El primer matrimonio entre mujeres del partido de Escobar cuenta su historia, su amor, su lucha y su paciencia. Tienen un mensaje de paz para todos los que quieran escuchar.

Por MARCOS B. FEDERMAN
mfederman@dia32.com.ar

María José Chacón (34) y Cecilia Casso (29) son dos mujeres de Garín. Humildes, trabajadoras, sonrientes, con buen humor, enamoradas, homosexuales y casadas.

Se conocieron en Kraft-Terrabusi. Hacían el mismo trabajo, pero en turnos cruzados. Cuando Cecilia entró a la fábrica, Majo ya estaba ahí. Cecilia no tardó en echarle el ojo, pero Majo se hizo la difícil. “Me cortó el rostro enseguida. ¿Sabés cómo me hizo remar? La tuve que pelear, porque no me quería ni ver”.

Igualmente, no pasó mucho tiempo hasta que Majo se derritió a los pies de esa hermosa piba de 22 años que la perseguía. Majo cayó a tal punto a los pies de su perseguidora que le propuso matrimonio poco después de su primera cita.

Claro… esto fue hace 8 años, y estos dos seres llenos de amor no pudieron legalizar su cariño porque el matrimonio entre personas del mismo sexo era ilegal en ese entonces. Sin embargo, no se desanimaron y construyeron, con paciencia, una pareja sólida y segura de sí misma.

Tanto Majo como Ceci se sorprendieron de ser la primera pareja de mujeres en casarse en el partido de Escobar. No lo hicieron como parte de una reivindicación militante de sus derechos, ni con el auspicio de ONGs gays. Simplemente se casaron por amor.

“La verdad es que nos sorprende haber sido la primera pareja. También nos sorprende que nos hagan notas, ya que nuestro casamiento fue por nuestro amor y para sellar una historia de años de luchas y mucho aguante entre las dos. Para nosotras salir en los diarios y ser las primeras es una sensación inexplicable”.

Derechos civiles

Argentina se convirtió este año en el primer país en toda América Latina que legalizó el matrimonio gay. Hubo una ampliación de los derechos civiles en la Argentina. Salvando las distancias, la implementación del voto femenino en 1947 fue la última medida masiva que empoderó de derechos a una gran franja de la población, hasta entonces excluida.

La legalización del casamiento gay implicó incluir a miles de personas en una serie de derechos y beneficios que ya gozaban el resto de los argentinos y argentinas.

A partir del 14 de julio de este año los gays pueden casarse, tener obra social como parejas, compartir los bienes como cualquier matrimonio y adoptar a algunos de los miles de niños y niñas que viven actualmente en los orfanatos argentinos.

Majo y Ceci vieron por tv la aprobación de la ley en el Congreso. Estaban emocionadas de felicidad y también de consternación. Es que esa noche en la plaza de los Dos Congresos hubo organizaciones católicas que se acercaron a protestar en contra de la incipiente ley. Hubo golpes y huevazos. “No me gustaba para nada ver la división de la gente. ¿Por qué se pelean argentinos contra argentinos, todos divididos? Eso me puso triste”, recuerda Cecilia.

“Casate conmigo”

Diez días después de aprobada la ley, Ceci cumplía años y Majo le hizo la pregunta que marcaría el resto de sus vidas: “¿Te querés casar conmigo?”. Ceci dijo que sí, y que quería que se casen en el cumple de Majo. Y así fue.

“Todos los años ella me proponía matrimonio. En todos nuestros aniversarios me decía que me case con ella”, comenta Cecilia sonriendo y con luz en la mirada. Ese sueño fue ilegal durante muchos años.

Hace ocho años que tuvieron su primera cita, y hace ocho años que viven juntas. “Venite a vivir conmigo”, propuso Majo. “Bueno”, dijo Ceci. Pero no se habló más del tema. Hasta que tres semanas después se apareció con todos sus bolsos en la puerta de su nueva casa.

Convivieron durante casi tres mil días y noches antes de poder celebrar su casamiento, despedida de solteros mediante, claro.

Cuando le propuso matrimonio, Majo no se arrodilló con una cajita y un anillo como hacen muchos. Le pidió a Ceci que se casara con ella enviándole un mensaje público y digital a través de la red social Facebook. Diez amigos de la pareja hicieron comentarios, también públicos y digitales, antes de que Ceci aceptara la propuesta más importante que recibió en su vida.

Generalmente esos momentos son únicos e irrepetibles. En este caso, todo quedó registrado en los muros de Facebook para la eternidad.

La fuerza interior

La emoción de haber cumplido un sueño postergado durante tanto tiempo de espera también cala hondo y atraviesa a Majo cuando pide cerrar la nota dejando asentado un mensaje para toda la humanidad: “Le quiero decir a las personas que estén pasando una historia similar a la nuestra que se animen a sellar su vínculo y que sean felices. A los padres que tengan hijos o hijas homosexuales les pido que los entiendan, les ruego que los apoyen, que los banquen… Esto no es una enfermedad contagiosa ni mucho menos. Es simplemente una elección de vida, es la manera de buscar sentirnos bien y llegar a conocer la felicidad con quien amamos. En el mundo hay cosas horrorosas. Ser homosexual no es algo malo. El apoyo de la familia es lo más importante que podemos tener”.

Ahora ellas están construyendo su propia familia, apoyándose unos en otros para progresar.

En la casa viven Cecilia, Majo y su hijo Lucas (15), quien tiene un temple sereno y no se preocupó nunca por lo que digan los demás acerca de su mamá y su pareja: “Fueron algunas semanas que me jodieron algunos pibes, pero eso no es importante… está todo bien. Yo estoy muy bien con ellas. Acá no falta nada que esté en un matrimonio de un hombre y una mujer… ¿o qué?”.

Quizás en un tiempo se agrande esta feliz, laburante y humilde familia. Ya hicieron las primeras averiguaciones y probablemente haya un bebé encaminado dentro de no mucho tiempo. Por medio de una fertilización asistida, Cecilia sería la que lleve en su panza al hijo de ambas mamás.

No siempre un bebé tiene la suerte de nacer al cobijo de una pareja que se ama y convive feliz hace más de ocho años. El hogar de este matrimonio es un nidito de amor.

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