Por MARTIN POZZO
Director de revista La Negra
Alexis Padovani nació en 1977 y hasta los 20 años jugó al rugby en el Club Atlético de San Isidro, cuando una lesión medular en un partido a beneficio de lesionados medulares lo dejó cuadripléjico. Todo lo que le siguió a esa increíble ironía no fue menos intenso ni conmovedor. Una lenta rehabilitación física que puso a prueba su fortaleza. Una arriesgada mudanza a la Patagonia en busca de la independencia perdida. El retorno a una ciudad que se volvió, en un principio, inabordable. La toma de riesgos, el desarrollo profesional, la búsqueda y el encuentro de nuevas pasiones, se transformaron, entonces, en los motores de su vida.
Actualmente trabaja en el centro de rehabilitación neurológica Fleni, en Loma Verde. La tarea que realiza como instructor de lesionados medulares es única en el mundo y está basada en un proyecto propio que presentó a esa institución en 2003. En agosto de 2012 publicó “El mundo por segunda vez”, un libro en el que cuenta la historia de su vida. Además, es líder y cantante de una banda de rock.
Alexis parece no querer hacer las cosas para convertirse en un ejemplo. Sus palabras y sus hechos están más cercanos a la autosuperación y a encontrar esos proyectos que lo llenan de felicidad.
¿Cómo era tu relación con la música antes de la lesión y cómo fue después?
Vengo de una familia de músicos. Madre profesora de guitarra y hermano baterista. Siempre se cantó en el living de casa. Mi relación era cercana, pero más de guitarreada, de asado con amigos. En 2003 empecé a tomar clases de canto y al año siguiente cantaba en una banda de covers, Comodines. El sueño era formar una banda de reggae con mi hermano Sebastián y así fue que en 2005 fundamos Jama.
¿Cómo fue esa etapa reggae?
Arrancó como un proyecto para un show acústico, donde tocaríamos para nuestros amigos temas de rock versionados a reggae. Nos motivó la idea de armar un eléctrico y así se formó la banda: diez músicos en escena y tres discos. Hoy, dos años después del final de aquel ciclo, creo que fue fundamental para ganar experiencia sobre el escenario, más allá de que fue un proyecto al que guardo dentro mío con un enorme cariño.
Tu presente musical es Resanta, ¿cómo la definís artísticamente?
Resanta era mi gran cuenta pendiente. ¿Quién no soñó con tener una banda de rock? Yo por suerte estoy cumpliendo ese sueño y ni más ni menos que también con mi hermano. Nuestro primer disco se llama Acelera (2014), es nuestra carta de presentación. Buscamos transmitir a través de las letras la importancia de hacer de este mundo un lugar más inclusivo, más justo.
¿Qué fue el Desafío del Parque Ischigualasto?
Fue un desafío que realicé en bicicleta adaptada. Me quería mostrar que si quería tener una pequeña cuota de gloria deportiva debía prepararme, entrenarme y mentalizarme para lograrlo. Así fue que junto a mi equipo de pedaleo logramos cruzar el Valle de la Luna dando una mano, a su vez, a quienes lo necesitaban. En esa oportunidad, a través de la ONG “Bicicletas por sonrisas”, el programa CQC y la bendición del Papa Francisco, conseguimos donar treinta bicicletas para los alumnos de una escuelita rural de San Juan.
¿Qué hacés en Fleni?
Trabajo desde 2003 en el equipo de kinesiología y terapia ocupacional de adultos y pediatría, posicionando pacientes usuarios de sillas de ruedas, entrenándolos y desarrollando estrategias de manejo de acuerdo a los distintos niveles de lesión y patologías diversas.
¿Cómo fue la experiencia del libro El mundo por segunda vez?
Sentía la necesidad de contar mi historia a mi entorno. Quería compartir mis sensaciones a lo largo de todos estos años, desde el día de mi accidente hasta hoy. Así fue como mi amigo Juan Ignacio Sampietro comenzó a escribirlo en 2009. La editorial Grijalbo, a través de la Randhom house Mondadori, nos publicó en diciembre de 2012.
¿Cuál es la fórmula para enfrentar la adversidad con tanta energía?
Existen dos opciones: o te angustiás o vivís. Yo elegí vivir, estar bien. Soy independiente y puedo hacer solo mis actividades diarias. No vivo pendiente de mis limitaciones, no me condiciono para nada.