Por FLORENCIA ALVAREZ
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A María Inés Berardi le arrebataron la vida de su hijo, una de las tragedias más grandes que puede pasarle a una persona. Quizás no lo supere nunca, pero decidió que si de alguna manera puede poner su grano de arena para evitar cosas semejantes en el futuro es contando lo que vivió y los errores que vio.
La familia se mantuvo alejada de los medios mientras se reacomodaba. Pero cuando se cumplió un año del hecho, la mujer accedió a una entrevista con DIA 32 en la que reveló aspectos desconocidos del caso que conmocionó no solo a Escobar sino a todo el país…
“Era un robo al voleo”
En el primer llamado, a las 6.20 de la mañana, los captores le pidieron 500 pesos de rescate. Con esa plata le devolvían al hijo que le habían secuestrado unos minutos antes. “Me hicieron escuchar la voz de Mati desesperado, muerto de miedo”, recuerda la madre del chico de 16 años que el 29 de septiembre de 2010 fue hallado con un tiro en la espalda en un descampado de Campana.
El lunes 27, a la noche, Matías había ido a una fiesta de egresados del colegio Santa Inés en la disco Pachá de Costanera Norte. Los padres de los chicos se habían encargado de contratar una combi que los lleve y los traiga. Pasadas las cinco de la madrugada, la combi que iba camino a Pilar, de donde era la mayoría de los amigos de Matías, lo dejó en el cruce de la Panamericana y la ruta 26. La idea era que ahí tomara un remís hasta su casa, en Ingeniero Maschwitz.
Según su madre, él habrá visto que ya era de día, que había bastante movimiento en la calle y por eso decidió tomar un colectivo, bajarse en la parada de Los Olmos, sobre la 26, y caminar.
“El secuestro fue a dos cuadras de casa, no como se dijo y se sigue diciendo que fue en Panamericana ramal Pilar y la 26”, aclara María Inés. “La intención de los delincuentes era entrar a robarnos. Hacer la típica del robo al voleo a quienes entran o salen de sus casas. Lo vieron a Mati caminando, lo subieron al auto y lo trajeron hasta la puerta. Pero las cosas se les complicaron porque él dijo que tenía que llamar a mi marido para que le abriera y ahí se lo llevaron. Esto surge a partir de las declaraciones de los detenidos”, revela la mujer.
A Juan Pablo y María Inés Berardi la vida se les ennegreció en un segundo. Se miraron incrédulos al recibir el primer llamado, pero sabían que no tenían tiempo que perder e intentaron tomar la mejor y más rápida decisión. Ninguno de los dos pensó que a partir de esa mañana sus vidas se convertirían en un infierno.
Lo primero que hicieron fue ponerse en manos de la policía y seguir todas las indicaciones. “Fue un momento de mucho stress y es lo que decidimos hacer. No sé si fue la decisión correcta, viendo el resultado diría que no, pero eso no lo podemos saber. Fue así”.
Nadie lo ayudó
A Matías se lo llevaron cautivo a una casa en Benavídez donde funcionaba una herrería y una vivienda habitada por toda una familia. Durante el día realizaron ocho llamados extorsivos a los Berardi. Las pretensiones empezaron a subir, de 500 pasaron a pedir 6 mil pesos y después 30 mil. A las 20.20 hicieron el último llamado. “Yo le dije a la policía que estaban por acá, porque me dijeron ‘sacá la Surán que tenés en la puerta y andá a buscar plata’. Eso quería decir que habían estado en la puerta de casa, que conocían. Pero los investigadores no me dieron bolilla”.
Matías tuvo miedo, pero no perdió el instinto de supervivencia y en cuanto pudo escapó de sus captores. Eran las 19.30 de ese fatídico martes 28. Corrió y pidió ayuda a los vecinos. Preguntó dónde estaba y llegó a decir que había sido secuestrado. Pocos lo escucharon, algunos no supieron qué hacer y otros pensaron que era una trampa para robarles. Lo cierto es que quince personas declararon haberlo visto. Ninguna lo ayudó.
“Nosotros sospechamos que en el momento en que Mati se escapó hubo una zona liberada por la policía. Muchos nos han informado que sabían que ahí tenían secuestrado a un chico y que no lo ayudaron no porque pensaron que era un ladrón sino porque sabían que pasaba algo raro y les dio miedo”, sostiene María Inés. “Era gente que actuaba con mucha impunidad. La mayoría de ellos tienen antecedentes, incluso hubo dos que ya habían participado del asesinato de un chico de 9 años en 2002 y recién ahora los van a juzgar por eso. Otro de ellos después participó del asalto al camión blindado en Garín”.
El peor final
Matías fue recapturado y en la tarde del 29 de septiembre lo encontraron muerto y semidesnudo a la vera de la ruta 6, en un baldío de Campana. La autopsia reveló que lo ejecutaron cerca de las seis de la mañana, con un tiro a quemarropa en la espalda. Aún no está claro cómo lo trasladaron hasta allí ni si lo ultimaron en Benavídez o en donde fue encontrado.
El veterinario y la maestra jardinera, junto a sus otros tres hijos -el menor, de 7 años- seguían esperando en su casa que los captores volvieran a comunicarse para coordinar la entrega del dinero. Tenían la televisión encendida y así se enteraron del más terrible final, con el canal C5N mostrando una foto de su hijo.
“Esas son las cosas que nos hacen sentir que la policía no fue profesional. Iban improvisando sobre la marcha y no nos asesoraron bien. No nos cuidaron ni siquiera al darnos la noticia”, sostiene la madre, quien durante todo el año posterior al asesinato no se cansó de señalar los errores cometidos por los investigadores.
A la espera del juicio
Hoy son once los detenidos, entre los que se encuentra el herrero Richard Souto, acusado de ser el autor material del crimen, luego de que una pericia encontrara restos de la deflagración de un disparo en sus manos. Cada uno de ellos, durante la jornada del martes 28, participó del hecho de una u otra manera.
“Nosotros pretendemos que el juicio sea lo antes posible. En un principio nos dijeron que iba a ser a fin de este año, pero nuestro abogado piensa que va a ser el año que viene. Todos tuvieron participación, el resultado ya sabemos cuál fue. La de matarlo fue una decisión en la que alguno pudo haber hecho algo para que no se llegara a este final. Lo único que pretendemos en este momento es que esta gente tenga la mayor condena posible, porque delinquió antes y si quedan libres lo van a seguir haciendo. Los once tendrían que tener una condena ejemplar. Obviamente, con la justicia argentina es difícil pretender eso, pero esa es nuestra intención”.
Buscar un cambio
El 2 de octubre del año pasado los amigos de Matías, sus padres y gente que se fue sumando espontáneamente realizaron una multitudinaria e histórica marcha en Maschwitz para reclamar justicia. Pero ahora, al cumplirse un año del hecho, los Berardi prefirieron no hacer ningún tipo de convocatoria. “Hemos hecho en su momento y vemos que estas cosas siguen pasando y no hay muchos resultados”, explica María Inés.
“Nosotros queremos transmitirles a nuestros hijos y a los amigos de nuestros hijos un mensaje de paz y por eso recordamos a Mati con una misa. No queremos quedarnos en el odio de lo que pasó, queremos hacer que las cosas cambien. Estamos siempre tratando de expresar los errores que vimos como para que no vuelvan a suceder las mismas cosas. No queremos quedarnos en la crítica sino buscar un cambio”.
Los Berardi dejaron su casa en Maschwitz, decidieron seguir con sus vidas alejados de donde sufrieron un drama tan inmenso. Tienen que pensar en positivo por sus otros tres hijos, a quienes no pudieron preservar de todo lo que pasó y tuvieron que aprender a vivir con una información demasiado dura de procesar.