El desarrollo ribereño es una de las tantas asignaturas pendientes de Escobar. Hace diez años, capitales extranjeros habían llegado a avanzar en sus intenciones de invertir en un puerto de aguas profundas sobre la costa del Paraná de las Palmas, aunque la iniciativa quedó trunca tras la debacle económica nacional. Ahora, con un contexto distinto en el que aparecen urgencias energéticas para el país, un proyecto impulsado desde el Ministerio de Planificación Federal prevé afectar una superficie de 125 hectáreas para instalar una planta regasificadora operada por YPF.
Lejos del auge en la producción de gas que explotó en la Argentina en los años ‘90 y la convirtió en exportadora, la caída en los niveles de extracción y el aumento de la demanda por el crecimiento económico convirtieron al país en un importador cada vez más fuerte del recurso. Por eso, desde el ministerio que comanda el arquitecto Julio de Vido apuran los planes para instalar un proyecto de u$s 150 millones para importar gas desde mercados de ultramar.
La intención es montar una planta o un buque regasificador con capacidad para inyectar al sistema de TGN (la transportadora que atiende a la zona norte y centro del país) ocho millones de metros cúbicos de gas por día, cerca de un 6% del consumo de la Argentina. Y todo indica que el destino de ese emprendimiento será Escobar.
En esta dirección ya se han dado pasos firmes y concretos. El ministro De Vido mantuvo conversaciones con el intendente Sandro Guzmán para interiorizarlo del proyecto. Por su parte, el jefe comunal reunió a sus concejales y les entregó copias de un documento que detalla las características del emprendimiento, para el cual se requiere que el Concejo Deliberante modifique el uso asignado a esas tierras. Mientras tanto, YPF, controlada por la española Repsol y gerenciada por la familia Eskenazi, junto a la estatal Enarsa (el brazo ejecutor del Gobierno en materia energética) avanzan en los estudios de factibilidad. No obstante, la compra de las 125 hectáreas que abarcará la inversión ya se materializó en las ultimas semanas.
El proyecto permitiría que el gas llegué al país en forma líquida (LNG, según su denominación en inglés) desde naciones con recursos disponibles, como Trinidad & Tobago o algunos países de África, a través de barcos. Una vez frente a las costas argentinas, el gas se convertirá a su estado natural y así se inyectará en los gasoductos.
La iniciativa, similar al buque regasificador que funciona desde hace dos años en el puerto de Bahía Blanca, debería estar en marcha a más tardar para el invierno de 2011, según publicó el diario El Cronista.
Por el momento, la duda central tiene que ver la conveniencia de instalar una planta en tierra o un barco regasificador, un sistema muy parecido al que funciona al sur de la provincia de Buenos Aires. De acuerdo con los avances del proyecto, el buque que traiga el gas va a fondear a 300 kilómetros de San Clemente del Tuyú, ya que por su tamaño (280 metros de largo) no puede avanzar más por los ríos ni subir por el Paraná. Por eso, desde allí se transbordará el cargamento a buques más chicos, de entre 240 y 250 metros de largo. De hecho, parte de los u$s 150 millones se destinarán a construir un muelle y dragar el Paraná en la localidad finalmente elegida.
“La instalación de una planta regasificadora permitiría abastecer a las nuevas centrales en Campana y en Timbúes (en las afueras de Rosario) con combustible más barato”, explicaron a El Cronista en un despacho público.
Desde el portal Escobar News, que también indagó en el tema, señalaron que “el estudio de impacto ambiental elaborado por la consultora Serman presenta al puerto como un emprendimiento inocuo para el medioambiente. Pero el 40 % del gasoducto, que tiene una extensión de más de 30 kilómetros, atravesará zonas de humedales y tierras anegables que lindan con la Reserva Los Talares y el Club Jardín Náutico Escobar”.
Pese a que el megaproyecto poco espacio ha ocupado hasta ahora en los medios locales, su definición podría ser inminente en virtud de la imperiosa necesidad oficial de contar con un suministro adicional de gas próximo al Gran Buenos Aires y Capital Federal, para atender los picos de demanda que ocurren durante el invierno, por las bajas temperaturas.