Un amigo lo invitó a comer un asado a una quinta en El Cazador y Manuel Wirzt (49) quedó enamorado del lugar. “Cuando nos casemos nos venimos a vivir acá”, le dijo a Andrea, su entonces novia. Y así fue. Hace 12 años que está instalado en la casa que comparte con ella, sus tres hijos -Juan (11), Bianca (9) y Mora (5)- y sus cuatro perros. “Me encanta que los chicos tengan contacto con el barro, con la lluvia, con los bichos, algo parecido a la niñez que yo tuve en San Nicolás. Este es mi lugar en el mundo”, afirma el músico.
Cuenta que se la pasa la mayor parte del tiempo metido en El Cazador. “Tengo un perfil medio huraño. No estoy en las revistas ni en la farándula, no me gusta ir a Buenos Aires”. En cambio, es común verlo por el centro de Belén de Escobar haciendo trámites en el banco, llevando a lavar el auto y acompañando a sus hijos de acá para allá. Entre tanto trajín, la gente lo reconoce por la calle, lo saluda, lo para y le pide autógrafos.
Apenas llega al bar para la entrevista -estrictamente puntual-, un pibe se le acerca y le dice: “Escribime: Estoy esperándote”, extendiéndole una servilleta de papel y refiriéndose a la letra de uno de sus grandes éxitos, Donde quiera que estés. De buen agrado, él acepta. “Siempre hay una canción que es como la banda sonora de la película de alguien en algún momento”, explica el artista apenas se incorpora a la mesa.
Wirzt comenzó a ser más conocido entre los escobarenses a partir de haber realizado la conducción de los recitales al aire libre organizados por el Municipio, donde compartió escenario con León Gieco, Soledad, Bahiano, Los Auténticos Decadentes y otros artistas populares. “Me siento bárbaro haciendo esas cosas porque me divierte. Hubo que remar muchísimas situaciones por problemas de sonido, por ejemplo, y le pongo mucha garra. Yo vivo de esto. Si el laburo me cuadra, lo hago”.
¿No te molesta trabajar sobre un escenario que a tus espaldas está lleno de carteles de un político?
Yo voté a Guzmán, entonces no me jode. Tengo mucha afinidad con este gobierno desde el momento en que fue el único tipo que se me acercó y me preguntó qué pensaba que se podía hacer con determinadas cosas. Y no me vino a ofrecer un puesto. Me escuchó. Y ahora es probable que hagamos un par de cosas que tienen que ver con la música, los artistas locales y la integración de los chicos.
¿Cómo conociste al Intendente?
Cuando fui a tocar a la inauguración de la Escuela Municipal de Música, en el teatro (Seminari). Tuve una charla con él y supe que era músico. Después lo crucé un par de veces y hablamos de estas cosas que tenemos en mente. Lo noté entusiasmado porque tiene que ver con lo que a él le gusta: la música.
¿Crees que los artistas metidos en política le hacen bien a la política o al arte?
Yo agradezco muchísimo que, hoy por hoy, un artista pueda decir y estar donde quiera. Años atrás no pasaba. Celebro la libertad porque hay muchos que la pasaron mal. Yo elijo estar fuera porque me parece que puedo ser más objetivo y tener otra visión.
¿Qué cosas te disgustan y cuáles te gustan del gobierno nacional?
Lo que más me molesta es la falta de honestidad, de vergüenza y de sentido común de muchos de los que están ahí. Dentro de lo que me gusta, hay una parte de la Ley de Medios que me pareció muy buena, pero estaría piola que no empiecen a comprarlos todos y termine siendo una trampa. Una cosa que me maravilló de Kirchner fue cuando ordenó bajar los cuadros de los represores y que esos tipos estén en cana. En educación también hay cosas copadas. Me parece que hay un camino que me gustaría que fuera unificado, criterioso y coherente, porque yo voté eso.
«Yo voté a Guzmán. Fue el único tipo que se me acercó y me preguntó qué pensaba que se podía hacer con determinadas cosas. Y no me vino a ofrecer un puesto. Me escuchó”.
Artista multifacético
Wirzt se desempeña como mimo, cantante, músico y conductor. Desde hace 4 años dirige el espectáculo de Martín Bossi M, el impostor, y ha trabajado en obras infantiles. Varias veces también se lo vio actuando en programas de la pantalla chica. Allí conoció a Guillermo Francella, quien se convirtió en algo así como su gurú artístico: “Es un tipo que me ayuda. Trabajar con él fue increíble y mágico, un aprendizaje muy importante. En el último disco le mandé como 15 canciones y le pedí que me diga cuáles eran las que le gustaban para ponerlas. Cuando me salen cosas lo llamo, le pregunto, le pido su opinión”.
Pero dice que en ninguno de esos espacios se siente tan cómodo como en la música. “Me permite expresar cosas que con la palabra me cuesta mucho. Al principio me resultaba muy difícil escribir una canción que pudiera transmitir todo lo que me pasaba. Encima, uno con el tiempo aprende que no siempre lo que siente es la verdad. Me ayudó mucho trabajar con Alberto Lucas, quien le dio vida a mis éxitos más importantes. No soy un tipo que haya compuesto grandes cosas, mis mejores canciones no las compuse yo”, señala.
¿En alguno de los nueve discos que tenés grabados sentiste que no estabas siendo claro con lo que querías expresar?
En mi segundo disco, que se llamaba, justamente, Mala Información. Trataba de una mujer que estaba embarazada desde hacía seis años y no podía parir. Fueron los últimos coletazos de antes de la democracia. La mina no podía parir algo tan buscado y deseado como la libertad. Pero escuchás el disco y no parece que dijera eso. Por eso me apoyaba tanto en máscaras, en mimo y en disfrazarme. Quería explicar lo que estaba cantando y es terrible.
¿Hay alguna canción con la que ya no quieras saber nada después de haberla cantado tanto?
No, no reniego de los éxitos porque gracias a ellos hoy estoy donde estoy o me convocan para cantar o hacer un programa para chicos. O para conducir un evento. Soy un agradecido a la vida porque he podido hacer lo que me gusta.
¿Te sorprendió el éxito de alguna canción?
Sí, Rescata mi corazón. La compañía no quería poner plata para grabarla con vientos. Pero yo insistí porque quería darme un gusto, grabar una canción como Frank Sinatra. Esa canción me sorprendió. Ahora ya hace varios años que tengo mi sello propio, entonces no dependo de que alguien me diga lo que tengo que cantar.
Decías que no te molestan los fans y que tenés buena onda con la gente, ¿qué actitudes te sacan de ese centro?
Me rompe los huevos cuando dicen, “dale, hacete una de esas boludeces que hacés vos de mimo”. Y yo digo, ¡me rompí el alma para aprender! Me fui a Ucrania, estuve con los grosos… no es una boludés. Eso lo hablaba con Lebón y con Aznar. A ellos también les hincha las bolas cuando van a un lugar, les traen una guitarra y les dicen: “Cantáte algo”. ¡Es un laburo!
¿Te arrepentís de haber hecho algo durante tu carrera?
Una vez conté que me arrepentía de haber hecho un programa con Cris Morena, aunque es algo que ya pasó. No funcionó y me encontré con una situación que no supe manejar. Me fui mal y formé parte de una lista negra en Telefé durante mucho tiempo.
¿Qué te atrae de conducir programas para chicos?
Me gusta poder ser uno más de la banda. Aprovecho ese pibe que llevo adentro y lo saco a jugar. El público de los pibes es lo más parecido a Dios. Es difícil, porque no se comen cualquiera y son muy genuinos, tienen una sinceridad tremenda. Me ha pasado de que ningún pibe se riera y lo tomé como uno de esos grandes errores de los que hay que aprender.
«No reniego de los éxitos, porque gracias a ellos hoy estoy donde estoy. Soy un agradecido a la vida porque he podido hacer lo que me gusta”.
¿Cuándo te pasó algo así?
Cuando en mi adolescencia hacia números vivos en el cine Rex de San Nicolás, entre película y película, los domingos a la tarde. Éramos tres payasos: Rulito, Pirulo y Cañito, y los pibes lo único que querían era que viniera la película de Disney y que no los jodiéramos más.
¿Es cierto que ahí les pagaban “en especies”?
Sí, nos dejaban ir a ver películas prohibidas para 18. Ahí vimos la primera teta. ¡No me olvido más! Era una película de guerrilla en Sudáfrica, una escena donde ella se bañaba y él entraba a la ducha y se besaban. Me explotó la cabeza.
¿Cómo te tomás las críticas de alguien a quien no le gusta lo que hacés?
Decir que no me joden es mentira. Siempre apunté a trabajar apostando más a la calidad que a la cantidad. A veces te sale bien y otras no. Es simple: cuando el medio te necesita, tenés un espacio; cuando no te necesita, el espacio lo tenés que ganar por otro lado.
A esta altura de tu carrera, ¿te sentís realizado como artista?
Los artistas, por naturaleza, somos insatisfechos, yo creo que es así. No porque lo que hice no me gusta, sino porque no me alcanza.