El mundo submarino es una incógnita fascinante de descubrir. En él se encuentra todo tipo de fauna marina, desde pulpos, ballenas o tiburones hasta peces de distintos tamaños y colores. Todo depende de en qué parte del planeta nos estemos sumergiendo, ya que la fisonomía subacuática varía de un lugar a otro.
Pero debajo del agua también hay otros invaluables tesoros, como los secretos que ocultan los barcos hundidos que después de un tiempo se convierten en arrecifes artificiales que albergan diversas clases de vida. Hay cavernas, cuevas, edificios que han quedado sumergidos luego de las inundaciones provocadas en valles poblados para construir represas, fosas oceánicas y mucho más.
Parece un mundo inaccesible, pero que no lo es tanto, ya que con un curso de pocas clases es posible zambullirse en las profundidades del fondo del mar.
Los escobarenses que quieran darse el gusto cuentan con una posibilidad al alcance de la mano: desde hace dos años funciona en Matheu una escuela de buceo donde se dan desde nociones básicas hasta cursos para instructores.
La escuela Buda Diving abre sus puertas cada primavera-verano en la calle San Alejandro 845. “Todos los cursos se componen de una parte teórica, para la cual se provee un manual de estudio, y de otra práctica, que incluye trabajos con el equipo que nosotros proveemos en una pileta o en la cuba de 7 metros de profundidad que tenemos en la quinta”, explica su director, Alejandro Cottone.
También ofrecen bautismos, que sirven para comprobar cómo la persona se siente respirando debajo del agua, para de ahí en más decidir si quiere hacer el curso, y otra opción destinada a los buzos ya certificados, con credencial habilitante, que quieran practicar o sólo deseen divertirse.
Finalizado el entrenamiento, hay que rendir dos exámenes para después sí disfrutar de ese maravilloso y desconocido universo. “Uno teórico, basado en el manual, que se rinde en Buenos Aires, y otro práctico, que hay que hacerlo en aguas abiertas, en algún lugar natural que puede ser mar, río, lago o laguna. Para eso generalmente viajamos a Salto, Uruguay, donde se dan las condiciones ideales para hacer esta actividad. Un lugar relativamente cerca, no muy costoso, y con toda la infraestructura necesaria para poder hacerlo con tranquilidad, sin stress ni riesgos”, agrega el experto.
Una vez completado el nivel inicial y aprobados ambos exámenes se otorga una credencial de validez internacional que habilita a bucear hasta 18 metros de profundidad.
“Generalmente los alumnos tienen entre 20 y 60 años y en su mayoría son hombres. Hay muchas mujeres que han hecho bautismos pero se quedan con esa experiencia, aunque les haya encantado. En cambio, los hombres son los que más se atreven a seguir adelante con el curso y tomárselo en serio”, agrega Cottone.
Durante la aventura de aprender a bucear en Matheu, también existen otras posibilidades que permiten disfrutar de un hermoso momento en familia. Son los días de campo y de pileta, ideales para las jornadas calurosas que se aproximan. Incluyen desayuno, almuerzo y merienda en un entorno verde y relajado.
Otra de las tantas opciones al alcance de la mano en Escobar, una propuesta que invita a sorprenderse con algo totalmente distinto a lo habitual.