Por CIRO D. YACUZZI
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La primera conclusión que surge de las primarias, de cara a octubre, es que Sandro Guzmán será reelecto. En esto, si las había, ya no se admiten más dudas. La segunda es que, además, podría quedarse con todas las fichas de la mesa. Esto es, ganar 10 a 0. O 13 a 0, si se suman los diez cargos de concejales y los tres de consejeros escolares que también están en juego junto a la Intendencia. Puede sonar exagerado; sin embargo, con los porcentajes que se dieron en el distrito el oficialismo se hubiera quedado absolutamente con todo, ante un ejército de listas opositoras -y no tanto- apelotonadas en porcentajes de un dígito y con poco margen de proyección. Es cierto que faltan varias semanas para volver a votar, pero no es descabellado aventurar un eventual escenario de una hegemonía política sin precedentes en Escobar.
Como ocurrió en las elecciones legislativas de 2009, Guzmán logró un fuerte respaldo en su localidad natal: Garín, con el 53%, y más aún en Maquinista Savio, donde trepó al 58%. En Matheu sumó el 37% y en Ingeniero Maschwitz el 36%. Las mayores resistencias las encontró en Belén de Escobar, donde apenas arañó el 31%; aún así, le sobró para ganar.
En el segundo lugar, aunque formalmente se contabilizan por separado, se ubicaron los votos negativos (en blanco y nulos): 12%. Debajo de esa línea quedó “Tito” Achával. El candidato local de la UDESO se debió conformar con un flaco 9,3%, que lo dejó virtualmente como principal referente de la oposición, aunque sin expectativas de poder polarizar la disputa por la Comuna y obligado a sacar más votos para conseguir alguna banca. El piso para entrar en ese reparto es 10%.
Otro que, en principio, tiene posibilidades de superar esa barrera es el pattista Juan Gaztañaga (4,7%). La cuenta le da justo si se suman sus votos con los de las otras dos listas que compitieron en la interna del duhaldismo. Desde esa óptica, quizás sea el candidato que más podría multiplicar su cosecha de las primarias.
Para hacerse las mismas ilusiones, en cambio, “Kito” Cantaluppi (5,3%) dependerá de que consiga ir en la boleta del Frente para la Victoria, algo que él da por descontado pero muchos ponen en duda. Sin su lista enganchada al carro ganador de la Presidenta, es muy difícil imaginar cómo hará para duplicar sus primeros guarismos.
Las otras seis listas que quedaron en pie para octubre, teniendo en cuenta los resultados del 14, necesitarán un milagro más grande que el de Altamira para llegar a los dos dígitos. Y aunque las urnas puedan dar sorpresas, nada indica que en tan poco tiempo vaya a incubarse tamaño batacazo.
Razones de un triunfo
Se sabía que Guzmán ganaría. El tema era saber por cuánto. Y lo hizo con suficiente tranquilidad para sentirse ya reelecto. “Vamos a tratar de sacar más votos y estamos convencidos de que va a ser así, siempre en base al trabajo, la responsabilidad y el compromiso con los vecinos”, expresó en sus primeras declaraciones tras el triunfo.
“La sensación es que el vecino nos ha respaldado, incluso vecinos que son de otros partidos políticos o independientes y que votaron la gestión. Estoy contento, con alegría, pero también tranquilo y sabiendo que tenemos que trabajar para octubre, siguiendo con las cosas que hicimos bien y arreglando las que hicimos mal”.
Sobre los dispares niveles de adhesión que obtuvo en algunos circuitos del distrito -el caso más contundente son los 27 puntos de diferencia entre Savio y Belén de Escobar-, el intendente analizó que “cada localidad tiene diferentes formas de pensar y de vivir”. Y se fijó como desafío “replantear una visión más estricta de la gestión y ajustarla a las necesidades de la gente según piensa y vive cada localidad”.
Las proyecciones para Guzmán son alentadoras, porque en esta primera instancia el voto kirchnerista estuvo dividido en cinco listas, mientras que ahora solo quedarán dos ofertas: la suya y la poco eficiente colectora de Nuevo Encuentro (serían tres, a lo sumo, si Cantaluppi también consigue la sábana ganadora). Supuestamente, el 13% que sumaron sus tres rivales en la interna podrían transferirse a su activo de octubre. En tal caso, el techo del intendente rondaría el 55%.
Seducir al “voto útil”
Fuertemente instalado por medio de publicidades y una campaña bastante activa, Achával quedó segundo, aunque muy relegado. Sacó más votos que su candidato presidencial Ricardo Alfonsín, pero menos que su “padrino” Francisco De Narváez. En consecuencia, el 9,3% le dejó una sensación ambigua y la certeza de saber que no podrá concretar su sueño de ser intendente, al menos ahora.
“Me hubiese gustado tener un porcentaje más alto, pero siempre dije que lo mío no es una elección ni una candidatura, es un proyecto. Y en ese sentido estoy muy satisfecho, porque el 10% de los escobarenses me votó y soy segunda fuerza. Es un buen comienzo, que nos da un piso más que interesante para una construcción sólida. Y hacia eso vamos”, se entusiasmó el empresario maschwitzense.
Su panorama tiene ribetes inciertos. Porque si bien con unos mil votos más conseguiría una o dos bancas, su suerte está muy atada a la de Alfonsín y De Narváez. Si ellos no levantan sus porcentajes, torcer la historia en Escobar podría ser imposible. Por eso está encomendado al “voto útil”: es decir, a que el electorado independiente lo considere la opción más segura para impedir que el oficialismo concentre todo el poder.
Hacia allí direccionará sus energías Achával, quien se trazó la misión de “convencer al vecino que ideológicamente está del lado nuestro o que piensa medianamente parecido y no votó a Sandro. Hay un margen de maniobra muy interesante, porque estamos hablando del 58% de la gente”, evaluó.
Advertir el riesgo de un desequilibro institucional mayúsculo si se repite el escenario de las primarias será un eje central de su discurso. Por eso, ya puso el foco en exponer la necesidad de “no darle todo el poder a un solo lineamiento político” y “que la oposición tenga un espacio lógico para el control de la gestión”.
Expectativa pattista
Sumando los votos de las tres listas que compitieron en la interna, el duhaldismo estaría llegando al botín necesario para obtener una o dos bancas. Pero este tipo de matemáticas son desaconsejables en cuestiones electorales y Juan Gaztañaga no debería confiarse en contar como propios todos los porotos que lograron Isabel Aubone y Oscar Fontán.
De todas formas, el ex funcionario de Luis Patti quedó parado en un escenario expectante. Porque más allá de haber salido quinto en las primarias, su potencial es considerable. “Esperábamos un poco más de votos, pero igual estamos contentos porque con solo 40 días de campaña y pocos recursos ganamos la interna. Somos la única oposición seria y con una campaña más fuerte seguro que podemos llegar a estar segundos”, señaló.
Confianza ciega
Teniendo en cuenta la desventaja de competir con una “boleta corta” -es decir, sin candidato a gobernador ni a presidente-, no puede decirse que Cantaluppi haya hecho una mala elección. Su precandidatura tuvo fuerza y un interesante respaldo en Belén de Escobar (12%), pero en las demás localidades apenas si pudo hacer pie. En Garín, por ejemplo, sacó un ínfino 1,6%.
De cara a octubre, el candidato a intendente del ignoto Partido Auténtico de los Cristianos dio por descontado que su lista irá junto a la boleta del kirchnerismo y confió en que eso le permitirá polarizar la elección con el actual intendente. “La pelea va a ser Sandro Guzmán contra mí, con la misma sábana del Frente para la Victoria”, afirmó desbordante de optimismo.
Arriba del 5
Si para los ya mencionados será casi una proeza llevar sus porcentajes a los dos dígitos, para Ricardo Romero las ilusiones no tienen mucho más sustento. Sin embargo, el casi desconocido candidato de Compromiso Federal superó la barrera del 5% en las primarias y no pierde las esperanzas.
Es cierto que Alberto Rodríguez Saa quedó, dentro de todo, bien parado y con chances de recolectar nuevos votos. Pero las chances de un crecimiento cuyo efecto cascada le duplique a Romero su colecta de agosto son casi ilusorias. “Soy un tipo de fe. En octubre vamos a ser una sorpresa”, afirmó el crédito local del puntano.
El último pelotón
Los demás precandidatos que compitieron a nivel local quedaron muy atrás, al punto que ninguno superó el 4%.
Christian Spoltore (Nuevo Encuentro), Marcos Fiori (Frente Amplio Progresista), Miguel Jobe (PRO), Claudia Consiglio (Frente de Izquierda) y Juan Butori (Coalición Cívica) tendrán en octubre una segunda oportunidad. No así Nicolás Carusso (Proyecto Sur), que no pudo llegar al piso del 1,5%.
Votos “disponibles”
El voto a precandidatos que no pasaron las primarias se cifró en el orden del 20%. Hacia dónde orientarán ahora sus preferencias es, en alguna medida, una incógnita. Por carácter transitivo se supone que los del kirchnerismo y los del duhaldismo deberían ir a manos de los ganadores de la interna, pero habrá que ver si se da una conducta tan rígida en los votantes.
También constituye un interrogante lo que hará el 12% que en las primarias no votó a ningún precandidato a intendente. ¿Tomarán partido ahora por alguno o volverán a abstenerse de la cuestión?
Por lo demás, todo sugiere que quienes votaron por un candidato en las primarias vuelvan a elegirlo en las generales. Ese, en términos electorales, sería el piso que cada uno de los diez contendientes tendrá en octubre. De qué tan alto puedan llevar algunos su techo dependerá que el resultado final no vuelva a ser 10 a 0.
Interna fácil
Sandro Guzmán ganó sin despeinarse la interna del Frente para la Victoria. El único riesgo que corría era que alguno de sus tres adversarios llegara al 25% y, de esa manera, colara algún representante en su lista de candidatos a concejales. Pero esa posibilidad no estuvo ni cerca de darse. Daniel Buffeli (12,5%), Alberto Fernández de Rosa (7%) y Jorge González (5%) solo hubieran llegado a ese porcentaje sumando todos sus votos. Guzmán, con el 75,5%, apabulló.
Calidad legislativa
Luis Patti, en sus años dorados, llegó a contar con un bloque de concejales de hasta 13 integrantes. Podía hacer y deshacer a voluntad, aunque por entonces la oposición conservaba signos vitales y tenacidad. Hoy Sandro Guzmán tiene 14 ediles propios y ninguno de los 6 de otras bancadas logra diferenciarse del oficialismo.
En estas elecciones, el PJ pone en juego 8 de esas 14 bancas; las otras dos son de AVE, ahora alistado en la UDESO. Si ya en la actualidad el oficialismo logra que las sesiones transcurran sin el más mínimo debate y duren un promedio de diez minutos, es de imaginar que con más bancas en su poder el Concejo Deliberante seguirá siendo una mera escribanía del Departamento Ejecutivo.