De la mano de Guillermo Ens (48), este bodegón cálidamente ambientado abrió sus puertas hace poco más de seis meses sobre la calle Colón 390, a media cuadra de la avenida 25 de Mayo. En ese lugar había funcionado otro comercio gastronómico (La Ronda), que cerró en plena pandemia.
Cuando Ens vio el local vacío y en alquiler, no dudó que era lo que estaba buscando para emprender su viejo anhelo de incursionar en la gastronomía. Así, Oveja Negra tuvo su apertura íntima el 14 de julio de 2022, entre familiares y amigos.
“Siempre apunté al bodegón, a un clima familiar. En estos meses que llevamos, vamos muy bien. Ampliamos el menú, viene la gente que uno quiere que venga y los platos están saliendo cada vez mejor”, le cuenta a DIA 32 entusiasmado, en un parate de su rutina.
Oveja Negra abre de martes a sábados, mediodía y noche. Las opciones de carnes son las más buscadas y elogiadas por los comensales: lomo, bondiola y bife de chorizo, al plato o en sándwich, con la guarnición que a uno más le guste. “Más allá de cómo está armada la carta, el cliente puede elegir y pedir lo que prefiera”, explica Ens sobre este aspecto, que le agrega un diferencial al servicio.
También hay hamburguesas, pizzas, empanadas y pastas caseras rellenas, con variedad de salsas; las opciones son diversas, según el paladar de cada cliente.
Para los almuerzos la gente suele elegir algo rápido y de paso, mientras que para las cenas hay más tiempo para distenderse y disfrutar del menú. Ahí es cuando más salen a la cancha los postres, encabezados por la mousse de chocolate casera, el flan, el budín de pan, el tiramisú y los helados, para endulzar la boca después de un sabroso plato.
La carta de bebidas del restaurante ofrece cerveza artesanal -tirada o en lata-, una amplia lista de vinos, gaseosas y aguas saborizadas. Para que el que quiere cerrar la noche con un brindis, también hay ricos y frescos espumantes.
Así como la atención y la calidad de sus platos, otra cualidad distintiva de este nuevo local gastronómico es que sus precios son más que accesibles, algo que hace la diferencia a la hora de elegir un lugar y también a la hora de volver.
Oveja Negra cuenta con un salón ornamentado con detalles de objetos antiguos y obras de arte, un cómodo patio interior con sombrillas y luces y un espacio en la vereda, donde muchos eligen comer en las noches veraniegas. Cada rincón tiene su encanto.
“Nuestra idea es que se sientan como en casa”, sintetiza el anfitrión, siempre bien predispuesto y metido de lleno en darle un buen servicio a la gente, en un rubro muy competitivo y exigente, donde ser la oveja negra puede resultar una valiosa virtud.
UN CAMBIO RECONFORTANTE
De la herrería a la gastronomía
Lanzarse a la gastronomía fue una decisión que Guillermo Ens meditó con cuidado, ya que se trata de un mundo que desconocía pero que siempre le llamó la atención. Antes de hacerlo se dedicaba a la construcción de muebles de hierro. “Tenía el taller en casa y casi no salía de ahí. Ahora veo gente que hace años no veía”, confiesa este maestro mayor de obras escobarense, que se inició laboralmente en la inmobiliaria de su madre, Lidia Zino.
La idea de Oveja Negra surgió junto a su esposa, Yamila Ruiz Díaz: “Siempre tuvimos ganas de armar algo, una casa de té o algo así. La gastronomía es algo totalmente distinto, lo tenés todo el día en la cabeza. Estás todo el tiempo comprando cosas y renegando con los proveedores, pero es lindo a la vez. Lo mejor es que los clientes vuelvan: eso quiere decir que estás encaminado y es reconfortante”, afirma, feliz con su nuevo rumbo.