Nacido y criado en Belén de Escobar, Ricardo González (69) se inició en el rubro de los seguros en 1978 y está cerca de cumplir cuatro décadas con su agencia, que abrió en septiembre de 1984. Es la segunda más antigua de la ciudad y una de las más elegidas, porque su nombre y su trayectoria son sinónimo de confianza.
Sus primeros pasos en el negocio los dio como empleado de Silvio González, quien luego fuera intendente de Escobar (2003-2007). Pese a tener el mismo apellido, no son familiares. Estuvo seis años trabajando en su oficina, hasta que decidió seguir su propio camino buscando una mejora profesional y económica. El mundo de los seguros le gustaba y era el medio que elegía para ganarse la vida.
Su primer local lo abrió en la esquina de las avenidas 25 de Mayo y Belgrano. Con los años pudo alquilar un espacio más cómodo, sobre la misma cuadra, hasta que en 2001 se instaló donde está ahora: al 464 de 25 de Mayo; era un terreno baldío, en el que construyó la oficina donde hoy trabaja junto a toda su familia.
Su esposa, Gabriela Caruso (59), y una de sus hijas, Eugenia (30), están en la parte de siniestros. “Tienen un muy buen manejo y paciencia para eso. Además, contamos con Federación Patronal, que es la compañía con que nos manejamos desde hace 22 años”, señala. Su hija mayor, María Victoria (34), se ocupa del área de producción. Las tres tienen matrícula de productoras. La única empleada es Elizabeth Agusti (51), que está encargada de la atención al público.
La eficiencia del equipo con el que cuenta le permite atravesar más relajado esta etapa del negocio. Generalmente se da una vuelta por las mañanas, revisa papeles, hojea las novedades y está en su oficina para lo que sus colaboradoras necesiten.
“Vamos a cumplir 40 años en el rubro, pero la verdad que es muy cansador. Es muy lindo cuando hacés el seguro, pero lo embromado es cuando ocurre el siniestro. Hay gente que viene tranquila, pero otros se ponen nerviosos y creen que uno le tiene que solucionar algo que en realidad le corresponde al seguro de la otra parte”, le cuenta a DIA 32 sobre los bemoles del día a día.
Desde hace varias décadas, debido al crecimiento poblacional, Escobar es una zona con un número alto de siniestros, choques, accidentes y robos. “Todos los días hay episodios. Te sacás uno y te cae otro, no terminás más. Tenemos un grupo de abogados que reclaman por los asegurados, eso es una ventaja, ellos le reclaman a las otras compañías. Los siniestros que se dan entre clientes de Federación Patronal lo atendemos nosotros”, comenta.
Algo que cambió con el tiempo es que antes los clientes iban a pagar al local, mientras que ahora lo hacen en Rapipago o Pago Fácil. “Es un problema menos, porque lo peor que hay es manejar plata ajena”, afirma, aliviado.
Experiencia y responsabilidad
La de Ricardo González es la segunda agencia de seguros más antigua de la ciudad, después de la de Olivo Montini, que comenzó en el año 1977.
La mayoría de sus clientes tienen vehículos asegurados contra todo riesgo, con franquicia. “Hoy cualquier arreglo, como barato, sale unos $200 mil, por eso conviene así. Muchos se pagan como destrucción total, porque sale más reparar un auto que pagar otro. Las franquicias van desde los $100 mil, la compañía se hace cargo de ese número para arriba”, explica.
Otra opción es el seguro obligatorio, contra terceros, que se puede ir fortaleciendo con ítems que cubren diversos daños, como rotura de cristales, cerraduras o robo parcial.
Buena parte de su cartera de clientes también se volcó a los seguros de hogar, donde se paga, por ejemplo, electrodomésticos que sufren daños por caída de rayos, golpes, robos o picos de alta tensión. Son pólizas que salen menos de la mitad que las de vehículos y totalmente cobrables para los asegurados.
Aunque no lleva la cuenta, Ricardo González tiene miles de asociados, entre autos, motos, embarcaciones náuticas, casas y comercios, tanto del partido de Escobar como de localidades cercanas.
“Muchos buscan el precio de una cuota de seguro, pero hay que fijarse muchas cosas. No son tantas las compañías que pagan bien y rápido. Nosotros pagamos en unas semanas, en otros lados puede llegar a tardar meses, por eso no cambio mi compañía. Económicamente me puede convenir, pero no puedo no pagarle a alguien por tres meses”, declara, comprometido con quienes confían en él.
“Podés vivir bien con esto, pero cansa. Yo nunca cerré la oficina, hasta trabajamos los sábados… Estamos con celulares abiertos para las inquietudes, atentos a la gente”, cierra, con plena vocación de servicio y la tranquilidad de dar lo mejor en su trabajo, desde hace cuarenta y cinco años.