Juega en Sportivo Escobar, tiene 13 años y viene de probarse en el Real Madrid, donde vivió una semana inolvidable. “Quiero seguir y vivir del básquet”, asegura, convencido.

Sus compañeros lo apodaron el “Mago”, por lo que inventa dentro de la cancha. Y quienes lo conocen desde chico aseguran que es distinto, que tiene impronta, calidad y talento. Está claro que Lucas Giovanetti (13) no es un jugador más: es una de las apariciones más importantes que dio la cantera de básquet de Sportivo Escobar.

Nació el 14 de junio de 2005 y mide 1,92, una altura inédita para un chico que recién está entrando en la adolescencia y que tiene mucho más para crecer. Vive en Del Viso, cursa sus estudios secundarios en el colegio Nicolás Avellaneda de Ingeniero Maschwitz -pasó a tercer año- y juega para el equipo de la calle Colón desde 2012.

Quien lo empezó a entrenar en Sportivo fue Fernando Bruckner. Pero los inicios no fueron sencillos, le costó adaptarse y dice que le ganaban todos: “Empecé a venir más temprano a los entrenamientos para agarrarle la mano, hasta que de a poco me fui acostumbrando al ritmo”, sostiene.

Su despegue empezó en 2017. “Cuando llegó Huguito Turilli me dio la pelota y me dijo ‘hacé lo que quieras’. Ahí agarré confianza”, le confiesa a DIA 32, en el comienzo de la entrevista. Su puesto natural es de base, conduciendo al equipo, pero también lo puede hacer de ayuda o alero.

Aunque 2018 había empezado con una fractura de muñeca izquierda y estuvo dos meses sin jugar, todo lo que vino a continuación fue inmejorable. Formó parte del equipo Sub 13 para el Provincial de Selecciones, disputó el Provincial de Clubes en su categoría e integró los equipos albicelestes Sub 13, Sub 15 y Sub 17.

Meses atrás, Sportivo salió campeón del Torneo Zonal Sub 13 con él como figura. “Fue una experiencia muy linda, la final fue contra Argentino de Pergamino y ganamos. Pasamos al Provincial, en La Plata, donde ganamos uno y perdimos los otros tres partidos”, repasa.

Además, se consagró campeón del Torneo Clausura de la Asociación Zárate-Campana con el equipo de mayores, también comandado por Bruckner, ganándole la final a Defensores Unidos. “Ahí no juego mucho, me cuidan, entro para tirar algún triple o para cerrar un cuarto”, explica.

Este año tuvo un muy buen desempeño en el clásico ante Independiente de Escobar, donde fue goleador con 17 puntos. “Ese día, de seis intentos de triples metió cinco”, acota su padre, Gustavo, orgulloso. También integra el plantel profesional de Sportivo en el Federal, pero aún no sumó minutos. La idea es que vaya adquiriendo roce con sus compañeros.

Experiencia en Madrid

Mientras jugaba el Provincial de Selecciones en Bahía Blanca, lo vio un grupo empresario que se dedica a observar deportistas jóvenes para ubicarlos en clubes de Europa. Enseguida, lo pusieron bajo el radar y se contactaron con su padre.

“Lo propusieron para el Real Madrid, el club vio videos y lo aceptó. Yo al principio desconfiaba de todo, pero me fui interiorizando y era verdad. Hasta que un día me mandan un mail firmado por Alberto Angulo, el director de la cantera de básquet del club”, narra el hombre, que dejó atrás la incredulidad inicial para armar las valijas y preparar el viaje para acompañar a su hijo, del 2 al 6 de diciembre.

En el poderoso club madrileño querían ver a Lucas en acción en un partido en serio y seguir de cerca sus entrenamientos. Así, practicó durante una semana con la Sub 14 del Real y tuvo un partido ante otro equipo español. “Nunca imaginé que me iba a pasar esto, es algo increíble, de otro nivel”, afirma, todavía conmovido al revivir esta inolvidable experiencia.

Cuenta que uno de esos entrenamientos fue “malo” y que las cosas no le salieron. “Me quería matar, no la embocaba y estaba muy enojado”, confiesa. Al otro día era el partido de prueba, así que tuvo que cambiar la mentalidad y recuperarse desde lo anímico para rendir. Metió dos dobles, un triple y tuvo una buena actuación.

“Me despidieron y me dijeron que siga trabajando, que ellos se iban a comunicar con nosotros”, remarca Lucas, sobre las últimas palabras que cruzaron los referentes del básquet madrileño con él y su padre.

En su estadía conoció a los jugadores de la primera división del Real -entre ellos al argentino Facundo Campazzo-, visitó el gimnasio donde juega el equipo y el estadio de fútbol Santiago Bernabeu. Por dos días no llegó a ver la final de la Copa Libertadores, algo que como fanático de River -al igual que su padre- hubiera sido tocar el cielo con las manos.

“Fue todo un sueño. Si hasta acá llegamos estuvo bárbaro. Y si hay más, estará buenísimo. Tenemos que esperar al menos dos años más para ver qué pasa”, explica Gustavo.

Por su parte, Lucas cierra dando sus sensaciones de cómo se sintió en el Real y deja en claro que se quiere dedicar a esto en serio: “Técnicamente estuve bien, físicamente me sentí menos, pero me dijeron que era normal. Yo quiero seguir y vivir del básquet”.

Un pichón de crack, que puede volar alto en el universo del básquet.

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