la inauguración de la UDP, en mayo de 2017, con un airado reclamo por las paritarias. Esa era la segunda vez que Vidal pisaba Garín: la primera fue en 2016, cuando encabezó el acto del Día de la Bandera.

Entre otras exigencias, recaudos y restricciones, la Gobernación también prohibió estrictamente la presencia de periodistas. Así que la única cobertura que hubo fue oficial. Una actitud poco elogiable, pero que no sorprende: en ninguna de sus apariciones Vidal aceptó hacer declaraciones.

Un dato más de su paso por Garín: antes de irse, le entregó al intendente dos ambulancias cero kilómetro que se suman a las cinco con las que ya contaba el programa del SAME, implementado en Escobar en abril de 2017.

Conveniencia recíproca

El mutualismo es una interacción biológica, entre individuos de diferentes especies, en donde ambos se benefician y mejoran su aptitud biológica. Políticamente hablando, ese es el tipo de relación que mantienen Vidal y Sujarchuk, y viceversa.

La gobernadora no es de encerrarse en su círculo y suele mostrarse con intendentes opositores, pero no con cualquiera. Que Sujarchuk pertenezca a ese selecto grupo se debe a que Escobar tiene uno de los mejores indicadores de gestión de la provincia. De hecho, fue reconocido como el único distrito que rindió el 100% del Fondo de Infraestructura y el que más elevó su coeficiente en el CUD (Código Único de Distribución), que determina el reparto de la coparticipación.

A ese mérito se suma que Sujarchuk cuenta con altos niveles de aprobación en las encuestas -propias y ajenas- y un marcado perfil dialoguista, diferenciándose claramente del kirchnerismo más duro. Por eso Vidal no tiene problemas en mostrarse con él. Es más, le sirve.

A Sujarchuk también le suma aparecer al lado de la gobernadora. Básicamente porque, pese a todo, sigue siendo la figura política con mejor imagen pública. En términos estratégicos, lo acerca a la consideración de un electorado que, en buena medida, estaría dispuesto a votar su reelección. En términos de gestión, le permite conseguir recursos que de otro modo quizás no obtendría.

Dejar a un lado la grieta es algo que a los dos les conviene. Es mutualismo político.

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