Por CIRO D. YACUZZI
cyacuzzi@dia32.com.ar
Hablar de dinero, muchas veces, no es cosa fácil. Ni siquiera entre amigos. Mucho menos ante gente con problemas económicos. Es un tema que, según las circunstancias, fácilmente puede encender conflictos. “No hay cosa más incómoda que esta situación. ¿A quién le gusta andar hablando de lo que gana?”, preguntaba con cierto retoricismo Jorge Landau a este periodista, que lo llamó para consultarlo por sus ingresos de diputado nacional.
Fogoneado y tergiversado por los grandes medios, el reciente aumento de dietas de los legisladores del Congreso fue un asunto de larga y confusa discusión durante el mes que pasó. Y dejó picando la curiosidad por saber cuánto cobran por su trabajo los políticos del partido de Escobar. Por eso, DIA 32 puso la lupa sobre sus recibos.
En 2012 los sueldos básicos de la administración pública local tuvieron un incremento global del 30%, que abarcó a todos los escalafones: desde el último peón hasta el intendente. Por añadidura, la medida incidió directa y proporcionalmente en las dietas de los concejales. Es que su monto equivale a cuatro sueldos mínimos y medio de un empleado administrativo municipal, según lo dispone la Ley Orgánica de las Municipalidades (LOM), en su artículo 92, inciso d. Así, cada uno de los 20 ediles escobarenses, incluido el presidente del Concejo Deliberante, cobra hoy un haber neto de $ 8.360. De ese importe hay que deducir los aportes partidarios que realizan, que van del 5% al 15% según sus cartas orgánicas.
¿Es mucho o es poco? Una simple comparación, aunque resulte odiosa, puede ser de utilidad para encauzar el análisis, tanto de este caso como de los que siguen más abajo: los concejales cobran más que un docente, un médico o un policía, pero también menos que el chofer de un camión recolector de residuos o igual que el operario más novato de una automotriz. Una vez más, todo depende del cristal con que se mire.
Desde esa perspectiva, los sueldos de los funcionarios municipales tampoco son para rasgarse las vestiduras. Obviamente, el más alto de la pirámide remunerativa es el del intendente. Su básico es de $ 36.570, que más antigüedad y bonificación por estudios trepa a un bruto superior a $ 50 mil, pero se ve licuado por los aportes jubilatorios, al IPS, partidarios y, fundamentalmente, el impuesto a las ganancias. En conclusión, cobra $ 28.500.
Al igual que los concejales, el intendente tampoco decide cuánto se lleva al bolsillo. Su salario también está supeditado a la LOM, cuyo artículo 125º establece una escala de acuerdo al índice poblacional de los distritos. Para un municipio como Escobar, que tiene 214 mil habitantes, el básico del intendente debe equivaler a 16 de un empleado administrativo del menor escalafón. Además, la ley habilita a los alcaldes a “prever una partida mensual para gastos de representación sin cargo de rendición de cuentas”.
A partir de abril, sin embargo, Sandro Guzmán se descontará de su recibo cinco mil pesos, ya que donará mensualmente ese importe a la Asociación de Padres y Amigos del Niño Neurológico de Escobar (APANNE), según adelantaron a este medio fuentes oficiales. El año pasado tuvo un gesto similar con otra institución: la Casa del Niño “María de la Esperanza”, a la que le dio tres mil pesos por mes.
La segunda remuneración más alta que eroga el Municipio corresponde al Jefe de Gabinete, quien tiene asignado un ingreso base de $ 9.435 y otro importe igual en concepto de responsabilidad funcional. Así, entre pluses y descuentos, cobra cada mes $ 15.500.
En el tercer escalón de la planta de personal superior de la Comuna están los secretarios. En la actualidad son diez, pero no todos cobran lo mismo. Los mejores pagos tienen un básico de $ 8.190 y pueden sumar hasta un 90% de ese importe por responsabilidad funcional. Los menos cuentan con $ 6.640 de básico y tienen un tope de 80% por ese ítem, cuyo porcentaje fija discrecionalmente el intendente. En tanto, los subsecretarios tienen un básico de $ 6.280, al igual que los jueces de Faltas.
Abrupto y polémico
Con el reciente y controvertido aumento de sus dietas, los diputados nacionales pasaron a cobrar remuneraciones de entre 30 y 35 mil pesos. Quienes viven a más de 100 kilómetros de la Capital reciben también un plus por desarraigo. No es el caso de Jorge Landau, que tiene media hora de auto por la autopista -salvo congestionamientos- para llegar desde su casa en Ingeniero Maschwitz a su despacho de la Cámara Baja.
El legislador oficialista -otrora intendente interino de Escobar- se mostró ajeno a la polémica instalada en los medios y justificó la medida sobre argumentos técnicos y republicanos. “Es un error conceptual analizar el aumento desde el punto de vista de una paritaria, porque los legisladores no tienen patrón. Es un sector que tiene una posición prevalente, de privilegio, dentro de la sociedad, y entonces debe tener una remuneración acorde a esa posición especial que le da la Constitución. Este no es un Estado comunista o socialista. Este es un Estado que tiene determinadas jerarquías, y los legisladores integran esa jerarquía”.
“Desde esa perspectiva, no puede ser que un director de planta, que es un auxiliar de un legislador, esté en una mejor posición remunerativa que un legislador. Y esa era la situación que estaba dada, como explicó el presidente de la Cámara, Julián Domínguez”, señaló Landau a esta revista.
Los mejores pagos
Históricamente, la Legislatura bonaerense ha sido generosa a la hora de asignar recursos a sus miembros. En la Cámara Alta, cada parlamentario percibe una dieta de $ 15.000, más una suma por viáticos que puede alcanzar los $ 10.000 mensuales. Pero no son esos sus únicos fondos.
Cada senador provincial recibe, en promedio, tres mil “módulos” mensuales (unos 90 mil pesos), destinados para contratar personal. Además, disponen de unos 250 mil pesos anuales para dar becas y subsidiar instituciones y causas que consideren nobles. Es decir, más de 20 mil pesos por mes, según publicaron diversos medios. Es por todos sabido que estos mecanismos no siempre funcionan con la transparencia necesaria y dan lugar a irregularidades como la designación de asesores fantasmas (“ñoqui”) y los consabidos retornos.
El escobarense Roberto Costa es uno de los mejores remunerados de la Cámara Alta, ya que es una de sus principales autoridades: vicepresidente segundo. Por esa función percibe un adicional del 50%. Pero entre sus aportes previsionales, jubilatorios, partidarios (los radicales contribuyen con un 15%) e impositivos (ganancias), aseguró a DIA 32 que mensualmente percibe en mano unos 24 mil pesos. También aclaró que no cobra viáticos, pero tiene a disposición un vehículo oficial y le reintegran los gastos por combustible.
En cuanto a la polémica desatada por el aumento de las dietas del Congreso, el legislador no discrepó con los montos pero señaló que la medida debería haberse implementado progresivamente “en dos o tres años”.
“Desde mi punto de vista es una dieta lógica. Cualquier cargo ejecutivo en una empresa, que lleva la misma o menos responsabilidad, tiene sueldos superiores a eso. Pero que en los últimos años se hayan quedado retrasados con los montos de las dietas no los habilita a darse un aumento de este tipo. Y menos en un contexto de tanto reclamo sindical. No era la forma”, expresó.
De Cavallo a Patti
No es la primera vez que los sueldos de los funcionarios públicos son noticia y tema de discusión. Entre los antecedentes contemporáneos más recordados está el de Domingo Cavallo, cuando justificaba los 10 mil dólares que cobraba por ser ministro de Economía de la Nación. “No podría vivir con menos”, explicaba en 1992. A contrapartida, en plena crisis de 2001 el efímero presidente Adolfo Rodríguez Saa anunciaba que se fijaría un magro sueldo de tres mil pesos y que ningún funcionario del Ejecutivo podría ganar más que él.
A nivel local también hay precedentes notorios. E insólitos. Como cuando Luis Patti, en 1999, hizo publicar en varios medios gráficos locales su recibo de haberes. Fue tras recortar del 100% al 10% el plus por gastos de representación que una ley provincial les permitió asignarse a los intendentes. Con similar criterio de austeridad, tres años antes, por indicación suya, los concejales se habían ajustado las dietas.