La política la apasiona. Por un lado la angustia, porque el presente del país la enerva, pero por el otro la mantiene activa. Como se la vio en este último mes, en varios actos. Uno la tuvo como protagonista: el viernes 2, el Consejo de Partido del PJ de Escobar la distinguió por su trayectoria. También estuvo junto a Máximo Kirchner en un encuentro de mujeres peronistas, en el predio de la Ciudad Floral, y escuchando al diputado nacional Axel Kicillof en el festejo del Día de la Militancia, en la Sociedad Cosmopolita.
Gianfranca Giannini lleva sus 92 años con una vitalidad y una lucidez admirables. Reniega por la disminución visual que empezó a afectarla hace unos meses, pero se jacta de que no le duele “ni un hueso” y come “de todo”. “Siempre fui de andar, soy medio callejera, no soy de las que me cuido”, confiesa, pícara. “Además, nunca bajé los brazos”.
A mediados de la década del cuarenta, su ya fallecido esposo, el médico clínico Enrique Héctor Sangalli Dupuy, quien años después tendría un cargo muy importante en el Ministerio de Salud Pública de Neuquén, la hizo conocer el por entonces incipiente movimiento peronista. Cuenta que a partir de ahí se enamoró del concepto de justicia social.
Esa pasión se tradujo en militancia y hasta en una relación con la mismísima Evita. “Fui varias veces a verla, porque ella nos llamaba, nos daba consejos. El día que falleció fui a su casa a verla. Era una mujer muy maternal, pero de mucho carácter. Decía una cosa y había que hacerla, eh”, recuerda.
En 1955 la autodenominada Revolución Libertadora derrocó al presidente Juan Domingo Perón y marcó un quiebre en la vida política de los argentinos. Y si para muestra un botón, la historia de esta mujer nacida en Italia y criada en Río Negro alcanza de sobra: docente de profesión, fue censurada e inhabilitada por la dictadura militar de Pedro Eugenio Aramburu y nunca más pudo volver a ejercer.
“Primero me trasladaron y después me echaron. Algunos me dijeron mucho tiempo después que fui una tonta, porque si me presentaba me hubiesen reincorporado y pagado. Pero ya habíamos sufrido mucho la persecución. Mi marido era un tipo bastante introvertido y sufrió mucho. Para él, Matheu fue un destierro”, revela sobre esos años oscuros y su llegada al entonces distrito de Pilar, en 1958, luego de abandonar Neuquén con dos pequeñas hijas a cuesta y de vivir algún tiempo en casa de su suegra, en Capital Federal.
Pese a todas las desavenencias, la llama de la militancia nunca se apagó. Una vez instalada en Matheu -“un pueblo radical de toda la vida”, dice-, hizo de todo por su progreso. De hecho, la Escuela Primaria N°26 del barrio Itatí, el Jardín de infantes N° 923 y la delegación municipal se construyeron a partir de gestiones suyas con los gobiernos provinciales de turno.
En el plano político, fue cofundadora de la agrupación peronista Paz, Pan y Trabajo y ejerció diversos cargos en la función pública: fue delegada municipal de Matheu y consejera escolar por el Frente Justicialista Popular entre 1989 y 1993. Durante la segunda mitad de ese mandato presidió el Consejo Escolar y más tarde trabajó en la Dirección de Tránsito.
“Me hubiese gustado ser concejal, pero lo que más me gusta es la acción social. Lo hago porque lo siento y no me arrepiento de nada. Al que pude ayudar, ayudé”, afirma en su casa de calle San Martín, donde habla de todo y sin pelos en la lengua con DIA 32.
-¿Cómo ve este momento del país?
-Acá, en casa, estamos muy locos. No queremos ver televisión, nos amarga todo, porque no le veo salida. Yo lo veo mal. Pero cuando le preguntás a uno si no estaba mejor antes, te dicen que no, porque todo era regalado. En el barrio Itatí, que es un barrio humilde, votaron todos a Macri, hasta los jubilados, las mujeres que no se hubiesen podido jubilar en su vida… ¡Es una cosa que yo no entiendo!
-¿Qué opina del gobierno de Macri?
-Para mí es el peor presidente de los últimos años. Destruyó el país. ¿Quién va a pagar la deuda? Es un gobierno para ricos y la gente lo sabía, no puede decir que no. Además, me parece que ahora la persecución ideológica que hay es mayor a la del ‘55 -Revolución Libertadora-, que fue terrible. Están pasando cosas en la Justicia que no sé si alguna vez han pasado.
-¿Cree que el peronismo puede volver al poder en 2019?
-No sé, lo veo bravo, porque algunos de los nuestros ya han demostrado algo en el Congreso, votando algunas cosas que no correspondían, como la reforma jubilatoria, que es un desastre, vergonzosa. Que me perdonen los míos, pero son unos hijos de puta.
-¿A quién se imagina como el precandidato del PJ para las elecciones presidenciales?
-Mirá, está difícil. El problema es que una parte del peronismo no quiere a Cristina, y no la quieren porque es mujer. Podría ser una cuestión ideológica, pero no, porque yo creo que a pesar de que no la quieren la ven como capaz, porque, indiscutiblemente, es brillante. Me parece que, dentro de todo, el que hizo un buen gobierno fue Solá, a pesar de haber estado con Massa. Igual, yo creo que los votos están en manos de Cristina.
-Muchos “viejos” peronistas dicen que el kirchnerismo no es peronismo. ¿Qué piensa al respecto?
-Es verdad, yo tengo una amiga que es re peronista y no la puede ni ver a Cristina. Creo que muchos no aceptan al kirchnerismo porque ven que hubo muchos montoneros. Y algunos también lo ven malo porque dicen que dio demasiado y que la gente no se merece tanto. Eso no lo entiendo: si un peronista dice que les dio demasiado, no es peronista. Uno es peronista porque dio y recibió.
-Yendo a lo local, ¿cómo ve a su Matheu querido y a Escobar en general?
-Veo que Sujarchuk está haciendo mucho y creo que va a ganar el año que viene. Matheu estaba abandonado y ahora hicieron veredas, están ampliando la salita, que va a tener cuarenta camas. Me parece una gran cosa para Matheu, porque realmente desde hace muchos años está olvidada.
-Si pudiera pedirle tres cosas para Matheu al Intendente, ¿cuáles serían?
-Uno ya se lo pedí, que es un nuevo jardín de infantes, y me dijo que lo iba a hacer. Lo segundo, agua corriente y cloacas. Y por último, un banco.