Diego Bianchini lleva 20 años coordinando la escuelita del Club Independiente de Escobar, donde entrenan 350 chicos y adolescentes. Varios de sus pupilos llegaron a clubes de AFA.

Ser futbolista profesional es el sueño de millones de chicos en el mundo. Quién no fantaseó alguna vez con entrar a un estadio, ver las tribunas llenas, marcar un gol y retirarse ovacionado tras un triunfo. Ni hablar de llegar a jugar en el exterior e integrar la selección. El mismísimo Diego Maradona aseguraba, a los 8 años, que su máximo deseo era ser campeón y jugar un Mundial. Muchos lo sueñan, pero no todos pueden lograrlo.

Para dar ese primer paso antes había potreros, terrenos baldíos que en el barrio se utilizaban para armar una cancha lo más parecida que se pudiera a una “de verdad”. Con los años, esa costumbre se fue perdiendo. Por falta de lugares para jugar o por la inseguridad que les daba a los padres dejar a sus hijos en un campito con extraños o con chicos “más grandes”.

Así nacieron las escuelas de fútbol, en predios y clubes que daban otro tipo de comodidad, con profesores capacitados, canchas en buen estado y compañeros de su misma edad. En el partido de Escobar hay decenas de lugares donde poder ir a aprender, con opciones de pasto real, sintético, tierra o baldosa. Al fin y al cabo, todo es fútbol…

Uno de esos lugares es el Club Atlético Independiente de Escobar (CAIDE), que desde marzo de 2005 tiene a Diego Bianchini (50) a la cabeza. “Veinte años es un montón. Cuando empecé no tenía hijos y hoy tengo tres”, comenta, risueño, sentado a un costado de la cancha del predio de la calle Las Heras, mientras entrena la categoría 2007/08.

Diego Bianchini, en el campo de deportes del Club Independiente de Escobar
Segundo hogar. Diego Bianchini lleva veinte años en la escuelita de fútbol del CAIDE.

Arribo y comienzo

Sobre su llegada al club verdinegro, recuerda: “El profesor José María Urriza propuso mi nombre para el cargo que había quedado vacante. Estaban Osvaldo Curzi como presidente y Gustavo López y Nelson Sollazo en la comisión directiva. Ellos me hicieron una entrevista para ver qué propuesta tenía y así empecé”, le cuenta a DIA 32.

“Yo venía de la escuelita de Campo Chico. Estaba ahí hacía dos años, y antes de eso en Fútbol Ranch, con el profe José Ayala. También había estado en el colegio Santa María, con fútbol y hockey. En aquel momento había llevado a Ezequiel Ortelli y a Cintia Sava para que me den una mano. Eso fue en los últimos meses de 2004. Después agarré Independiente”, repasa cronológicamente y sin olvidar ningún nombre.

En aquel 2005, al primer entrenamiento concurrieron apenas cinco chicos. No llegaban a armar ni un picado. Con los meses el número se fue acrecentando y a fines de 2005 llegaron a ser 70. Actualmente son 350, de entre 4 y 18 años. Para entrar hay lista de espera, algo impensado dos décadas atrás.

Ganar no es prioridad

Los equipos de la escuelita de Independiente compiten en el Torneo Infantil Escobarense de Fútbol Formativo (TIEFF). En la tabla general, sumadas todas las categorías, CAIDE salió 1º y 2º en 2024. Más allá de esos logros, Bianchini aclara que el objetivo es “formar chicos con valores a través del fútbol. Tener alumnos con respeto hacia el rival, al árbitro, padres que sean respetuosos. Todo cuesta, hay que hablar con los chicos, con algún padre, lo seguimos haciendo hoy en día. Todos quieren jugar y ganar, pero también entienden que no somos tan competitivos”, señala.

Chicos de la escuelita de fútbol de Independiente de Escobar junto a sus entrenadores
Crecimiento. Hoy la escuelita de fútbol de Independiente tiene 350 chicos y lista de espera.

Como en tantos factores de la vida, los cambios influyen y afectan de distinta manera. Los chicos ganan en seguridad y contención en los clubes, pero técnicamente la formación no es la misma que hace treinta años. “Las escuelas de fútbol vinieron a reemplazar lo que eran antes los potreros. Los pibes ganan en cuestiones como comportamiento y alimentación, pero no tienen esa picardía que había antes”, confiesa el entrenador, que también trabaja en La Fraternidad de Maschwitz, como coordinador de inferiores y preparador físico de primera división.

En su equipo de trabajo en Independiente, Diego Bianchini lleva la voz cantante y tiene varios profesores que están hace más de diez años. Ezequiel Ortelli, Diego Sosa, Diego Fernández, Luis Ruíz, Ignacio Legrand y Agustín Peralta -ex jugador de la escuelita- son algunos de ellos. “Soy el artífice de esto, pero no hubiera sido posible sin el equipo que formé. Estoy súper agradecido a los profes, a su capacidad. La mayoría trabajan conmigo hace 14, 15 años”.

  • Equipo de la escuela de fútbol del CAIDE
  • Equipo de la escuela de fútbol del CAIDE
  • Equipo de la escuela de fútbol del CAIDE
  • Equipo de la escuela de fútbol del CAIDE

Uno de los máximos anhelos que aún le quedan por cumplir en el club es formar un equipo de primera división. “No pierdo las esperanzas. Sea en la Liga de Escobar o en otro torneo, pero en fútbol 11. Cuando presenté mi proyecto puse eso, pasaron veinte años y todavía no pude. Nos falta la cancha grande, pero hay jugadores de sobra. Hay un montón de chicos que quisieran jugar, de todas las edades”, sostiene, ilusionado con poder concretar este deseo.

De la cantera

Varios futbolistas que hoy están en equipos del ascenso han surgido de la escuelita del CAIDE. Algunos llegaron a jugar en primera, otros están en divisiones inferiores y hay quienes hasta se probaron en otros países, algo que llena de orgullo al entrenador.

“Hoy nuestro máximo exponente es Valentín Carlucci, que juega en la primera de Villa Dálmine. Se formó acá y después hizo algunos años de inferiores en Campana”, destaca Bianchini. “Pero también hay muchos chicos que se prueban en otros clubes y quedan. Por eso entrenamos fuerte con los juveniles, para darles herramientas. Nos pasó que algunos se probaban y volvían porque no se adaptaban o no estaban físicamente al nivel de los demás. Tenemos pibes que están jugando en clubes de AFA”, agrega.

Ejemplos de chicos salidos del CAIDE y que juegan a otro nivel hay varios. Están Augusto Ranne, en la C de Italia; Lautaro Alcaraz, en la primera de Puerto Nuevo (Campana), que antes pasó por Fénix y Real Pilar; Luca Ramadori, que juega en las inferiores de Dálmine, y Tomás Lede, en la reserva de Defensores Unidos de Zárate. Son sólo casos de futbolistas que están en actividad y que supieron vestir la camiseta verde y negra.

Expectativa. Bianchini no pierde las esperanzas de poder formar un equipo de primera división.

El fútbol en Escobar ha crecido muchísimo. El sol sale para todos, siempre hay posibilidades. Hoy hay muchas ofertas, los pibes no pierden las esperanzas de llegar. Hay casos como el de Pablo Erustes, que salió de la Liga y el año pasado jugó Copa Sudamericana para un equipo de Perú (Deportivo Garcilaso). Eso te da la pauta que se puede llegar, no hay que dejar nunca de probar”, agrega el DT. Un apasionado de la pelota que sabe transmitirles ese amor a sus jugadores.

“Hoy nuestro máximo exponente es Valentín Carlucci, que juega en la primera de Villa Dálmine. Se formó acá y después hizo algunos años de inferiores en Campana”.

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