Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas, pero que se diga no significa que sea necesariamente cierto. De hecho, es más que discutible. Si así fuera, habría que dar por sentado que el segundo tiempo de un partido de fútbol no será mejor que el primero, o que la segunda temporada de una serie no superará a la inicial. Cada historia es distinta y única.
En su caso, Ariel Sujarchuk (47) tendrá cuatro años para ver de qué lado queda la gestión que acaba de iniciar el 10 de diciembre: si cumple con las expectativas por las que fue ampliamente reelecto o si ya no deslumbra y es menos de lo mismo.
No es un planteo capcioso ni antojadizo. Por el contrario, es él mismo quien lo aborda cuando promete que vendrán “los mejores cuatro años en la historia del partido de Escobar”, como dijo al festejar su reelección en la noche del domingo 27 de octubre y repitió el pasado viernes 13, en su discurso de reasunción, en la Fiesta de la Flor.
Sujarchuk asegura que está motivado, pone la vara bien alta y trata de inyectarle ánimo a su tropa, pero al mismo tiempo relojea la posibilidad de recalar en algún cargo provincial o nacional. Al día de hoy no hay nada definido, aunque “su chance es gorda”, diría Patricio Rey.
Por lo pronto, el intendente decidió tomarse un descanso antes de finalizar quizás el año más intenso de su gestión. Desde el 26 de diciembre, quien lo suplanta interinamente es el secretario general del Municipio, Carlos Alberto Ramil, que es el primero en la línea de sucesión por haber encabezado la lista de concejales de 2019.
Cuando se reincorpore de su licencia, el lunes 13, quizás ya tendrá un panorama más claro sobre su futuro político inmediato. Mientras tanto, su segundo mandato, su lado B, tiene por delante nuevos desafíos, asignaturas pendientes y proyectos en marcha para que Escobar florezca hasta 2023.
Deshojando la margarita
“Esté donde esté, y donde la política me acompañe, ni un solo día voy a abandonar a nuestro pueblo ni a dejar de trabajar por los derechos de los escobarenses”. Con esa frase, Sujarchuk cerró el discurso que dio en su acto de reasunción, el viernes 13, en el predio de la Fiesta de la Flor. Sus palabras quedaron resonando en el ambiente como una despedida inminente, o al menos preventiva. Sin la certeza de que algo vaya a pasar, pero con la posibilidad abierta de par en par.
Se escucharon y circularon muchas versiones en las últimas semanas. Algunas sin demasiado fundamento y otras más sólidas. Para poner en contexto la situación, hay que tener en cuenta que los intendentes bonaerenses del PJ jugaron un rol clave en los últimos cuatro años, bancando la parada con viento en contra y en momentos críticos, política y económicamente.
Además, tanto en las primarias de agosto como en las generales de octubre aportaron un vital caudal de votos, especialmente en la tercera y en la primera sección electoral, a la que pertenece Escobar, donde Sujarchuk obtuvo un triunfo resonante. Eso hace que su nombre aparezca indefectiblemente cuando se habla de los espacios de poder que se asignarán para los jefes comunales, tanto en Nación como en Provincia, a modo de retribución.
Por ahora, el único intendente del Conurbano convocado por el presidente Alberto Fernández es Gabriel Katopodis, de San Martín, a quien designó ministro de Obras Públicas. En la Gobernación, en cambio, todavía no hubo nombramientos de intendentes.
A principios de diciembre se daba como posible el desembarco de Sujarchuk en el directorio de Aguas y Saneamientos Argentinos (AySA), pero esa posibilidad, si existió, se desvaneció enseguida. La presidencia de la empresa estatal quedó en manos de Malena Galmarini, en tanto que la vacante para un intendente fue para Leonardo Nardini, de Malvinas Argentinas.
Cerrada la puerta de AySA, nuevas versiones periodísticas publicadas por varios portales ubicaron al alcalde de Escobar en la presidencia de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE). Pero al cierre de esta edición el organismo no tenía nuevas autoridades designadas.
La AABE (ex Onabe) depende de la Jefatura de Gabinete que comanda Santiago Cafiero. Tiene unos 80 mil inmuebles bajo su control, una flota de casi 26 mil vehículos oficiales en todo el país y cuenta con potestad para operar los pedidos de la Justicia para rematar propiedades alcanzadas por la extinción de dominio por delitos como el narcotráfico y la corrupción. Se trata de una “caja apetecible”, que muchos se relamen por administrar.
Sujarchuk ya dijo que su intención es “no romper contratos” y que sólo evaluaría un ofrecimiento que no le impida seguir ejerciendo simultáneamente su cargo de jefe comunal. Pero la frase que pronunció al cerrar su discurso de reasunción abrió nuevos interrogantes, que el tiempo se encargará de dilucidar. Hasta ahora, es todo especulaciones.
Pendientes y anuncios
No se puede negar que la gestión de Sujarchuk inició un proceso de transformación de Escobar. Por eso el 65% de los votantes le renovó su confianza en las urnas. Incluso más, el intendente cumplió cerca del 70% de los anuncios que hizo, tanto en la campaña electoral de 2015 como durante su gobierno, de acuerdo a un chequeo realizado por DIA 32. No obstante, dejó varias asignaturas pendientes, que podrá saldar en estos próximos cuatro años.
Haciendo un ligero repaso, uno de los tantísimos problemas que Sujarchuk heredó del gobierno anterior es el descomunal deterioro de la infraestructura vial. Y aunque en cuatro años se hizo bastante, el Escobar “libre de baches” que prometió todavía está pendiente.
También quedó sin concretarse el proyecto para poner en funcionamiento una terminal de ómnibus de larga distancia en Belén de Escobar, sobre el boulevard Güemes. Pero la intención sigue en pie. De hecho, el intendente ya lo planteó como una de las metas para los próximos cuatro años.
La construcción de una rotonda en acceso a Ingeniero Maschwitz desde la autopista es otra de las iniciativas que quedaron pendientes, así como la remodelación de la terminal de ómnibus de Garín, la creación de un cementerio parque en Belén de Escobar y la apertura de dos nuevos centros de atención primaria.
Pero ningún proyecto fue más anunciado que la pavimentación del camino de circunvalación que nace en el puente del kilómetro 44 de la Panamericana, pasa por la entrada a San Matías, El Cantón y Puertos y termina en la ruta 25, a la altura de la barranca de El Cazador. Son cuatro mil metros de la calle Libertad, que iban a tener dos carriles por mano, iluminación y desagües. Una obra que sería íntegramente costeada por los emprendimientos urbanísticos mencionados, pero que por un motivo u otro se fue dilatando y jamás comenzó.
En cuanto a lo que viene, el jefe comunal ya formuló unos cuantos adelantos, tanto al reasumir como en un acto que encabezó el 9 de octubre en el microestadio de Garín.
Algunas de sus nuevas metas de gestión son la construcción de una Unidad de Diagnóstico Precoz (UDP) en Ingeniero Maschwitz, la mencionada terminal de ómnibus de larga distancia en Belén de Escobar, la puesta en funcionamiento del Polo Judicial y la inauguración del edificio del colegio preuniversitario de la UBA, prevista para marzo.
También prometió “obras de infraestructura en materia de hidráulica, nuevos caminos de conectividad entre las localidades y la reformulación de los accesos y bajadas de la Panamericana”, así como la creación de un polo para la radicación de empresas de ciencia, innovación y tecnología, una Escuela Regional de Capacitación Policial y una Ciudad Deportiva como lugar de entrenamiento de alto rendimiento.
Asimismo, adelantó que retomará las gestiones con el gobierno nacional para que se termine la construcción del Hospital del Bicentenario, en Garín, paralizada en 2015, y que insistirá en lo mismo con las 274 viviendas sociales de Maquinista Savio, un proyecto que se reactivó tenuemente en 2019 pero sigue inconcluso.
“Nadie empieza una segunda gestión cansado. La arrancamos con optimismo, esperanza y vocación de servicio. La tarea recién comienza, nos espera un futuro enorme”, aseguró Sujarchuk al iniciar su nueva temporada en la Intendencia. En 2023 se verá si efectivamente logra que esta segunda versión sea mejor que la primera, o si el viejo y agorero dicho, esta vez, está en lo cierto.