por ROCÍO M. OTERO
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Las nubes grises del cielo se acercaban como un monstro a punto de atacar, la lona verde tapa toda la vista, solamente el cartel de madera que dice “Paraíso escondido” es la señal de que se ha llegado a destino. “Me parece que va a llover”, comenta Emma, sentada en el comedor de su casa, con la computadora en la mesa y un saquito verde como toda vestimenta. Ella y su esposo, Adrián, son dueños de la primera quinta nudista del partido de Escobar.
Andar sin ropa, para ellos, es “un estilo de vida”. Y mientras cuentan su historia con la naturalidad de quien eligió el camino que más feliz lo hace, una vida sin restricciones y sin horario.
La historia de la pareja con el nudismo empezó hace años. El primero en iniciar este camino fue Adrián. “Lo practiqué de los 18 a los 23, en una quinta de Ingeniero Maschwitz que estaba manejada por un matrimonio de unos 50 y pico”. Tras esta experiencia, el nudismo en la vida del hombre quedó postergado por un par de años.
“Cuando conocí a mi mujer, me casé y me olvidé del nudismo. Simplemente dejó de existir. Hasta que un día, buscando nuevas propuestas para nuestro matrimonio, le ofrecí ir y le encantó. Así fue como nos hicimos habitués de un lugar en Moreno, íbamos y pasábamos el día ahí”, recuerda Adrián.
Con el pasar del tiempo, decidieron buscar otro lugar, ya que aquella quinta en Moreno tenía ciertas reglas absurdas que interferían en la paz tan buscada. Y, así de a poco, empezó a gestarse la idea de una “quinta nudista propia”.
-¿Saben cuánta gente practica nudismo en el país?
-La realidad es que no debe haber más de 3 mil personas en todo el país, somos muy pocos. A veces pasa que no nos conocemos personalmente pero aun así sabemos quién es el otro, de dónde es y hasta a qué se dedica.
-¿En qué se basa este estilo de vida?
-Básicamente en estar sin ropa, no hay nada más que eso. Nosotros empezamos a vivir desnudos las 24 horas hace 5 ó 6 años.
-¿Y por qué estar sin ropa?
-¿Y por qué no? Una vez que probás lo que es andar desnudo y la libertad que experimentás, es muy difícil que quieras volver a vestirte. La gente que viene acá sabe que deja la ropa cuando entra y la retira cuando se está yendo.
El momento cúlmine de esta historia llega en 2001. En ese año funesto para todos los argentinos, las vidas de Emma y Adrián terminaron de dar un vuelco definitivo. “Decidimos buscarnos nuestro propio lugar, donde no haya que acatar reglas de nadie más que nuestras. Así fue como terminamos alquilando una quinta en Maschwitz. Nos llevó casi un año encontrar alguien que nos alquile, porque cuando decíamos que era para hacer nudismo teníamos un no rotundo”, señala Adrián. Y Emma, desde atrás, acota: “Pensaban que iba a haber drogas y sexo descontrolado, por eso se negaban”.
“Estuvimos cuatro años ahí, hasta que nos mudamos a donde nos encontramos ahora”. Ese “donde nos encontramos ahora” permanecerá como una incógnita, ya que el matrimonio le pidió a DIA 32 mantener en reserva su ubicación. “Lo hacemos por una cuestión de privacidad. Acá viene mucha gente que por cuestiones de pudor no quiere que se sepa que practican nudismo. Mantener el lugar oculto también representa nuestro negocio”, explican. Para contactarse con ellos, internet es la vía.
“Nosotros alquilamos la quinta ya sea por una hora, unos días o un fin de semana. Da lo mismo. Nos manejamos con distintos precios si son hombres, mujeres o un matrimonio, y cuando vemos alguna actitud que no nos gusta, primero le advertimos, después lo echamos”, informa Emma. “Hemos llegado a tener desde un cura hasta una monja que se sienta a orillas de la pileta y lee la Biblia tranquilamente desnuda”.
La teoria de la ropa
La tarde comienza a caer con más fuerza, pero a Emma y Adrián parece no importarles. Ellos siguen hablando, riendo e intentando explicar que en sus vidas no hay asuntos retorcidos de fondo.
“Es muy simple -aclara Emma-, cuando sos chico te enseñan que siempre tenés que ser muy pudoroso con la ropa, que no se te vea esto, que no se te vea aquello. Es una cuestión cultural. Nosotros fuimos criados por gente muy recta que tenía la teoría de que cuánto más larga tenés la pollera más señora sos. La ropa no hace a la persona, pero esa teoría sigue estando, lamentablemente”.
¿Cuántos lugares nudistas hay en el país?
Habrá cuatro en Buenos Aires y seis en todo el país, no más que eso. Cada uno de ellos con distintos estilos, nada que ver uno con el otro.
¿En qué varían los estilos?
Los estilos varían según la mentalidad de la gente que los maneja. Por ejemplo, hay lugares que aceptan chicos, cosa que nosotros no hacemos.
-¿Por qué no aceptan menores?
-Primero por una cuestión de comodidad y tranquilidad, y después porque nosotros creemos que no le podemos inculcar a una criatura que sea o no nudista. Cuando sea grande, que elija lo que quiera. Es como la religión, no se la podés imponer.
En un momento de la conversación surge marcar las diferencias entre nudismo y exhibicionismo, dos palabras a las que Emma y Adrián se esmeran en alejar de cualquier sinonimia.
“En el nudismo hay gente buena y mala, como en todos lados. Puede haber tipos que tengan la mente un poco retorcida. Igualmente, de los seis lugares nudistas cada uno está orientado a una cosa. Hay para swinggers, para gente que le gusta la fiesta. Acá no, solamente nos desnudamos y hacemos actividades como todos: tomamos mate, jugamos al tejo, nadamos. Lo mismo que hace todo el mundo, pero sin ropa”, detalla Emma.
A pesar de teorías erróneas, y de ser la única quinta de este estilo en Escobar, dedicarse al nudismo no es un gran negocio. “Muchas veces tenés más pérdidas que ganancias, pero nosotros vivimos de mi jubilación”, explica Adrián, quien solía ser empleado bancario.
“Somos grandes y ya hicimos todo lo que teníamos que hacer, los dos trabajamos, los dos cumplimos horarios, criamos a nuestros hijos. Ahora dos queremos vivir como se nos cante y en la comunidad nudista encontramos gente que comparte nuestra misma filosofía”, concluye el matrimonio.