El avance inmobiliario y su decisiva incidencia en la transformación del paisaje urbano escobarense -negativa o positiva, según la óptica- son toda una tendencia de la época, que cada tanto va lanzando nuevos productos a un mercado tan saturado como ávido de novedades.
En ese contexto, sobre la calle Asborno al 642, frente a la plaza San Martín, acaba de construirse una de las edificaciones más elevadas de la ciudad. Con una opulenta talla de 30 metros, la flamante mole de 10 pisos consta de 54 departamentos de uno a cuatro ambientes, que van de los 27 a los 110 metros cuadrados -varios con terrazas propias de 50 metros-; dos subsuelos que alojan 41 cocheras y un amplio local comercial en planta baja.
Cada unidad está equipada con aparatos de aire acondicionado frío calor, pisos de porcelanato, aberturas con vidrios laminados y terminaciones de acero inoxidable. Los más amplios cuentan con dos baños y los más chicos con uno. Además, el edificio tiene un grupo electrógeno de arranque automático para proveer de energía todo lo que es de uso común, como pasillos, ascensores y la bomba de agua.
“Empezamos a construir en enero de 2011 y terminamos en la fecha prevista, más allá de lo que le tocó vivir al mercado inmobiliario. En este último año y medio lo peor fue proveerse de materiales, que hicieron la cosa muy difícil”, explica a DIA 32 el responsable de la obra, Agustín Biglieri.
Por otra parte, sostiene que “la falta de créditos bancarios hizo que las operaciones sean artesanales”. Por eso debieron sentarse a negociar de forma particular con cada uno de los compradores. “Es un momento difícil y cada persona tiene una forma de pagar distinta que la acomodamos a la realidad. Tratamos de encontrarle la vuelta. Por ejemplo, si se paga al contado vale tanto, en cuotas es otro precio, en dólares es distinto, en pesos el financiamiento es más corto. Hay algunos que dan unidades más chicas en parte de pago, volvieron los trueques, hay innumerables variantes”.
La obra, que logró sortear la ordenanza que fija un tope máximo de 5 pisos, se financió vendiendo las unidades a medida que avanzaba la construcción. Hasta el momento se vendió el 80% de los departamentos disponibles, a un promedio de dos mil dólares el metro cuadrado. En cuanto a cuáles son las propiedades más pedidas, las de dos ambientes ganan por lejos y generalmente se adquieren para alquilar.
“El perfil del comprador es gente afirmada económicamente, de entre 40 y 60 años, que está pensando en tener una renta para tratar de reforzar su jubilación del día de mañana. Las personas han vuelto a invertir en ladrillos, no quieren tener la plata ni en la casa ni en el banco, y saben que esta es una inversión que se va a mantener en el tiempo”, analiza el reconocido empresario escobarense.
En cuanto a cuáles son los beneficios que este tipo de edificaciones puede brindarle a la ciudad, Biglieri asegura que “hay que tratar de concentrar edificios para concentrar los servicios y la seguridad. Es más fácil llevar los servicios a un lugar que distribuirlos por todos lados, manejar la seguridad es también más fácil de esta manera. Si la gente quiere vivir en el centro urbano, hay que irse para arriba”.
Consultado sobre el impacto de estos emprendimientos en las redes de servicios, sostiene que el problema por el aumento de la demanda es anterior a ellos: “Las cloacas no colapsan por los edificios, colapsan porque son de la década del ‘60 y Escobar creció mucho, hace 20 años que no alcanzan. El estacionamiento también colapsó, pero ese es un tema urbanístico que corresponde al gobierno, nosotros no podemos involucrarnos”.
“Además, tendrían que definir zonas para edificios y áreas verdes. Se necesitan grandes parques y no pequeños fondos en las casas, que en definitiva los terminan hormigoneando y no permiten la absorción del agua”, advierte Biglieri.
Entre controversias y debates pendientes sobre crecimiento, desarrollo y planificación, la Torre Plaza Central es uno de los tantos ejemplos de una tendencia que se acentúa y llegó para quedarse.