A los 19 años, acaba de sumarse a la Selección de Taekwondo a las órdenes del mismo entrenador que el ganador del oro en los Juegos Olímpicos de Londres. “Cuando me dijeron que había quedado no lo podía creer”, le contó a DIA 32.

Por JAVIER RUBINSTEIN
Director de El Deportivo Magazine y El Deportivo Web

Vivo este momento con mucha alegría, es el sueño que uno tiene como deportista. Representar a tu país es algo muy lindo”, afirma Ezequiel Coronel (19), recientemente convocado a la Selección WTF mayor tras pasar cinco días de pruebas en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD).

“El momento en que me confirmaron que quedaba fue raro. Me hicieron pelear con un chico de Chaco, le venía ganando pero no me sentía muy cómodo en la lucha. Cuando me dijeron que había quedado fue como si algo me hubiera caído encima, no lo podía creer. Recién caí cuando fui a entrenar, ya siendo integrante de la Selección”.

Este escobarense lleva ocho años practicando taekwondo y vive el momento más dulce de su carrera en las artes marciales. Se inició en la disciplina a través de una iglesia evangélica a la que concurre. “Empecé con dos coreanos que después se fueron a Capital, yo viajaba todos los sábados y seguía entrenando con ellos. Me enseñaron a patear y las técnicas, pero no hacía luchas. Después se me complicó seguir y fui al polideportivo de Escobar, donde empecé a practicar con Gabriel Aguilar, con él estoy desde 2009”, recuerda Ezequiel sobre sus primeros pasos en la actividad.

Su estilo es ir al ataque, no especular, pero siempre tomando precauciones. “Soy de ir al choque, no me quedo atrás en la lucha. Pero siempre depende del rival, hay competidores que son más agresivos, que van al ataque y vos tenés que ir de contra. Mi pelea más brava fue con Damián Malaquías, de Savio, en un tope del año pasado. Nos cruzamos en la primera llave y me ganó por un punto, fue muy difícil. En el CeNARD también se dan peleas bravas”, revela.

Ahora que lleva la bandera celeste y blanca en el pecho, Ezequiel debe viajar a Capital todos los días para practicar junto a sus nuevos compañeros de selección. “Son tres horas diarias, pero lo hago con gusto”. Su técnico es Gabriel Taraborelli, el mismo que llevó a Sebastián Crismanich a lo más alto del podio en los Juegos Olímpicos de Londres. Ese es otro motivo de orgullo para él. “Sabe mucho dentro y fuera del deporte. Además, te da garra y vos la tenés que agarrar. Siempre nos alienta a los más chicos, no nos deja de lado. Si ve que bajás los brazos te da ánimo. ‘Dale, dale, estás en la selección’, te dice. Te ayuda mucho”.

En noviembre Ezequiel tendrá un lindo compromiso deportivo: el Torneo Nacional en el CeNARD. Y en julio del año que viene participará de un selectivo para clasificar al Mundial de México. “Creo que en mi peso tengo chances, vamos a ver qué pasa”, se ilusiona.

Ezequiel tiene cinco hermanos, tres mayores y dos menores. “Somos muy unidos y me ayudan siempre”, cuenta, a la vez que destacada el apoyo de sus padres: “Me dijeron: ‘Hijo, si querés quedar andá, no dejes tu sueño atrás’. Y cuando quedé estaban más contentos que yo. Nosotros somos evangélicos y todo se lo agradecemos a Dios. Si no fuera por él, yo no estaría en ningún lado. Dios tiene su parte en esto, como en varias situaciones de mi vida, siempre está”, afirma pleno de fe.

Sobre grandes aspiraciones y competencias internacionales, el escobarense no se queda atrás. Si tiene que imaginar un anhelo, lo hace con ganas: “Sueño con llegar a un Panamericano y a un Sudamericano, ya un Mundial sería increíble. Ni hablar de un Juego Olímpico, sería tocar el cielo con las manos, más que un sueño sería una fantasía. Pero todo es posible”.

Por último, deja una afirmación madura e inteligente, digna de su personalidad y de su formación como atleta de tantos años. “En la calle el taekwondo no se utiliza, una vez me quisieron robar y tuve que defenderme, me sirvió mucho. Pero hay que evitar las peleas callejeras, no sabés con qué loco te podés cruzar. Es preferible pasar por tonto que arriesgarte”, asegura.

Un pibe franco, lleno de humildad, fascinado por lo que le toca vivir. Y no es para menos…

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