Por MARTIN POZZO
Director de revista La Negra
A principios del siglo XX, Ricardo Trasande (1915-2007), vecino ilustre de Ingeniero Maschwitz, comenzó a incursionar en la literatura y a juntar las primeras publicaciones de Buenos Aires. Así nacen las principales adquisiciones de una hemeroteca que funcionó en el museo municipal de esa localidad, que al cerrar, en 2010, sucumbió su destino. Hoy no tiene el apoyo ni la estructura necesaria para ser visitada públicamente, por lo que Gonzalo Monsalvo, familiar de Trasande, comenzó a digitalizar el material para que no desaparezca.
¿Cuándo tomaste conocimiento de la hemeroteca?
Ricardo era el hermano de mi abuela paterna (Celia Dolores Trasande) y tal vez ese fue un pasaporte inevitable para conocerlo. Además de un gran capital humano denotaba un gran valor intelectual. Siempre supimos en el entorno familiar acerca de historias y hazañas relacionadas con la literatura y que Ricardo atesoraba desde muy pequeño todo libro, diario, enciclopedia o revista que pudiese conseguir. Con el paso de los años este pasatiempo se convirtió en una colección de gran magnitud digna de un museo.
¿Desde cuándo la hemeroteca estuvo abierta al público? ¿Qué pasó con el contenido después del cierre del museo?
La hemeroteca funcionó muchísimos años como colección personal para que luego Ricardo la cediera al recién inaugurado Museo Dr. Legaria, el 1º de septiembre de 2003. El “Tío Tuco” (Ricardo Trasande) vivía próximo al museo y los últimos años de su vida transcurrían dentro, administrando e inventariando todo su material. La colección constaba de dos habitaciones repletas de libros y medios de comunicación (diarios y revistas antiguas), que en comunión con voluntarios de la comunidad estaba organizada y dispuesta en salas para ser visitada. El mayor gusto y razón de ser de Ricardo era recibir a grupos escolares para que conocieran sus raíces. La hemeroteca era un atractivo dentro del museo local, que aglutinaba muchas otras actividades directamente relacionadas con la cultura e identidad del pueblo. Ricardo muere el 21 de septiembre de 2007, el mismo día que cumplía 92 años. Un tiempo después de su muerte (en 2009) por razones inexplicables se decide cerrar el museo y con él la hemeroteca. Sin un lugar reprogramado, las piezas donadas por los familiares de los primeros pobladores de Maschwitz y todas las piezas de la hemeroteca debían retirarse. Al no haber una respuesta concreta, decidimos junto con mi tía, la esposa de Ricardo (Elisa Ponce de León), trasladar la hemeroteca nuevamente a su casa. Desde ese momento todo este almacén de reliquias culturales está guardado.
¿Cómo nace la idea de digitalizarla?
Surge de la impotencia de ver cómo las cosas se van deteriorando. Es increíble el daño que sufre el papel con el paso el tiempo, imaginen medios que tienen más de 100 años de antigüedad… Digitalizar es la manera que encontré para seleccionar y preservar las piezas más relevantes y atesorarlas de manera segura. Estas piezas son elegidas según gusto personal, por una sencilla razón: no me alcanzaría la vida para digitalizar todo. Trato de filtrar y capturar publicidades antiguas, propagandas únicas, primeras tapas color, portadas de hechos históricos, notas de interés, etcétera.
¿Qué tipo de contenido tiene la hemeroteca?
La hemeroteca contiene material muy diverso, partiendo de libros heredados del padre de Ricardo, David Trasande, que poseía título de “Tenedor de Libros” (antiguo bibliotecario), más todo lo que Ricardo pudo conseguir durante su vida para leer y enriquecerse. Principalmente diarios y revistas de tirada nacional y los primeros medios de comunicación locales. Revista La chacra, Suelo argentino, Mundo agrario, Billiken, Rico tipo, Radiolandia, Politécnica y algunas otras perlas son las que captaron primariamente mi atención y solo representan una pequeña porción del total del material.
¿Qué destino sería el ideal para todo ese material?
A corto y mediano plazo, la vida de la hemeroteca tiene rumbo, que es la utilización de la tecnología para preservarla, archivarla y darla a conocer mediante la página web www.papelesviejos.com.ar. Pero el mejor escenario futuro sería tener un lugar adecuado en Maschwitz, con días y horarios establecidos para poder programar visitas y trabajar a la par con la comunidad educativa. Que vuelva a ser reconocida como sitio de interés cultural local, gratuito y popular.