Arrinconados en el estante de los recuerdos y llenos de polvo están el yoyo, el tiki taka, el balero, el viejo trompo y tantos otros. La moda actual que deja sin aliento a niños y adolescentes es el Fidget Spinner, un juguete con forma de trébol de tres hojas que ganó popularidad en Estados Unidos, desembarcó en el país y enseguida se convirtió en furor.
Catherine Hettinger es la persona que craneó este artículo similar a un trompo, con dos o tres brazos que terminan en aros con rodamientos y gira sobre su eje. Esta ingeniera química, oriunda de Florida, le dio vida a su invención en 1994, cuando padecía una enfermedad autoinmune conocida como Miastenia Gravis y no sabía cómo entretener a su hija Sara.
Rápidamente vio su veta comercial, lo patentó y mandó cartas a diferentes empresas. La compañía Hasbro se interesó en comercializar el producto, aunque al final quedó en la nada. Hoy Hettinger podría estar disfrutando de las mieles del éxito y de una cuenta bancaria más que abultada, si no fuera porque en 2005 no pagó los 400 dólares necesarios para renovar la licencia.
“Varias personas me preguntaron: ‘¿No estás enojada por todo lo que pasó?’ Y la verdad es que no, a mí me complace que algo que diseñé sea para que la gente disfrute y se divierta”, explicó la inventora del boom actual al diario británico The Guardian.
“Quizás si fuera algún tipo de producto explotador, como una nueva clase de cigarrillos, y mi principal motivación fuera ganar dinero, hubiese tenido una actitud diferente. Pero, al contrario, estoy emocionada”, afirmó.
Son muchas las voces que sostienen que este juguete, que en inglés significa “trompo para inquietos”, es de gran ayuda para personas que sufren autismo, déficit de atención, estrés, ansiedad o depresión.
Al no tener un licenciatario, miles de empresas en todo el planeta producen al Fidget Spinner en diferentes formatos y materiales. Hay de plástico, de metal, con luces, con los colores de un determinado equipo y hasta con la fisonomía de algunos superhéroes. Los videos de YouTube con usuarios haciendo trucos son un furor y causaron una revolución en los niños y adolescentes argentinos.
Al visitar sitios de compra por internet se puede encontrar una amplia gama de precios: los más económicos están $150 y los más lujosos llegan a $590. También hay packs de miles de unidades para los vendedores. Incluso, una tienda escobarense ofrece cuatro de estos trompos modernos por $820. Sin embargo, su procedencia genera sospechas entre los productores.
“Lo que hoy tenemos en el país es contrabando. Fabricación casera a través de impresoras 3D o algunos que son hechos en fábricas que inyectan el plástico en la misma matriz y le insertan los rulemanes. Ninguna de estas pasó algún control. Todo lo que hay es trucho”, expresó al portal Infobae el presidente de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete, Matías Furió.
El Fidget Spinner pasó de ser algo cuyo fin era que los más chicos dejen de estar inquietos a un juguete popular, prohibido en un centenar de colegios por la distracción que genera entre los alumnos en horas de clase. Hasta el presidente Mauricio Macri se prendió a la moda y subió un video a Taringa jugando con el pequeño dispositivo en la Casa Rosada.
Habrá que ver cuánto dura este nuevo fenómeno, que ya hizo olvidar la fiebre del Pokémon Go. Mientras tanto, el balero, el yo-yo y los demás seguirán juntando polvo en el estante de los recuerdos.