Desde hace un tiempo, y cada vez más últimamente, ante cada hecho grave de inseguridad que ocurre en el distrito es habitual leer en las redes sociales afirmaciones del tipo «Con Patti esto no pasaba». Sin embargo, aunque haya quienes lo repitan con un convencimiento casi fundamentalista, no es más que una leyenda urbana, otra mitología escobarense, como la maldición gitana que hace que llueva durante la Fiesta de la Flor o la supuesta ordenanza que prohibía a las parejas besarse en las plazas cuando el otrora policía llegó a la Intendencia.
Alcanza y sobra un repaso ligero por los archivos periodísticos de sus años dorados en la política para desterrar de raíz el mito. Es que la inseguridad, así como no es una sensación, tampoco es nueva. Y en esta zona, precisamente, el agravamiento del delito comenzó a darse en la década del ’90.
Uno de los casos más recordados de aquella época es el asesinato del remisero Jorge Peña (42), ocurrido en julio de 1999 en el barrio Stone de Belén de Escobar. Patti, que estaba en plena campaña para gobernador, disparó su temeraria propuesta de formar piquetes de civiles armados para combatir la delincuencia. El entonces ministro de Justicia y Seguridad bonaerense, León Arslanian, lo comparó con el dictador Adolf Hitler.
Otro asesinato que causó gran conmoción fue el de Paola Brizuela (22), en Garín. Ocurrió el 18 de octubre de 1998, Día de la Madre. La joven iba a llevarle un regalo a la suya, pero a mitad de camino le dispararon para robarle la bicicleta y murió. Ese mismo año, en septiembre, mataron de cuatro balazos en su casa del barrio Parque Belén al diariero Horacio Vidal. En noviembre de 2000, Gustavo Repetti (26) fue asesinado de tres tiros delante de su novia al resistirse al robo de su auto en Panamericana y ruta 26.
En mayo de 2003 asesinaron a un matrimonio boliviano y a su sobrino, en el barrio Cabot de Garín. Sí, hasta un triple homicidio ocurrió mientras gobernaba el supuesto paladín de la seguridad pública. También en Garín, un hombre de 36 años, Ramón Herrera, fue acribillado en la céntrica esquina de Belgrano y Sulling tras resistirse a un robo en abril de 1997. Iba con su hijo, de 13 años.
La farmacéutica Ana María Ronde (Belén de Escobar), Valeriano Trujillo (Maschwitz), Ramón Zárate (Matheu) y Orlando Trovatto (Loma Verde) son otros de los nombres que aparecen en las funestas páginas policiales del archivo -desafortunadamente incompleto- del extinto semanario El Mensajero, que DIA 32 consultó para este informe.
Las víctimas fatales de la inseguridad entre 1996 y 2003 no solo fueron civiles. También murieron varios compañeros de armas de Patti en tiroteos con delincuentes. Uno de ellos, el sargento Jorge Galván, cuyo nombre fue impuesto a la subcomisaría de Matheu, la localidad en la que murió, en 1998.
Los atroces ataques a quinteros bolivianos también fueron moneda corriente en el período pattista, tanto como los incontables hechos de piratería del asfalto sobre Panamericana, los asaltos a viviendas de barrios residenciales, los crímenes de connotaciones mafiosas (Pascual Petitti, Aldo Porto Real, Juan Carlos Fernández, etcétera), los casos de legítima defensa y los robos en comercios. Ya entonces se decía que no se podía salir a la calle.
Lejos de temerle, los delincuentes parecían empecinados en mojarle la oreja y dejar en ridículo al idolatrado ex policía. Lo lograron cada vez que se lo propusieron. En febrero de 1998 entraron a robar al Palacio Municipal, pero no pudieron abrir la caja fuerte; dos meses después, tuvieron revancha: asaltaron al tesorero cuando cruzaba la plaza para depositar más de 20 mil pesos (dólares) y cheques -la recaudación del día- en el Banco Provincia. Pero eso no fue todo.
En el cementerio de Escobar se metieron a robar dos veces. En una ocasión saquearon la oficina; en la otra se llevaron un ataúd, que después abandonaron en la esquina de Hipólito Yrigoyen y Travi. En 2002, un joven ladrón se animó a sacar un arma en el Juzgado de Faltas para llevarse la recaudación. Ni le importó estar a una cuadra de la comisaría. Por entonces también entraron a robar al corralón municipal, de donde se fueron con un camión y una retroexcabadora. Tranqui.
Cansado de que lo tomen de punto como a un «pichi», Patti explotó y se la agarró con el gobernador Carlos Ruckauf: «Al final, eso de meterle balas a los delincuentes era verso», declaró.
¿Que con Patti no pasaba? O: ¿qué no pasaba con Patti?
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