Sus infernales curvas llamaron la atención de Gastón Portal, en aquel entonces productor de Canal 9, cuando la vio comiendo en un restaurante de San Miguel. Le dijo que su papá, Raúl, comenzaba un programa el lunes siguiente y que la esperaba. Laura Franco (39) no le creyó, hasta que unos días después la llamó el conductor en persona para demostrarle que la propuesta iba en serio: “Vení, que me dijeron que sos un avión, como Panam”. Así fue como obtuvo su nombre artístico y como empezó su carrera de vedette en la televisión, en el programa El Portal de la Noche.
Proveniente de una familia de italianos muy conservadora y educada en un colegio de monjas, hasta ese momento la rubia de 21 años pensaba que iba a ser maestra jardinera o dentista. Por entonces trabajaba en la marmolería de su familia y lo de ser modelo o vedette sólo lo había imaginado cuando era chica. Sin embargo, se animó. Y ayudada por su escultural figura y su simpatía, logró permanecer en el ambiente a pesar de haber tenido que pagar algunos costos bastante altos.
“Me pasé un año llorando, no entendía la envidia que hay, la competencia… Es un ambiente cruel, te juzgan sin conocerte, te tenés que bancar un montón de prejuicios que no te merecés, y tuve que luchar para mantener y demostrar mi esencia”, asegura.
En cuanto Gerardo Sofovich la conoció quedó impactado y se la llevó como secretaria a La Noche del Domingo, después participó en El Nieto de Don Mateo y en Polémica en el Bar, entre otros programas. Se puso las plumas para subirse al escenario de infinidad de importantes obras de teatro de revista y se hizo archi conocida.
Tras la muerte de su padre, en 2003, le dio a su carrera un giro de 360º y se abocó de lleno a los niños haciendo programas de televisión con canciones, bailes y juegos. Yo soy Panam, Panam Corazón, Panam y Circo, son sus marcas registradas, espectáculos con los que conquistó a chicos y grandes en los principales teatros de la calle Corrientes y del interior del país.
A pocos meses de haber pasado uno de los momentos más difíciles de su vida al perder un embarazo de nueve meses, la carismática animadora volvió a presentarse en el teatro Seminari y al finalizar el show dialogó en camarines con DIA 32.
Cuarta presentación consecutiva en Escobar, tres el año pasado y ahora esta, siempre a sala llena, como ocurre en distintas ciudades del país. ¿Cuál es la clave para mantener el éxito después de más de diez años?
Sí, son doce y en enero van a ser 13, que esperemos que sean de buena suerte. El único secreto es que trato de mostrarme como soy, siempre musicalizo mi vida, mis tristezas y mis alegrías. Comparto con los chicos todas las canciones que escribo y trato de abrir mi corazón y mi manera de jugar. Creo que la clave es que las mamás en casa juegan a animar a los hijos con mis canciones, también se usan mucho en lo pedagógico. Cuando escribo trato de hablar mucho de los sentimientos, de los valores que nos inculcaron de chicos, de poner a flor de piel todo lo que me va sucediendo y de expresarme lo mejor posible, para que sea fácil, simple y lo pueda disfrutar un niño desde la papilla hasta uno de 99 que todavía se siente niño y tiene ganas de jugar. La clave es esa. No tenerle miedo a los cambios y a jugar, a pesar de que vayan pasando los años. Seguir para adelante y no perder la fe ni la esperanza.
Entre el público, además de muchos chicos había unos cuántos adultos… ¿Quién trae a quién?
Es que, en verdad, es un show para todas las edades, porque yo, si bien escribo para los chicos, me expreso y no le pongo edad. Lo que presentamos es un show: hay un mago, acróbatas y humor, además de canciones. Es un show para adultos, con corazón de niño. Obvio que hay padres y madres que vienen más de cinco o seis veces a verme. Por eso siempre trato de renovar y de traer algún invitado diferente como para que se les haga más leve.
¿Cómo fue el momento en que decidiste dedicarte al público infantil y dejar lo que estabas haciendo? ¿Qué te impulsó?
Yo me hice conocida, empecé con Portal, seguí con Gerardo en todos sus programas y después perdí a mi papá. Yo había estudiado magisterio, no terminé por cuatro materias, y tenía esa vocación pendiente. Entonces cuando lo perdí a él fue como el motor que me impulsó a dedicarme a lo que soñaba, así que me tiré a la pileta, que en ese momento no tenía agua, pero de a poco se fue llenando. Y desde ahí empecé a construir todo este mundo para los chicos, donde trato de mostrarme como soy y dejarles siempre una semillita en esa tierra tan fértil que es el corazón de la niñez.
¿Crees que hubiera sido posible alcanzar este éxito de no haber sido por tu inicio como vedette?
No pienso esas cosas, porque cuando uno tiene una convicción tan grande y una manera de expresarse que le llega al corazón a la gente, esa pregunta está de más. Yo miro para adelante, qué tengo que hacer mañana, a quién puedo ayudar y qué acción comunitaria puedo llevar adelante, la obra de teatro que voy a hacer y el programa de televisión. No miro para atrás, miro siempre para adelante, pero acepto que todo lo que me pasó fue bueno para en lo que me convertí, lo que soy hoy.
Después de haber perdido tu embarazo, ¿vivís de otra manera todo lo que te pasa? ¿Sentís que estar arriba de un escenario es una manera de hacer terapia?
Por supuesto. Yo tengo la bendición de poder mezclar mi trabajo con mi vocación, entonces puedo desahogarme con lo que hago. Por eso expreso lo que escribo y eso me hace bien. Y el amor de los chicos, mucho más.
En los últimos años muchos artistas se animan a hablar públicamente de política y tomar una posición. ¿Cómo es tu caso?
Mi política son los chupetines, los chocolates y la leche chocolatada.
Hace poco se te vinculó con la campaña del kirchnerismo por un show que hiciste por el Día del Niño en el Sur….
Yo trabajo siempre con cualquier persona de cualquier partido político que haga un bien para los chicos, y si es una propuesta interesante, yo voy. Pero repito, mi política son los chupetines, los chocolates y la chocolatada.