Con la mitad de su mandato ya cumplido, son varias las materias que el Intendente todavía no rindió satisfactoriamente, aunque le queda tiempo para aprobarlas. Dos años de gestión bajo la lupa.

El 10 de diciembre pasado se cumplieron dos años desde que Ariel Sujarchuk (45) asumió la Intendencia de Escobar. Exactamente, la mitad de su mandato. En general, su gestión se caracterizó por una dinámica muy distinta a la acostumbrada en el distrito y sería necio negar las obras que se han concretado. Pero no es la intención de esta nota hablar de lo que hizo bien. De hecho, para eso ya existe abundante propaganda oficial.

En el inicio de la cuenta regresiva para la finalización de su mandato -todavía es una incógnita si se presentará a la reelección-, el jefe comunal tiene unas cuantas asignaturas sin aprobar ni rendir. Promesas de campaña pendientes -no tantas, pero sí varias-, deudas históricas que siguen sin saldarse y anuncios que aún no se materializaron forman parte del saldo “no positivo” de un gobierno que hace -como dice su eslogan-, pero no todo, ni todo bien.

Cuando se sentó por primera vez en el sillón de Lambertuchi, Sujarchuk sabía que una de las prioridades era recomponer el dramático estado de las calles pavimentadas. Y aunque no puede decirse que no haya hecho nada, dos años después la situación está lejos de ser la que se esperaba.

La repavimentación de la avenida Villanueva, en Maschwitz, y del tramo de la ruta 25 que va desde Tapia de Cruz y Belgrano hasta San Martín y Felipe Boero, en Belén de Escobar, son dos obras que dieron un salto de calidad, es cierto, pero a una escala muy reducida. Lo mismo que los arreglos: se hicieron algunos muy buenos, pero pocos.

Todavía resulta inentendible que se haya promocionado tanto la repavimentación de la calle Rivadavia, que terminó siendo un bluf total. Más de un mes cortada en la zona de la terminal para reparar menos de media cuadra. Y peor: mucho después, tapar el resto con material caliente. A la antigua, con los resultados ya conocidos. Meros parches de corta duración, un recurso al que el Municipio empezó a echar mano en los últimos meses para economizar en la compra de hormigón.

Ni hablar de lo que pasa en los barrios con las calles de tierra cuando llueve, un tema al que las UGC no lograron darle una respuesta satisfactoria.

Cuando Sujarchuk estaba en campaña lanzó en las redes sociales el “Museo del Abandono Escobarense”, un compilado de fotos de basurales a cielo abierto, vehículos encajados en el barro y calles anegadas. Hoy la oposición, si quisiera, podría tomarle prestado el copyright y recrearlo con imágenes actuales. Es el riesgo de escupir para arriba.

Tampoco han sido resueltos por esta gestión los problemas de la circulación vehicular, una promesa de campaña guardada en la carpeta de asuntos pendientes. Por ahora, los camiones de ganado siguen pasando a una cuadra de la plaza principal de Escobar -esos y todos los camiones, porque el tránsito pesado atraviesa las cuatro avenidas de la ciudad-, los accesos de Panamericana a las rutas 25 y 26 colapsan en las horas pico y quedó en amague la decisión de hacer mano única la avenida Belgrano, en Garín. Vale decir: nada se resolvió desde diciembre de 2015 a esta parte.

Por lo pronto, las expectativas de alguna mejora están puestas en el resultado que pueda dar la rotonda redistribuidora que se va a realizar en la entrada a Maschwitz y en la pavimentación de la calle Libertad, que conectará el acceso del kilómetro 44 de la autopista con la ruta 25, a la altura de los barrios Villa Alegre y El Cazador. Pero hace falta mucho más que eso.

Tampoco puede pasarse por alto el penoso estado de la terminal de ómnibus de Escobar, sin refugios, techos ni asientos para que la gente pueda resguardarse del sol o las lluvias. Lo mínimo. Menos aún una señalización adecuada, además de mugre en abundancia y, de noche, una iluminación bastante insuficiente.

Podría suponerse que quizás la remodelación de la terminal esté en carpeta, teniendo en cuenta que actualmente se está realizando la reconversión de la plaza de la estación y que el Municipio ha hecho una bandera de la recuperación del espacio público. Sin embargo, al día de hoy su aspecto es incluso peor del que tenía dos años atrás. Y el problema no es solo estético: también es operativo, porque está desbordada y el desparramo de colectivos en las calles circundantes empeora las cosas.

Otro tema que preocupa cada vez más son las situaciones que se producen a la salida del corredor nocturno de las colectoras, donde los accidentes trágicos sobre la Panamericana ya son moneda corriente. Está claro que el Municipio no puede desentenderse de las implicancias de haber corrido todos los boliches a la vera de la autopista. Un control de alcoholemia cada tanto no representa una solución de fondo.

Menos visible a los ojos del “vecino común” pero no menos relevante es que no se haya avanzado un solo paso en la gestión integral de los residuos urbanos. Como el servicio está completamente tercerizado y no hay políticas de reciclaje, el ítem de higiene urbana le representa al Municipio -a los contribuyentes- un gasto anual de $384 millones. Una fortuna tirada a la basura, literalmente.

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Deudas de terceros

En tren de separar la paja del trigo, el distrito aún espera la concreción de obras fundamentales por las que no puede responsabilizarse al intendente. No por benevolente sino por la sencilla razón de que escapan a la órbita municipal. Por ejemplo, la finalización y puesta en funcionamiento del Hospital del Bicentenario, en Garín. O el plan de 274 viviendas sociales de Maquinista Savio, que nunca se terminaron. Ambos son proyectos iniciados por el gobierno nacional anterior, que no los completó y que el actual no continuó.

Un caso distinto es el de la red de agua corriente y cloacas, iniciada también durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y que se encuentra en plena ejecución en manos de AySA. El compromiso de la empresa es que para 2024 el 100% de los hogares escobarenses tengan este servicio.

La crítica situación del hospital Erill tampoco puede achacársele a Sujarchuk. Por el contrario, sí debe reconocerse que ha colaborado donando mensualmente 10 mil pesos de su sueldo, con un subsidio de un millón de pesos y la organización de eventos solidarios. Pero se trata de un establecimiento provincial y es el Ministerio de Salud el responsable de su funcionamiento.

Lo mismo para el caso de la avenida San Martín y el camino al Paraná de las Palmas, que componen la traza de la ruta provincial 25 y, por ende, es el gobierno bonaerense quien tiene la responsabilidad primaria de mantener en condiciones esa autovía.

Entre asignaturas pendientes propias y de terceros -a las que el lector seguramente podrá agregar muchas más-, Sujarchuk todavía tiene bastante tarea para hacer. ¿Alcanzará a aprobar todas las materias al terminar su mandato?

ROBERTO COSTA

“El aumento de las tasas fue impresionante”

El presidente del bloque de senadores provinciales de Cambiemos reconoció varios logros de Sujarchuk, pero enfatizó que a la gestión le falta identidad, planificación y modificar su política tributaria.

-En estos dos primeros años de gestión, ¿qué aspectos considera que el intendente Sujarchuk cumplió satisfactoriamente?
-Creyendo en las afirmaciones del Intendente, considero que lo positivo tiene que ver con la modernización de la administración que dice haber realizado. Haber logrado una mejor coparticipación provincial, la decisión de aceptar el cambio a AySA, que significará que el gobierno nacional realice las obras de agua corriente y cloacas, y la puesta en valor de los espacios públicos. También, haber mejorado a fines de 2017 la predisposición para relacionarse y coordinar obras con el gobierno provincial.

-¿Cuáles son para usted las principales asignaturas que tiene pendientes y los aspectos que debería corregir?
-Del lado negativo, sin dudas el aumento de las tasas fue impresionante y espantó inversiones, ya que Escobar está hoy en el podio de los municipios más caros en derecho de construcción y seguridad e higiene. También la falta de reparación de calles y el excesivo gasto en publicidad. Además, no hay identidad escobarense en los funcionarios. Y falta una definición del Escobar que se pretende, parece no tener planificación a mediano y largo plazo y muestra como logros los parches.

JORGE LANDAU

“El desafío es no enamorarse de los logros”

El ex diputado nacional (2007-2015) e intendente interino de Escobar (1998-1999) valoró positivamente la primera mitad de mandato de Sujarchuk. Aunque instó a no relajarse y avanzar en lo que falta.

-¿Qué balance hace de estos primeros dos años de mandato de Sujarchuk y qué logros destaca?
-Ariel inició su campaña hacia la Intendencia de Escobar luego de las elecciones generales de 2013, donde ya se advertía que en la sociedad se había instalado la necesidad de un cambio en el gobierno. Argentina esperaba ese cambio luego de más de doce años de gobiernos nacionales de un mismo signo y veintiocho continuados de similar orientación, tanto en Buenos Aires como en Escobar.

Ariel no era nacido ni criado en Escobar, no tenía familia aquí ni había trabajado en el lugar. No se le conocía militancia política y hasta era difícil pronunciar su apellido. No obstante, avanzó primero en la interna justicialista y luego en la general con todo ese hándicap en contra. Y en las elecciones donde triunfaron Macri y Vidal, pudo imponerse en Escobar. Es imprescindible entender este proceso para valorar con qué expectativas populares llegó a la Intendencia. En Escobar la ciudadanía interpretó que el cambio era él, indudablemente, y no los candidatos de Cambiemos. Y le tocó gobernar durante estos dos años con el gobierno nacional y el provincial en contra. Todo le fue difícil.

Innovó en la gestión: reemplazó a las delegaciones por las UGC, inició una agresiva política de obras públicas, revalorizó el espacio público, retomó la remodelación del teatro Seminari convocando a la colaboración del capital privado y mucho más. No solo yo lo valoro positivamente sino que en las recientes elecciones fue la propia sociedad escobarense la que volvió a respaldarlo en su gestión de transformación.

-¿Cuáles son, a su criterio, las asignaturas pendientes y los desafíos que deberá enfrentar en los dos años venideros?
-El desafío tendrá que ver con no enamorarse de los propios logros sino repotenciar nuevamente la gestión. Retomar la iniciativa como al comienzo, ya que las estructuras inevitablemente se burocratizan, los militantes que vinieron con sus sueños a cambiar Escobar se transforman en empleados municipales y los sueños se convierten en pequeños privilegios. Las grandes obras que nos llenan de orgullo a todos y que son la vidriera, ya no alcanzan para otros dos años. La sociedad ya las pagó con su voto. Deberán llegar otras obras más estructurales, pero, por sobre todo, la gestión de 2018 y 2019 deberá tener presente que a la vuelta de esa luminosa vidriera vive gente que necesita que sus calles estén arregladas permanentemente y no cuando les manden las máquinas a trabajar. Para que las UGC u otras estructuras den respuestas a las necesidades de los vecinos es indispensable apoyo logístico permanente y gestión del día a día. Todos los accesos a las escuelas deben estar en perfecto estado; las calles de tierra deben tener permanente mantenimiento; el agua corriente y las cloacas deberán llegar en estos dos años y tantas cosas más. Así fueron estos dos años y así deberán ser los próximos dos para continuar con el cambio.

MIGUEL JOBE

“Estos dos años me parecieron muy buenos”

Hasta diciembre pasado concejal por Proyecto Escobar, el también ex diputado nacional (1999-2003) evaluó favorablemente la marcha de la gestión municipal en diversas áreas. Y mencionó obras que faltan.

-En estos dos primeros años de gestión, ¿qué aspectos considera que el intendente Sujarchuk cumplió satisfactoriamente?
-Me parece positivo el mejoramiento de la recaudación tributaria. Cuando Sujarchuk asumió, el Municipio tenía un presupuesto de $700 millones y ahora es de $2.500 millones. Si bien hubo varios aumentos de tasas y eso al vecino no le gusta, hay que entender que se dieron en el contexto de un aumento de tarifas y una inflación que también impactan en los costos del Municipio. También destaco que hoy el gasto en personal sea de 47%, cuando históricamente implicaba el 57 ó 58% del Presupuesto. No muchos municipios se encuentran en esta situación y por eso ahora se ven obligados a adherir al Pacto Fiscal para poder pagar los salarios. Además, que Escobar tenga un ahorro presupuestario es importante para poder hacer frente a eventuales contingencias.

Otro aspecto muy positivo es el incremento de las prestaciones médicas a nivel municipal, con la UDP de Garín, la reconversión del Centro Pediátrico de Maquinista Savio, la incorporación de camas de internación que antes no existían y la creación del Hospital de Salud Mental y Adicciones. También el mejoramiento de las plazas y los espacios públicos, la colocación de luminarias LED y la instalación de las postas de seguridad. En general, estos primeros dos años me parecieron muy buenos. Hasta diría que esta gestión tiene más tinte vecinalista que peronista.

-¿Cuáles son para usted las principales asignaturas que tiene pendientes y los aspectos que debería corregir?
-Me parece que es necesario seguir avanzando con los asfaltos y la reparación de las calles. Venimos de varios años de dejadez y obras mal hechas, quizás ahora se arreglaron menos calles, pero se hicieron bien y son reparaciones que duran. La repavimentación que se hizo desde Tapia y Belgrano hasta San Martín y Boero, que es una ruta provincial pero el intendente decidió hacerse cargo, ojalá pueda llegar hasta el Paraná para favorecer el turismo. También creo que es una obra prioritaria el entubamiento del arroyo Bedoya, en Garín, para la cual es necesario contar con un apoyo económico provincial. Y que se concrete la pavimentación del acceso desde el kilómetro 44 de la Panamericana hasta la zona de El Cazador, para aliviar el tránsito vehicular interno en la ciudad. Hay mucha deuda pendiente en infraestructura.

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