Ariel Sujarchuk (47) tiene a la oposición rendida a sus pies, entregada, de brazos caídos, todavía desconcertada ante el revés electoral de octubre a nivel nacional, provincial y municipal. Lo que pasó en la sesión del jueves 28 a la noche en el Concejo Deliberante es un ejemplo contundente del poder político que el intendente supo aquilatar al cabo de su primer mandato.
A lo largo de estos cuatro años, el Legislativo fue un reflejo fiel de la relación entre Sujarchuk y la oposición, especialmente de Cambiemos, hoy Juntos por el Cambio. Quizás ya muchos no lo recuerden, pero cuando apenas había asumido, el martes 29 de diciembre de 2015, los concejales del macrismo y los que respondían al ex intendente Sandro Guzmán dejaron sin quórum la sesión en la que se iba a tratar el Presupuesto.
Lo hicieron de una manera desvergonzada, entre impúdica y provocativa: directamente abandonaron el recinto en el que acababan de participar de la asamblea con mayores contribuyentes. “Vamos a comer una pizza y volvemos”, explicaron. Cuando regresaron, ya era medianoche y se ampararon en que había caducado la fecha del decreto de convocatoria.
El tecnicismo fue una coartada para mostrarle el filo de sus garras a Sujarchuk, que se vio obligado a negociar políticamente con sus adversarios en franca inferioridad. Así, logró que cinco semanas después, el miércoles 3 de febrero, los concejales aviesos se dignaran a sentarse en sus bancas y aprobaran una ordenanza sin la cual no tendría forma de gobernar.
En el medio, aunque nunca nadie lo dijo en voz alta, hubo hasta intentos por debilitarlo para forzar su renuncia. Pero aguantó.
Con un bloque minoritario, el acompañamiento casi incondicional del massismo y dos presidentes destituidos -Hugo Cantero y Jorge “Acero” Cali-, llegó a las elecciones de medio término. El triunfo en las legislativas, aunque ajustado, le permitió pisar más firme en el Concejo. A pesar de que en diciembre de 2017 otra vez un acuerdo entre los concejales de Cambiemos y Guzmán voltearon al presidente Pablo Ramos para reemplazo por Gabriela Garrone. Tuvo que tragarse ese sapo, mirar para adelante y esperar la revancha.
Desde 2018 el Concejo Deliberante dejó de serle un territorio hostil. Mucho más cuando en septiembre consiguió que Ramos vuelva a la presidencia. Ya las críticas antes implacables de Leandro Costa a su gestión se volvieron esporádicas, con unos cuantos elogios mediante, y en esa calma llegó al momento de ir por la reelección.
Su abrumador triunfo en las recientes elecciones, con un respaldo del 65% de la población, lo dejó en una situación de fortaleza completamente distinta a la de hace cuatro años, cuando asumía con un 40% de votos. Ahora tiene mayoría absoluta y las riendas del Concejo en la mano.
Lo que pasó en la sesión del jueves 28 a la noche lo demostró de manera elocuente: el Concejo aprobó por unanimidad el Presupuesto de 2020, en apenas dos minutos y con el bloque macrista absolutamente silenciado. Incluso, un rato antes le habían aprobado un aumento de tasas de hasta el 60%. Lo que cuatro años atrás le costó sangre, sudor y lágrimas, esta vez lo consiguió sin despeinarse.
Así es la política. Cuando asumió, la oposición le marcó la cancha a Sujarchuk. Cuatro años después, el que la marca es él, con la pelota bajo la suela.