Tenía 15 años cuando se zambulló por primera vez en la pileta del Club Independiente de Escobar (CAIDE). Le habían recomendado hacer natación por sus problemas de columna y así empezó a tomarle el gusto al deporte acuático. Ingresó al equipo de competición, donde estuvo seis años con buenos rendimientos, varios podios en promocionales y otros menos en federados.
“Casi siempre me iba mejor en el estilo pecho, pero también competí en mariposa y en postas, no tenía problema. Después hice el profesorado de Educación Física y seguí nadando, pero sin competir. Todavía me siento más nadadora que triatleta”, le cuenta Yanina Minaglia a DIA 32, en plena charla en el campo de deportes del CAIDE y todavía sorprendida por lo que consiguió.
La primera vez que participó de un triatlón fue en Gualeguaychú, en el verano de 2015. Quedó fascinada con la experiencia, se compró una bicicleta acorde a las exigencias y decidió dedicarse al triatlón, que combina nado, ciclismo y pedestrismo con un plus alto de adrenalina.
“Empecé a entrenar con Luciano Drovetto, pero soy medio desprolija en los calendarios, no corro siempre. En La Paz solamente corrí una vez, en 2016, y me había ido muy bien: salí 4° en la general de mujeres. Me motiva esto, yo disfruto de los entrenamientos, más allá de que los sufra”, cuenta Minaglia, que además es personal trainner y tiene un grupo de alumnos al que prepara físicamente. De paso, aprovecha para hacer las rutinas con ellos.
Ezequiel Benvenutto es el actual entrenador de la escobarense, que el domingo 26 de noviembre dijo presente en el Medio Ironman (70.3) de Punta del Este. Jamás había hecho las distancias de 1,8 kilómetros de natación, 90 de ciclismo y 21 de trote. Sin embargo, lo hizo exitosamente.
Para presentarse a full en Uruguay tuvo 100 días de entrenamiento especialmente confeccionado. “También influye mucho la alimentación. Yo no quise tomar suplementos. La dieta consiste en mucha fruta, verduras, batidos y proteínas. La carga de hidratos se hace antes de la carrera, pero también me doy gustos y como lo que tengo ganas”, confiesa.
Recién cuando cruzó la meta en suelo esteño supo qué registro había logrado, ya que durante la competencia dice que nunca miró el reloj. Fueron 4 horas y 56 minutos. “Lo primero que hice fue escribirle a mi entrenador, porque fueron los mismos tiempos que me dijo que iba a hacer. Se me dio todo ese día”, señala, todavía feliz.
El segundo puesto en su categoría (35 a 39 años) le dio el pasaporte directo al Mundial de Sudáfrica, que se hará el 1º de septiembre en la isla Mandela, en lo que será la elite del Ironman 70.3.
Al principio dudó acerca de acceder a la plaza o no. Debía abonar la inscripción en el momento y responder rápidamente, pero gracias a la tarjeta de crédito pudo decidirse para aprovechar esta gran oportunidad. “No sé si voy a tener otra posibilidad, así que confirmé. Algo vamos a hacer para juntar los fondos del viaje y la estadía”, sostiene.
Mientras tanto, ya va haciendo cuentas y pensando en lo que esta experiencia internacional le deparará. “El vuelo directo es carísimo, así que iré haciendo escalas, voy a estar más de 30 horas arriba del avión, pero dicen que el paisaje está buenísimo”, comenta.
Antes de terminar la entrevista, asegura que todavía no cayó en lo que consiguió, que le gusta el modo de vida de las carreras y que el día que deje de disfrutar lo que hace, no correrá más. “Mi punto fuerte es el entrenamiento mental, todo pasa por la cabeza. Es una descarga salir a correr, lo necesito. Es tiempo que uno se dedica y te hace conectar, esa es la clave”, concluye la nueva Ironwoman escobarense.