Por DAMIAN FERNANDEZ
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En la historia argentina muy pocas personas tuvieron la bendición de atiborrar de seguidores la avenida 9 de Julio. El 22 de agosto de 1951, Eva Perón movilizó a un millón de descamisados -cifra jamás alcanzada- en el acto que pasaría a la posteridad como el Día del Renunciamiento. El 26 de octubre de 1983, Raúl Alfonsín ofreció su último discurso de la campaña presidencial ante 800 mil partidarios. El 14 de diciembre de 1991, Soda Stereo convocó a 250 mil fanáticos en el ciclo “Mi Buenos Aires querido II”. Y entre el viernes 14 y sábado 15 de marzo de 2008, un maschwitzense logró ingresar a esa selecta nómina congregando a nada menos que 500 mil fieles. Hablamos de Luis Palau (82), el predicador evangelista más popular del mundo.
“Querer triunfar no está mal, es un sueño divino. Dios quiere que pensemos y soñemos grandes cosas”. Con esta y, seguramente, otras tantas frases de raigambre protestante, el descendiente de una de las familias más tradicionales de Ingeniero Maschwitz conquistó el espíritu de millones de mortales, entre los que se cuentan figuras del establishment, el deporte y la política mundial. Como Mauricio Macri, el empresario que siguió aquella prédica a raja tabla hasta cumplir su máximo anhelo: ser Presidente de la Nación.
Justamente, fue bajo esa investidura que el pasado 23 de noviembre recibió a su “pastor favorito” en la Quinta de Olivos, donde se intercambiaron elogios. Durante la charla, que se extendió por espacio de treinta minutos, el líder religioso elogió la política de “apertura al mundo” que está llevando adelante el gobierno de Cambiemos, ponderó la decisión del jefe de Estado de “dar prioridad a la unión de los argentinos después de tantos años de división”, se puso a su disposición y le manifestó: “Siempre rezamos por usted”, según se informó oficialmente a través de un comunicado de prensa.
Por su parte, Macri, quien se considera su “amigo”, agradeció las palabras del alto referente de las iglesias evangélicas, destacó la importancia de promover “los valores del esfuerzo y la cultura del trabajo” y expresó su reconocimiento por la tarea que desarrolla su comunidad en materia social y para contribuir al tratamiento y la prevención de las adicciones.
Pero no fue esa la primera vez que Macri y Palau se vieron las caras. En 2008, el entonces jefe de Gobierno porteño autorizó a cortar la avenida más ancha del mundo para que la Asociación Luis Palau (ALP) realizara durante dos días seguidos aquel multitudinario festival “Buenos Aires, Hay esperanza”. Luego compartieron una cena en la que, según recuerda una crónica de Clarín, se repartieron biblias prologadas por el cardenal Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco. En el marco de esa misma visita, el “consejero cristiano” fue recibido por la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Seis años más tarde, Macri sellaría por completo la relación con el otrora vecino de Maschwitz, padre de cuatro hijos y nacionalizado estadounidense: lo distinguió con el diploma de “Huésped de Honor” de la Ciudad. Claro que no fue, ni es, el único líder político que le rindió pleitesía y se dejó seducir por el doctor en Teología para “entregarle su corazón a Jesucristo”. Los ejemplos sobran.
A mediados de los noventa, el sucesor del famoso predicador yanqui Billy Graham (98) tuvo muy buena llegada al presidente de su país adoptivo. “Con -Bill- Clinton estábamos compartiendo un desayuno con otras personas y entre otras cosas me preguntó: ‘¿Cuán tarde se puede arrepentir uno en la vida y Dios todavía te perdona?’”, reveló el predicador sobre una charla con el carismático dirigente demócrata, quien fuera condenado socialmente y llevado a juicio político en 1998 por su affaire extramarital con la becaria Mónica Lewinsky.
Palau también se relacionó con el sucesor de Clinton, el polémico George W. Bush. Y tal fue la confianza que generó con el republicano que tras el atentado terrorista a las Torres Gemelas, en septiembre de 2001, visitó la Casa Blanca en siete oportunidades y fue asesor de un grupo de rezo privado del mandatario texano. Pero semejante simbiosis tuvo su costo: muchos pastores y seguidores lo criticaron duramente por apoyar la guerra de Irak promovida por Bush. Pero eso remite a un pequeño capítulo de una historia superlativa que comenzó un siglo atrás en Ingeniero Maschwitz.
El camino a la gloria
Luis Palau nació en el seno de una familia de clase media el 27 de noviembre de 1934 y de sus progenitores heredó mucho más que los genes. Su madre, Matilde Balfour, era organista en la parroquia San Antonio de Padua, mientras que su padre, Luis, dueño del primer corralón del pueblo, “sirvió al Señor” desde los cuatro años, incluso prestando uno de sus camiones para llevar misioneros a diferentes lugares. Fue justamente la muerte de este inmigrante catalán y amigo de Benito Villanueva lo que encendió la llama evangelista del joven.
“Mi papá murió cantando, dando palmas y apuntando al cielo. Instantes antes de morir dijo: ‘Me voy a estar con Cristo, lo cual es mucho mejor’, una frase de San Pablo en la Biblia. Y me dije: ‘Así tiene que morir la gente’. A partir de ahí -tenía 10 años- quise que todos pudieran experimentar esa seguridad en la vida eterna”, expresó Palau sobre sus orígenes. Con mucho trabajo y sacrificio, lo logró.
Tras una breve estadía en la ciudad cordobesa de Cruz del Eje con su madre y cuatro hermanas, Palau regresó a Buenos Aires y culminó sus estudios secundarios en el colegio bilingüe-anglicano San Albano, de Lomas de Zamora, la llave de ingreso al Banco de Boston, donde comenzó a trabajar a los 18 años para sostener económicamente a su familia.
Lejos de sentirse cómodo, Palau pidió la derivación a la sucursal de La Docta, aunque allí tampoco le iría muy bien: algunas prácticas empresariales no le parecieron cristianas y terminó renunciando, sin imaginar que ese hecho marcaría un antes y después en su vida.
Por entonces colaboraba con la iglesia de los Hermanos Libres, donde dirigía un programa radial diario de siete minutos, entre otras actividades. Además, pasaba gran parte de su tiempo libre leyendo estudios bíblicos y teológicos e, incluso, realizando un curso por correspondencia del Instituto Bíblico Moody (USA). Tanto conocimiento acumulado no fue en vano y derivó en una propuesta laboral afín a su vocación: traductor de inglés a castellano en el Servicio Evangelizador para América Latina (SEPAL), la entidad que en 1959 le abrió las puertas al mundo/negocio cristiano.
Un año después viajó a Estados Unidos para realizar un seminario de Teología de doce meses en la Multnomah School of the Bible, aunque el pasaje de regreso jamás lo sacó y la ciudad de Portland pasó a ser su lugar en el planeta, hasta la actualidad. Allí conoció a Patricia Scofield, con quien se casó en 1961 y rápidamente empezó a hilvanar una carrera misionera que inició en una iglesia local, pasó por su primera campaña -1966- evangelista en Bogotá (Colombia), continuó en la dirección del SEPAL para América Latina y culminó, en octubre de 1978, con la fundación de la Asociación Luis Palau (ALP), su mina de oro.
A partir de ese momento, su mensaje fue escuchado por más de 800 millones de personas en 112 países a través de la radio y la televisión -sus programas: Cruzada con Luis Palau y Luis Palau Responde- y tiene el privilegio de haberle predicado face to face a más de 22 millones de creyentes en 80 naciones de todo el Globo, organizando congresos, seminarios, charlas informales y los masivos festivales, ahora llamados “Buena música, buenas noticias”, junto a un selecto grupos de colaboradores internacionales y locales.
Por todo esto, desde su organización afirman que Luis Palau “ya entró en la historia moderna como uno de los contados hombres que le hablaron a más personas en el mundo”. Y cuando se les pregunta por la fórmula del éxito, no esconden ningún secreto. “Es un hombre de personalidad atrapante, sencillo en su forma de ser, pero profundo a la hora de comunicar. Logra captar la atención donde quiera que va”, afirman sus laderos, al mismo tiempo que destacan que “sus mensajes están orientados a la unidad familiar con el fin de rescatar y elevar los valores morales y éticos del Cristianismo Bíblico”.
“Nunca me puse a pensar si era un fenómeno social (risas). Yo diría que gozo de que se junten las multitudes y que, vengan por lo que vengan, se vayan a sus casas pensando en Jesucristo, en Dios, en la vida eterna, en el perdón de los pecados. Eso me da mucho gozo”, sostiene, con humildad, el predicador evangelista más popular del mundo.
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Enseñando a predicar
Además de incluir la “Alianza de la Nueva Generación» (NGA por sus siglas en inglés), la cual patrocina a ministerios cristianos de todo el mundo, y el “Luis Palau Festival”, con el que lleva “la palabra del Señor” a los cinco continentes, la maquinaria de evangelización denominada Asociación Luis Palau también incluye su versión digital: el Instituto Bíblico Luis Palau (IBLP). Este centro de estudio a distancia fue creado “con el objetivo de instruir a pastores, líderes y personas que deseen prepararse y capacitarse para alcanzar el nivel de exigencia que requiere el nuevo milenio”. El IBLP ofrece seis cursos: Superación ministerial, Liderazgo Juvenil, Evangelismo, Iglesia Celular, Panorama Bíblico y Clases Magistrales. Las lecciones son “totalmente gratuitas”, aunque con un simple “click aquí” se puede colaborar con el proyecto de educación formal para “toda la América hispanohablante”.
ROBERTO PALAU, SU PRIMO HERMANO
“Luis no se olvidó de sus raíces”
La última visita de Palau a la Argentina se dio en el marco del Festival “Buena música, Buenas noticias”, que su hijo y apuntado sucesor Andrew -el tercero de cuatro- encabezó el 25 y 27 de noviembre del año pasado, en Campana y Zárate. Pero pese a la cercanía de su Maschwitz natal, donde su apellido es sinónimo de tradición, el líder espiritual no tuvo ningún contacto con sus parientes. Esta actitud fue muy criticada por un sector de la familia: “¡Predica amor a la familia y olvida la propia!”, se quejó una sobrina. Sin embargo, su primo hermano Roberto Palau -otrora funcionario municipal y concejal- aseguró a DIA 32 que el famoso predicador “no se olvidó de sus raíces”.
¿Tiene relación con Luis?
Sí, si. Todos los fines de año me envía postales, tarjetas de Navidad. Tengo una muy buena relación, pero no somos de frecuentarnos y hay una explicación: estuvimos 25 años sin vernos. Todos dicen que somos idénticos.
¿Cuando viene al país con sus famosos festivales pasa a saludarlo?
Salvo en esta última oportunidad, siempre que viene se comunica conmigo alguien de su equipo y me invita a sus eventos. Yo he ido, he estado con él. Claro que sí.
Pero entonces tiene razón el sector de la familia que dice que por acá nunca pasa…
Pasa que tenemos que entender quién es él y quiénes somos nosotros. Él a veces dispone de un tiempo, pero no es que vamos a estar una o dos horas. Cuando él vino a la Municipalidad, por una gestión mía, charló con Sandro -Guzmán- y con todos los pastores de la zona, pero estuvo poco tiempo. Yo solo puedo hablar bien de él. A Estados Unidos no fui nunca, pero yo tengo su dirección y sé que si vamos nos va a atender. Con Andrew estuve charlando en el Hilton. Conmigo tiene una muy buena relación, y creo que cualquiera de los primos si quiere la puede tener. Cada uno tiene un punto de vista.
En definitiva, usted opina que no se olvidó de sus raíces…
No, para nada. Cuando murió mi papá me llamó. Cuando murió mi mamá también. Y cuando murió mi tío José -hermano de Luis padre y adorador de su sobrino famoso-, pienso que habrá hecho lo mismo. Es más, yo sé que un día recorrió todo el pueblo y entró a la iglesia solo sin decir nada, porque su madre tocaba el órgano ahí. Hay que saber entender quién es y cómo es. El Papa Francisco ahora no vino, pero porque no puede. Y me parece que Luis es un poquito así. Yo lo comprendo.
La mano de Dios: 50 libros y un best seller
Ciudades y naciones enteras han oído las “buenas nuevas” de Luis Palau en conferencias, seminarios, reuniones formales y festivales masivos. Pero su fuerte a la hora de predicar no es solo la oratoria. El teólogo argentino nacionalizado estadounidense es autor de innumerables artículos relacionados a la fe y de casi cincuenta libros en más de medio siglo de trayectoria. ¿Con quién me casare?; ¿Dónde está Dios cuando sucede algo malo?; Dios es relevante; Hábitos saludables para el crecimiento espiritual; y Un hombre conforme al corazón de Dios son algunas de las ediciones que conforman la prolífica obra del famoso evangelista. Y parece que lo hace igual de bien: su último libro, Un diálogo amistoso entre un ateo y un cristiano (2008), basado en una conversación que tuvo en 2005 con el diplomático chino Zhao Qizheng, se convirtió rápidamente en best seller en el gigante asiático.