Estaba planeado que el cronograma se cumpla religiosamente como en cada edición: el primer domingo de la Fiesta de la Flor se elegiría a la Reina Nacional Infantil del Capullo, como desde 1987. Pero a último momento, cuando ya había ochenta aspirantes de 5 añitos anotadas para mostrarse ante el jurado, el concurso quedó cancelado.
La decisión la tomó la comisión directiva de la sociedad civil Fiesta de la Flor, a partir de una carta enviada por la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de Violencia de Género (CONSAVIG) con la intención de “avanzar en la supresión de toda manifestación de violencia simbólica contra las mujeres”.
La nota se refería al concurso como una práctica sexista: “En esta ocasión, la convocatoria incluye a niñas muy pequeñas, quienes se encuentran en pleno proceso de construcción de sus subjetividades, por lo cual ser expuestas a este tipo de eventos podría inducir en ellas la naturalización y asunción de estereotipos de femineidad y/o sexualización que favorecen la temprana aparición de conductas nocivas”, advirtieron.
Por otra parte, la misiva de la CONSAVIG planteaba que no es válido argumentar que las niñas lo hacen por libre albedrío, dado que por su corta edad es lógico pensar que la decisión es tomada por los padres.
Así, lo que durante 32 años se vio como algo tierno y dulce -niñitas desfilando en vestidos con volados, con sus pequeñas capitas y sus coronas representando a las flores que todavía no abrieron (o a las larvas antes de pasar al estado de ninfa)-, hoy se ve con otros ojos. Con los ojos de pimpollos “cosificados”. Al lado romántico de las elecciones de reinas de belleza se lo llevó puesto la violencia de género y la lucha feminista. Los tiempos han cambiado. Hay tradiciones que van quedando obsoletas, como las corridas de toros.
Las madres modernas evitan que sus hijas deseen ser princesas. Intentan alejarlas de los cuentos de hadas y del color rosa. Les enseñan que las películas de Disney son pura fantasía, y que las varitas mágicas no tienen poder. Que el príncipe azul no existe. Que tienen que empoderarse para no ser sometidas en el futuro.
Está claro que incitar a niñas tan pequeñas a participar de un concurso donde sí se evalúa la belleza, la simpatía y el carisma, porque a esa edad no han desarrollado ni la cultura general ni los conocimientos académicos; y donde además no se eligen gordas, feas o con capacidades especiales, no ayuda a la tarea de aquellas madres que quieren enseñarles a sus hijitas que las princesas también tienen vidas complicadas.
Entender el mensaje
Desde la Fiesta de la Flor, cuya comisión está presidida por Tetsuya Hirose, la respuesta al reclamo de la CONSAVIG se difundió públicamente a través de un comunicado de prensa donde se anunció la cancelación de la elección de la Reina Infantil del Capullo.
“Esta fue una idea ampliamente aceptada y se conformó con el fin de promover y engalanar a nuestra querida Fiesta Nacional de Flor, que puso a Escobar como un faro del turismo y la floricultura de la provincia de Buenos Aires y del país. Lejos estaba de nuestra intención, ofender ni dañar a nadie ni suscitar a malos ejemplos o valores”, explicó la entidad.
“La elección del ‘Capullito’ correspondió a una época de antaño, que hoy entendemos, cambió. Queremos seguir vigentes en la vida de nuestra comunidad, adaptarnos a los nuevos tiempos. Queremos contribuir a la conformación de una sociedad justa y solidaria que dé al rol de la mujer la importancia que tiene para la concreción de una comunidad equitativa”, sostuvo la dirigencia de la institución.
El tema no pasó por alto en la apertura de la 56º exposición. De hecho, fue el intendente Ariel Sujarchuk quien recogió el guante mientras daba su discurso: “En este momento en que se pone en debate los reinados en las fiestas nacionales y si esto representa a la mujer, la cosifica o la engalana, estaría bueno escuchar la opinión de quienes pasaron por esa experiencia. Ustedes, que le van a pasar el trono a las próximas reinas electas”, dijo hablándole al séquito saliente.
Después, un poco en broma, un poco en serio, el jefe comunal dejó abierto el interrogante de si en las ediciones venideras no podrían presentarse hombres para representar a la floricultura escobarense.
Defender el trono
En la primavera del año pasado, la escobarense Catalina Velocci (26) fue electa 55º Reina Nacional de la Flor. Eso le permitió ser testigo y compañera del último séquito de capullitos, que tuvo como monarca a Milagros Machado. DIA 32 la consultó sobre el tema.
“Hace un par de años tuve la oportunidad de ser jurado del Capullo y lo que hacen las nenas es ir a jugar. Siempre hay una animadora que las hace jugar, bailar y cantar para que se expresen como quieran. Este año que pasó la conocí mucho a Mili, porque lo vivimos juntas. Sé que se presentó por voluntad propia. Es muy compañera y pensante. Pero entiendo que hay otras nenas a las que las llevan los padres. Sin embargo, lo viven como si estuvieran yendo a un cumpleaños”, analiza la Reina de la Flor saliente.
Por su parte, la flamante reina Rafaela Sperduti (21) no cree haber pasado por una experiencia traumática, de exposición ni mucho menos. “Lo que pesa es la esencia de cada una, la simpatía y, por supuesto, lo que sabe de la historia del distrito y del festival. Y su compromiso con lo que representa llevar la corona”, resume la joven de Belén de Escobar ante la consulta de esta revista.
El de la Fiesta de la Flor no es el único caso local, ya que en el partido de Escobar también se eligen a otras reinas: la más antigua es la de Ingeniero Maschwitz, seguida por la del Festival de Raíces Provincianas que se hace en Garín, donde las nombran paisanas, y hay algunas más.
Se necesitan personas que promocionen. Quizás no deban ser mujeres paseándose ligeras de ropa y con tacos frente a un exigente jurado. Ni niñas bonitas que encantan a adultos con sus ocurrencias e inocencia. Los tiempos cambiaron y ahora se trata de amplitud; no de prohibir, no de juzgar, no de enterrar tradiciones. Amplitud de criterios. Mentes que se abren y que piensan en el objetivo final. En este caso, el de promover el maravilloso trabajo que hacen los floricultores en nada más y nada menos que la Capital Nacional de la Flor. Lo pueden hacer bellas mujeres, bellos hombres y bellos trans. Sin importar sin son altes, esbeltes y rubies.
AVANZADA FEMINISTA
Medio centenar de ciudades suprimieron la elección de reinas
Desde hace varios años se viene cuestionando en el país si elegir soberanas en las fiestas provinciales, regionales o en los concursos de belleza tiene sentido o si solo pone a la mujer en un lugar de exposición.
En muchos lugares estos certámenes se eliminaron, mientras que en otros las mujeres electas ya no llevan el título de reinas sino de embajadoras. Algo que no parece ser un cambio trascendental, ya que el proceso de selección es el mismo. La diferencia es que no llevan coronas, cetros, bandas u otros atributos, ni títulos ni distinciones que reivindiquen estereotipos de género.
El proyecto Ciudades sin Reinas es impulsado desde la CONAVIG y ya son 46 las ciudades argentinas que no las tienen. La primera en suprimirlas fue Chivilcoy, en 2014.