Los múltiples interrogantes que se ciernen frente al nuevo paradigma político que implicará la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada inquietan y preocupan en el primer piso de Estrada y Asborno, donde tiene su despacho el intendente Ariel Sujarchuk.
Si las declaraciones del presidente electo ya encendían alarmas durante la campaña electoral, su holgado triunfo en el balotaje -11 puntos de diferencia a nivel nacional, 4 en el partido de Escobar- no solo significó un fuerte golpe político para el oficialismo, sino que obligó al jefe comunal y su equipo a planificar con parámetros muy distintos el próximo período de gobierno.
Así como el economista libertario blandía una motosierra en sus caravanas para simbolizar la poda del gasto público que promete implementar a toda costa y a cualquier costo, Sujarchuk sabe que ahora tendrá que agarrar la tijera y recortar él también varias partidas presupuestarias.
“Austeridad” será el primer mandamiento en el inicio de su tercer mandato, al menos hasta ver qué pasa con la economía del país y cuántas de sus advertencias cumple el nuevo jefe de Estado, especialmente la reducción a cero de la obra pública, que dejaría a los municipios poco menos que librados a su suerte.
Se acabó lo que se daba
Convocados por Axel Kicillof, los 84 intendentes peronistas electos (y reelectos) asistieron el lunes 27 a la Casa de Gobierno bonaerense para analizar el futuro escenario político. Las caras no eran precisamente de alegría. Mantener la unidad y eficientizar el gasto fueron las consignas.
“Repasamos la situación de la provincia y de los municipios analizando la perspectiva de lo que se viene a nivel nacional. Es algo que nos genera mucha incertidumbre, no está formado el nuevo gobierno y no se conoce bien cuáles son las políticas que se van a llevar adelante», declaró el jefe de asesores del gobernador, Carlos Bianco.
Una preocupación central es, sin dudas, la promesa de Milei de paralizar la inversión en obra pública. En el plano local, esa medida pondría en peligro la finalización de obras que se están haciendo con fondos nacionales y descartaría de plano la posibilidad de avanzar en nuevos proyectos de infraestructura de gran escala, que un municipio no puede encarar con recursos propios.
Si algo se le puede ponderar a la gestión del presidente Alberto Fernández, es que la inversión pública federal en el partido de Escobar durante los últimos cuatro años superó todos los registros conocidos. “Soy el gobierno que más obra pública hizo en un período”, expresó hace poco el mandatario. Probablemente tenga razón.
El paso bajo nivel de la calle Podestá, la repavimentación de la ruta 25 entre Panamericana y el límite con Pilar, el Hospital del Bicentenario en Garín, las 57 viviendas del programa “Casa Propia” en barrio Phillips, las 32 de “Casa Activa” para adultos mayores en el barrio Stone, el parque solar municipal de Loma Verde y la repavimentación de la avenida De los Inmigrantes, en Belén de Escobar, son algunas de las obras que pudieron realizarse porque las financió el gobierno nacional.
Si Milei consuma su propósito de no invertir en infraestructura, correrían riesgo algunas obras en ejecución como la tercera y última etapa del Hospital del Bicentenario y la finalización del entubamiento del Arroyo Bedoya, entre otras.
Del mismo modo, podría quedar definitivamente abortado el proyecto de viviendas Procrear en Loma Verde, que contempla la construcción de 180 departamentos de 2 y 3 ambientes sobre la Colectora Oeste. Lo mismo que las 254 viviendas con 180 cocheras que se harían a través del mismo programa en Garín, sobre la avenida Constituyentes.
Ni que hablar del puerto de contenedores y el camino de circunvalación desde la costanera del Paraná a la autopista Panamericana, a la altura de Loma Verde, que el intendente mencionó en una entrevista con El Día de Escobar como uno de los grandes proyectos para su tercer mandato. Sin apoyo de Nación, tan solo una quimera.
Así, el récord de inversión pública de 2022 y 2023 podría ser un simple y agradable recuerdo bajo el régimen libertario.
Ajustar las cuentas
Si las dificultades económicas actuales se agravan con ajuste y recesión, tal como se teme que ocurra con el plan Milei, la recaudación tributaria no tardará en caer. Lo saben todos los intendentes y esa es un temor adicional -para nada menor- a la paralización de la obra pública y a los posibles recortes en los fondos de coparticipación.
Durante los últimos años, los índices de inflación fueron tan altos que los precios de las tasas, a pesar de haber aumentado bastante, quedaron desfasados, según afirman desde la Agencia Municipal de Ingresos Públicos.
Tomando el aprendizaje de esa experiencia, para el próximo ejercicio el Municipio implementará una nueva fórmula de actualización –“más moderna y transparente”, dicen-, sin porcentajes fijos ni cláusulas gatillo.
A partir de 2024, las tasas aumentarán mensualmente según el índice de Precios al Consumidor (IPC). Y no solo eso: en enero tendrán una suba de entre 30% y 40% y en marzo otro 10% para recuperar algo de lo resignado en 2023.
Este recaudo, que se analizó antes del balotaje -o sea, no es “efecto Milei”-, no será el único para tratar de mantener equilibradas las cuentas o, al menos, evitar que los ingresos tributarios se desplomen por menor cobrabilidad y un valor de tasa licuado por la inflación.
Una posibilidad que empezó a analizarse en el Ejecutivo, sin entusiasmo pero a fuerza de adaptarse a la nueva realidad, sería aplicar algún arancel a servicios que hoy son gratuitos. De la mano con esa idea va otra similar: encarecer tarifas que en la actualidad están subsidiadas, como la entrada al Cine Italia o a la Granja Don Benito, por dar dos ejemplos.
El contexto preocupa también a los trabajadores municipales. Desde el Ejecutivo aseguran a DIA 32 que “no va a haber despidos” y que mantener “el salario mínimo lo más alto posible” será una prioridad.
Si hay que hacer ajustes en recursos humanos, la idea sería que recaiga en la denominada “planta política” (secretarías, subsecretarías, directores, jefes de área y demás cargos jerárquicos). Por eso, Sujarchuk no se apurará en reorganizar su nuevo gabinete.
“Hay cambios que se van a conocer ahora y otros que se van a dar en febrero, marzo. La renovación total del gabinete se va a producir con el reinicio de la gestión”, afirman cerca del jefe comunal.
En su primer mandato, Sujarchuk tuvo que arreglárselas sin apoyos arriba, con Mauricio Macri en la presidencia y María Eugenia Vidal en la gobernación. Tuvo revancha en el segundo -pandemia e inflación altísima mediante-, con Alberto Fernández y Axel Kicillof, cuyas administraciones financiaron decenas de obras en el distrito. “Mi tercer mandato va a ser distinto a los dos primeros, ni mejor ni peor”, había dicho Sujarchuk durante la campaña, seguramente sin creer que en el inicio de este nuevo período tendría que agarrar la tijera y ajustarse el cinturón.