La pulseada con los grandes inversores inmobiliarios sigue sin definición, aunque el diálogo está abierto y en el Ejecutivo hay optimismo en posibles acuerdos. Quiénes están más cerca y quiénes se resisten a cumplir la ley.

Ninguna discusión de dinero es sencilla. Y menos si se trata de mucho, mucho dinero. Por eso la pulseada que el Municipio viene sosteniendo con los responsables de los nuevos desarrollos urbanísticos sigue sin definición, aunque con algunos indicios favorables a las aspiraciones del intendente Ariel Sujarchuk.

Como se sabe, la tensión se originó a partir del rechazo de la Provincia a los planes de sector de los emprendimientos Puertos, El Cantón, San Matías, El Naudir y El Cazal. Básicamente, porque el cálculo de la cesión de tierras y dinero al Municipio no se ajustó a lo prescripto por la ley 8.912, que rige el Uso de Suelo y el Ordenamiento Territorial de los 135 distritos bonaerenses. Para simplificarlo en pocas palabras: se puso como referencia una densidad habitacional por hectárea de 60 personas en vez de 150.

Basándose en la disposición provincial y con casi todas las cartas a su favor, Sujarchuk ordenó suspender los permisos de obra de las cinco urbanizaciones, hasta tanto regularicen su situación. Esto es, presentar nuevos proyectos de desarrollo, contemplando las observaciones formuladas por el gobierno de María Eugenia Vidal y el saldo de tierras y dinero a ceder al Municipio de acuerdo a la citada norma.

Así las cosas, desde abril empezó un tire y afloje entre el intendente y los empresarios que dirigen estos negocios inmobiliarios. Al principio, todos reaccionaron mal y se mostraron reticentes al diálogo. Sin embargo, el paso de los días fue relajando a algunos actores del real estate. De hecho, varios ya dieron muestras de buena voluntad al presentar sus planes de adecuación.

Aunque por ahora no hubo avances firmes y concretos, en el Ejecutivo hay optimismo. Dicen que, salvo El Cantón, todos están mostrando intenciones de alcanzar un entendimiento. En el caso del emprendimiento desarrollado por JP Urruti, el Municipio dispuso mantener la suspensión de los permisos de obra. Con los demás, en cambio, se fueron dando pequeños acuerdos parciales. Por ejemplo, la Secretaría de Obras Públicas aprobó decenas de planos particulares que llevaban meses esperando el visado oficial.

Eso sí, cada propietario debió firmar una notificación en la que se da por enterado de que el barrio donde va a construir no está habilitado y asume las consecuencias económicas y legales que de ello puedan derivarse.

La situación de San Matías también es compleja, aunque menos que al comienzo. “Eidico presentó una propuesta formal. Nosotros los invitamos a que la mejoren y estamos esperando la devolución”, confió un funcionario a DIA 32. Pero advirtió que difícilmente haya un acuerdo si la empresa no devuelve la calle que está usurpando en Punta Querandí con el barrio San Benito.

Con El Naudir y El Cazal, que son desarrollados por la empresa E2, las conversaciones también tomaron un cariz más amigable. “Podríamos llegar a un entendimiento, pero con modificaciones sustanciales al proyecto que habían presentado en su momento”, dijeron en el Ejecutivo.

Dentro de este contexto, con quien más avanzadas están las negociaciones es con el empresario Eduardo Costantini, que viene “dulce” tras haber desembolsado nada menos que casi 16 millones de dólares por un óleo de Diego Rivera para el Malba. Trascendió que Puertos admitió la legitimidad del planteo que realiza el Municipio y estaría muy próximo a firmar un principio de entendimiento con una donación de 15 millones de pesos para reconstruir el puente de “La Arenera” en Maschwitz, una de las tres inversiones públicas que el intendente les exige a estos emprendimientos. Las otras dos son la obra hidráulica del barrio San Luis y la terminación del acceso de Panamericana hasta la ruta 25, a la altura de la entrada a El Cazador, valuada en unos 100 millones de pesos.

Si el acuerdo con Consultatio se concreta, podría convertirse en la llave maestra que abra todas puertas y encamine una solución integral. Es que en el mundo de los negocios pasa como en la vida en general: cuando el más grande dice que sí, los más chicos agachan la cabeza y acompañan sin chistar.

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